El 14 de junio de 1940 Franco ocupa Tánger con la excusa de mantener su
neutralidad. La captura de una gran cantidad de exiliados españoles en esta
ciudad era su objetivo oculto
FRANCISCO SÁNCHEZ MONTOYA 18/06/2012
Tánger, en
el lado oeste de Gibraltar, era un puerto estratégico para el dominio del
Estrecho. Los tratados suscritos por Francia, España e Inglaterra en 1912 y
1923 la habían considerado un punto neutral. La ciudad estaba desmilitarizada y
los servicios administrativos y de orden público se repartían entre Francia,
España, Inglaterra e Italia. "Mantener la neutralidad" fue la excusa
para la invasión española. Ésta, llevada a cabo por la Mehalia Jalifiana, se
realizó "con carácter provisional". Pero la foto oficial de la
llegada de las tropas españolas a la ciudad, con banderas desplegadas y saludos
con el brazo en alto, atestigua una entrada nada pacífica.
La frase
"siempre nos queda Tánger" era la más pronunciada por los cientos de
republicanos que desde Ceuta, el Protectorado en Marruecos y las ciudades
costeras andaluzas huían del golpe del 17 de julio, con el fin refugiarse en la
ciudad internacional. Desde la Legación republicana en Tánger, su secretario
Clemente Cerdeira, el presidente del PSOE en Ceuta Jiménez Cazorla y el
diputado socialista y prestigioso catedrático Martínez Pedroso, intentaban dar
cobijo y protección a los que continuamente llegaban.
Desde un
primer momento en Tánger se crea una resistencia al franquismo, realizando
desde la finalización de la Guerra reuniones en Ceuta y en las vecinas ciudades
del protectorado, Tetuán o Larache. Los servicios secretos de Franco los tienen
vigilados, pero no pueden detenerlos. Esta resistencia tiene su fin cuando las
tropas de Franco toman Tánger en junio de 1940, muchos pudieron huir a
Casablanca, protectorado Francés o vía Marsella al exilio europeo y después al
continente americano. Otros se quedaron en Tánger continuando con la
resistencia al régimen.
La
resistencia estaba liderada por el socialista Antonio Castilla y en uno de sus
múltiples contactos con los exiliados en Casablanca, les piden que necesitan a
un delegado para su apoyo, ya que ellos al ser conocidos en la ciudad están muy
vigilados por la policía. Recordemos que en Casablanca se encontraban numerosos
españoles exiliados, sobre todo alicantinos, quienes al terminar la guerra
pueden huir por los puertos del levante español y cruzar hacia Argelia. Allí
tras estar detenidos en los campos de concentración, y pasar penalidades,
muchos logran pasar a Casablanca. Tras este llamamiento, se desplaza en agosto
de 1941, José Congost, quien realizó el viaje en ferrocarril, escondido en un
cajón y protegido por el jefe de la estación. Una vez en Tánger se reúne con la
resistencia y estudian nuevos proyectos.
Comienzan a
recibir desde Casablanca el boletín Reconquista de España, que lo
adaptarían con el nombre de Liberación de España, repartiéndolo por
Tánger, Ceuta y ciudades del Protectorado. Como el trabajo de captación va en
aumento, el recién llegado requiere nuevamente de Casablanca el envío de otros
compañeros y a los pocos meses llegaron los jóvenes alicantinos Antonio Réinales,
Ramón Valls y Adelo Aguado. Estos tienen entre sus planes inmediatos
reorganizar a las Juventudes Socialistas Unificadas. Más adelante y siguiendo
instrucciones de los que están en el exilio se unen en la denominada Unión
Nacional Antifascista (U.N.A.). Debido a los nuevos proyectos y con el fin de
recibir noticias del comité central deciden que el dirigente recién llegado de
Casablanca, Adelo Aguado, viaje a Madrid, pero es detenido en la capital. Tras
durísimos interrogatorios se le acusó de "atentar contra la seguridad del
estado y fomentar la organización de partidos políticos". Se le realizó un
consejo de guerra sumarísimo, siendo ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de
1942. Ésta detención origina que las autoridades franquistas comiencen a encarcelar
a los demás miembros de la resistencia en Tánger.
En total son
noventa y un detenidos. Todos son enviados a Ceuta donde se celebró un consejo
de guerra el 9 de marzo de 1944. Y tras siete días de vistas y declaraciones se
aprobaron múltiples condenas, destacando las penas de muerte a los que vinieron
de Casablanca, Congost, Reinares y Ramón Valls. El 18 de agosto de 1944, a la
siete de la mañana, fueron fusilados en los muros de la fortaleza militar del
Monte Hacho en Ceuta.
El delirio
de Franco se había cumplido. Cuando, en 1945, se produce el fin de la II
Segunda Guerra Mundial y la derrota de las potencias nazi-fascistas obligaron a
Franco a ordenar el abandono de Tánger. Él ya había conseguido su objetivo.
*
Francisco Sánchez Montoya, es investigador y autor del libro "Ceuta y el
Norte de África, República, Guerra y Represión". Ed. Libros de Ceuta.
Ningún comentario:
Publicar un comentario