xoves, 22 de xullo de 2010

"Todos llevamos un traidor dentro"


Arturo Fontaine novela, a partir de hechos reales, los años más duros de la dictadura de Pinochet en 'La vida doble'

LÍDIA PENELO BARCELONA 30/06/2010

La traición es un tema que ha interesado al escritor Arturo Fontaine (Santiago de Chile, 1952) desde que aprendió a cepillarse los dientes. "Cuando te cuentan un secreto, el vértigo de revelarlo a alguien ya es una pequeña traición. En la antigua Grecia, el traidor no tenía derecho a sepultura, Dante manda a los traidores al infierno y el demonio es la quintaesencia de la traición", detalla Fontaine arrellanado en el sofá de un hotel barcelonés.

Tras 12 años sin publicar una novela, el autor de Oír su voz ha roto el silencio con La vida doble, editada por Tusquets. Una historia basada en hechos reales en la que la protagonista es una mujer desajustada. Ella es Irene en unos capítulos y Lorena en otros, alguien que nunca ha conseguido sentirse a gusto en ningún sitio, ni siquiera entre los miembros de su familia. La escuela, el grupo guerrillero revolucionario en el que se enroló y los servicios prestados al grupo de inteligencia antiterrorista tampoco le quitaron el desasosiego.

La vida doble es una novela oscura, con pasajes llenos de horror donde el autor no escatima detalles salvajes, como los de las largas sesiones de tortura a la que someten a la protagonista para que delate a sus compañeros revolucionarios. Aunque el autor quiere pensar que "se trata de una oscuridad traslúcida ya que al final ella se mantiene en pie".

El libro se sitúa en los años más duros de la dictadura de Pinochet, una época que Fontaine padeció. Dice que si hasta ahora no había abordado el tema, es porque necesitaba la distancia necesaria para hacerlo de una manera serena.

El rescate de la memoria

Asegura que le resultó muy difícil escuchar algunos de los testimonios con los que contactó. "Fui recopilando material y me entrevisté con mucha gente, fue laborioso pero quería hacerlo así. Era la única manera para morder la memoria histórica", sostiene el autor.

Otra de las características de las que se siente orgulloso es de haber construido un personaje incapaz de escapar de las consecuencias de sus actos: "De alguna manera la gran pregunta es qué hacer con el pasado. Ella se resiste a la memoria, pero sólo cuando asume su pasado se le abre la puerta de la esperanza".

Miembro del equipo directivo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile, inaugurado en enero por la presidenta Bachelet, Arturo Fontaine sabe que el centro no ha despertado un aplauso unánime entre los chilenos. "No es un museo neutro, quiere ser una denuncia para proteger la democracia. A mucha gente le molesta que removamos el pasado porque cree que reabriremos heridas que romperán el consenso actual", explica este profesor universitario de literatura y filosofía en la Universidad de Chile, que guarda en un cajón decenas de poemas inéditos.

Uno de sus profesores fue Nicanor Parra, quien, según él, en España "no ha tenido el debido reconocimiento, y eso que desarrolló su obra y renovó el lenguaje poético con un sentido del humor maravilloso cuando todo lo llenaba Neruda". Quizás Fontaine no tenga noticias de las obras completas y exposiciones de Parra hechas aquí.

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