El Tribunal Especial de la ONU para Sierra Leona cierra
el primer juicio completo contra un exjefe de Estado
ISABEL FERRER
La Haya 30 MAY 2012 - 11:47 CET
Charles Taylor, expresidente de Liberia, ha sido condenado a 50 años de
cárcel por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en su país y en
Sierra Leona. El Tribunal Especial para Sierra Leona, que ya le declaró
culpable el pasado abril, considera probado que ayudó e instigó las guerras de
su tierra, y la de sus vecinos, de 1991 a 2002. “El Tribunal ha tenido en
cuenta la gravedad y el impacto físico y emocional de los crímenes perpetrados
contra la población civil. Los mutilados tendrán que vivir siempre de la
beneficencia. Las mujeres violadas sufrirán el estigma del asalto, y el rechazo
que padecen los hijos que tuvieran. A los menores reclutados se les robó la
infancia”, ha dicho el juez Richard Lussick, al leer la decisión. La fiscalía
había pedido 80 años de pena. Taylor ha pedido ser internado en el Reino Unido,
un encarcelamiento que se produciría después del proceso de apelación, que
puede durar seis meses.
Los jueces no han aceptado las circunstancias atenuantes presentadas por la
defensa. No ha contado en favor de Taylor el hecho de estar casado y con hijos.
Tampoco los problemas de salud que aduce padecer, ni el tiempo que pasó
exiliado en Nigeria, “que no pueden compararse con un internamiento”. “Tenía
restricciones para salir de Nigeria y estaba prohibido que se metiera en
política, pero eso no equivale a una prisión preventiva al uso”, según Lussick.
“Era un jefe de Estado y aunque no participara personalmente en los crímenes,
su estatus añade gravedad a la situación puesto que traicionó la confianza de
la ciudadanía”. Fue el Gobierno
nigeriano el que entregó finalmente a Taylor en 2006 al tribunal especial.
El fallo es histórico por dos motivos: es la primera vez que la justicia
internacional lleva a término un proceso contra un antiguo jefe de Estado.
Taylor, además, no estuvo presente en los crímenes cometidos. Nunca puso el pie
en territorio sierraleonés, pero se le ha considerado responsable directo de
los asesinatos, mutilaciones y violaciones de civiles, así como del
reclutamiento de niños soldado y la esclavitud de mujeres y campesinos
inocentes. “Las declaraciones de testigos llegados ante este tribunal han
contado cómo tuvieron que cortarle las
manos, o bien los pies, al señalado como enemigo. Un niño soldado
explicó que lo hacía por orden de sus superiores. Otra declaración detalló cómo
le arrancaron los ojos a una mujer para que no reconociera a sus violadores.
Unos hechos de una gravedad e impacto que no desaparecerán jamás. Y el acusado
no ha aceptado su responsabilidad por lo ocurrido ni mostrado remordimientos”,
añadió Lussick. “La Sala rechaza, como asegura la defensa, que todo sucediera a
espaldas de Taylor. En todo caso, eso sería una circunstancia agravante. Era el
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas liberianas”.
Nacido en 1948, Charles Taylor se convirtió en presidente de Liberia en
1997. Antes, en 1983, había estado en una cárcel en Estados Unidos, adonde huyó
después de haber estafado un millón de dólares del presupuesto nacional
liberiano. Escapado en circunstancias poco aclaradas de una celda en
Massachusetts, regresó a Liberia en 1989. Allí encabezó una rebelión que
desembocó en una guerra civil. En 1991 apoyó a los rebeldes de Sierra Leona
cuando estalló un conflicto armado entre el Ejército y la guerrilla. Durante su
carrera política, una vez conseguida la presidencia de Liberia, “los diamantes
sierraleoneses que recibía [diamantes de sangre porque fueron moneda de cambio]
a cambio de armas, sirvieron la causa rebelde en el país vecino. Ello explica
el tráfico de armas desde Sierra Leona”, reza la sentencia.
El juicio se ha desarrollado en Holanda por motivos de
seguridad, dada la influencia de Taylor en el oeste africano. Si bien La Haya
aceptó ser la sede territorial del Tribunal para Sierra Leona, declinó meterlo,
llegado el momento, en una de sus cárceles. El Reino Unido puso entonces su red
penitenciara a disposición de Naciones Unidas.
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