EL PAÍS - 24-06-2010
Hace un siglo, la Galicia de las filloas, las castañas, el pan de centeno y borona, el bacalao, la sardina, los cachelos y la empanada pasaba hambre. Tenía, eso sí, sus tabúes en cuanto a alimentación: no resultaban apetecibles las setas -el pan del demonio-, las hojas de vid, las vainas de las judías, la mayoría de los mariscos -que se popularizaron en los años 60- ni las angulas, que incluso llegaron a servir de abono en las huertas.
El campesino medio era pobre también en proteínas, aunque criaba vacas y, sobre todo, cerdos. El suyo era "el suplicio de Tántalo; criar carne y no poder comerla". Con el mito resume el historiador Xavier Castro la paradoja del campesino gallego hasta bien entrado el siglo XX. Profesor en la Universidade de Santiago, Castro presentó ayer el libro Yantares gallegos, un recorrido por la historia de la alimentación en Galicia desde la época de los castros hasta la actualidad. Lo acompañaron el rector en funciones, Senén Barro, y dos nutricionistas de la Fundación Dieta Atlántica, Rafael Tojo y Aniceto Charro.
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