El medicamento causó graves malformaciones a 10.000
recién nacidos en todo el mundo, la mitad alemanes
JUAN GÓMEZ
Berlín 3 SEP 2012 - 13:26 CET
Era un medicamento particularmente indicado para mujeres en sus primeras
semanas de embarazo. El Contergan combatía el malestar o las náuseas matutinas
y aplacaba muchas otras molestias. También ayudaba a conciliar el sueño. La
farmacéutica alemana Grünenthal
lo sacó a la venta en 1957. Sin receta, porque era “tan inocuo como un
caramelo”. En 1958 se percibió en Alemania un aumento en el número de niños
nacidos con graves malformaciones. Se achacó a los ensayos nucleares de la
Unión Soviética y Estados Unidos. Hasta 1960, el constante aumento de
nacimientos problemáticos siguió relacionándose con las partículas radioactivas
que, según se creía con característico victimismo, llegaban hasta las madres
alemanas desde Siberia o el Pacífico. Una pediatra se percató entonces del
efecto nocivo de la talidomida que contenía el medicamento. Grünenthal lo
retiró del mercado un año después. Demasiado tarde para 10.000 recién nacidos
en todo el mundo. La mitad de ellos eran alemanes. El 40% murió a edades muy
tempranas. Hoy viven en Alemania unas 2.500 víctimas del Contergan. La más
célebre es el bajo-barítono de Hildesheim Thomas Quasthoff.
Grünenthal se ha disculpado ahora ante los afectados por las malformaciones
provocadas por su medicamento. Por primera vez en 50 años. El pasado viernes,
el jefe de Grünenthal, Harald Stock, salió a la palestra para lamentar que la
empresa no hablara del asunto en cinco décadas. Además, pidió perdón "por
no haber encontrado el camino hacia las víctimas, de ser humano a ser humano”.
Previamente se había desatado un escándalo en Stolberg, sede de la
compañía. Uno de los afectados, Johannes Igel, inició allí el proyecto de
levantar un monumento conmemorativo “A los muertos y a los supervivientes de la
catástrofe del Contergan”. La escultura muestra dos sillones, ocupado uno por
una niña sin brazos y el otro, vacío. Cuando se supo que la empresa financiaba
el proyecto con 5.000 euros algunos afectados interpretaron que la iniciativa
aspiraba a lavar la imagen de Grünenthal, una “medida de relaciones públicas
baratas”. Poco después, los jefes de Grünenthal se disculparon por primera vez:
“les rogamos que entiendan nuestro silencio como una señal de la conmoción muda
que nos provocaron sus casos”.
Stock nació en 1968, años después del desastre. En 1971,
el Gobierno federal y la empresa iniciaron una fundación dotada con 200
millones de marcos alemanes (unos 100 millones de euros), a la que Grünenthal
sigue contribuyendo y que paga pensiones vitalicias a las víctimas. Hay
diversas asociaciones de afectados, algunas de las cuales están enfrentadas
entre sí.
Ningún comentario:
Publicar un comentario