LAURA LUCCHINI
DOMINGO - 27-06-2010
Sentado en su oficina en el antiguo edificio de la Reichsbank, en Berlín, Gerd Pelikan se enfrentaba a un problema de miles de millones de marcos. El muro que había dividido tanto la ciudad como Alemania acababa de caer. Pelikan, un administrador que nunca había actuado como inversor, de repente vio cómo se había volcado sobre él una responsabilidad inusual. Debía hacer desaparecer los bienes de la recientemente fallecida República Democrática Alemana (RDA) antes de que se celebraran las primeras elecciones democráticas en lo que había sido la Alemania comunista y de que los capitalistas pusieran sus manos sobre aquellos "bienes de los trabajadores". Para ello tenía poco tiempo: el Muro cayó el 9 de noviembre de 1989 y las primeras elecciones de la Alemania unificada se celebraron el 18 de marzo del año siguiente.
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