mércores, 20 de febreiro de 2013

Entender la ablación para erradicarla


| 06 de febrero de 2013
Por Susanna Oliver (@SusOliverP), Directora de Programas de World Vision España. Hoy se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina.
¿Qué tiene una madre en la cabeza cuando lleva a su hija a una comadrona para que le extirpe parte de sus órganos sexuales, sin anestesia y en condiciones sanitarias precarias? Esto es lo que llevo años intentando comprender para poder luchar contra la ablación genital, porque pienso sinceramente que no podemos cambiar lo que no entendemos.
En el camino he aprendido y comprendido varias cosas. Como la importancia de las tradiciones en África, que en parte tienen su razón de ser en el hecho de que en países donde  conviven decenas de etnias distintas obligadas a entenderse y compartir gobierno, ven en el respeto a sus mayores, a los líderes tradicionales, a la lengua y a las costumbres propias la única forma de no perder su identidad. También aprendí que las razones por las que se practica la ablación son muchas y que, en algunos casos, el por qué se practica en una comunidad puede ser no sólo distinto, sino incluso contradictorio a  los motivos por los que se practica en otra. Comprendí que no está vinculada a ninguna religión, y que en momias egipcias de hace más de 4.000 años, mucho antes de la aparición del islam, se observa que ya se practicaba la infibulación (la forma más cruenta de ablación que consiste en estrechar la apertura vaginal, cosiendo los labios internos y a veces también los externos; en esta práctica puede también extirparse el clítoris), y que las etnias que la practican abrazan todo tipo de religiones. Y comprendí algo que me impactó mucho: son las propias mujeres las que dan más importancia a que se siga practicando el rito, y las primeras que no asocian o minimizan la importancia de los efectos secundarios de la práctica, que (no lo olvidemos) en muchos casos llega a causar la muerte de las mujeres mutiladas en el momento del corte o años después, frecuentemente por complicaciones en el parto.
Pero todas estas aproximaciones son muy racionales, y la aversión que siento contra la ablación muy visceral. Quizá por eso una de las experiencias que más me ha hecho comprender por qué se perpetúa el rito fue el momento en que mi cuñada holandesa me miró con cara de espanto al ver que mi hija recién nacida llevaba pendientes. De acuerdo, las condiciones en que se hacen los agujeros en las orejas a las niñas y las consecuencias que tiene la práctica en su salud no se pueden ni comparar, pero, al fin y al cabo, estamos dando por sentado que es normal “quitar” un trocito de su cuerpo a una niña que aún no puede decidir.
Solo desde la humildad de saber que todos seguimos tradiciones que no nos cuestionamos, y sabiendo que en los contextos multiculturales la preservación de la identidad tiene una importancia capital, podemos llegar a comprender mejor a las mujeres que practican este rito. Desde la comprensión es como trabajamos para hacerles entender que es una agresión a los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física y trabajamos con ellas para llegar a erradicar la práctica. Complementariamente, hay que trabajar a nivel legislativo y con los gobiernos estatales y locales para que apoyen la erradicación de esta práctica, e integrar la lucha contra la ablación en otras acciones de protección infantil y defensa de los derechos humanos y de desarrollo de las comunidades. Es importante integrar en la lucha a las personas que practican la ablación y darles alternativas que sean respetuosas con sus tradiciones. Éste es, obviamente, un proceso difícil y lento, pero es el único camino que nos llevará al cambio definitivo.
 Más información sobre el trabajo que hacemos de prevención de la ablación en www.stopablacion.org.

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