Activistas por los derechos de la comunidad de gays y lesbianas denuncian
que la homofobia tiene aún bastantes seguidores entre las autoridades de La
Habana, pese a las iniciativas de Mariela Castro para superar los prejuicios de
la sociedad
FERNANDO RAVSBERG La Habana 09/09/2012
Activistas
por los derechos de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y
Transexuales) de Cuba denuncian a los directivos del Censo de Población y
Vivienda por negarse a registrar a las parejas del mismo sexo, un recuento que
estaba previsto y fue tachado de los documentos originales.
Oficiosamente
las autoridades adujeron problemas técnicos pero Francisco Rodríguez, jefe
de información del periódico Trabajadores y activista gay, denunció que
en realidad "no hubo suficiente voluntad política de la dirección del país
para rectificar".
En su blog, Paquito el de
Cuba, presenta copia de un documento con instrucciones para los
encuestadores del Censo donde aparece tachada la frase "se admiten parejas
del mismo sexo, siempre que sean convivientes del mismo hogar censal".
Francisco
Rodríguez llama a la comunidad LGBT a rebelarse contra la homofobia haciendo
una salida masiva del armario, declarando las parejas del mismo sexo y
exigiendo a los encuestadores que las registren como tales, además de adornar
las viviendas con las banderas del arco iris. Recuerda el periodista cubano que
los encuestadores están obligados a escribir lo que el ciudadano declare
"aunque luego la Oficina Nacional de Estadísticas no las contabilicen,
como ya decidieron hacer de manera excluyente y discriminatoria".
La propuesta
se está extendiendo como la pólvora en la comunidad LGBT, que hasta ahora había
hecho sus reclamos solo por los canales oficiales. Llevan 5 años esperando
que el Parlamento debata el nuevo Código de Familia que fue presentado
por Mariela Castro, hija del Presidente de la República y directora del
Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
En 1975 se
produjo el primer intento de reconocer las parejas del mismo sexo: provino de
Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas. "Mi mamá
proponía que el matrimonio se considerara la unión entre dos personas para que
las parejas homosexuales no tuviesen problemas", explica Mariela.
Años
difíciles
Sin embargo,
en la redacción final se estipuló que las dos personas deben ser de diferentes
sexos. Eran años difíciles para la comunidad LGBT, se los expulsaba de las
universidades y cientos de importantes intelectuales fueron marginados.
En 1994, la
película Fresa y Chocolate
de Tomás Gutiérrez Alea reflejó el drama que vivían los homosexuales en Cuba y
el daño que provoca la homofobia. El film sacudió a los cubanos, su
trascendencia social fue tal que marcó un antes y un después.
Mariela
Castro recordó que en el CENESEX "empezamos después de 2000 más
directamente en la visualización de los derechos sexuales, especialmente de los
de las personas LGBT que habían sido muy obstaculizados por los prejuicios de
la sociedad cubana". Las cosas van mejorando lentamente, ahora son los
políticos quienes se ven obligados mantener dentro del armario su homofobia, la
policía dejó de detener a los transexuales por vestir ropas de mujer y dos
decenas de personas se hicieron operaciones gratuitas de cambio de sexo. Una de
ellas fue Wendy Iriepa, quien gracias a la intervención quirúrgica pudo casarse
legalmente con Ignacio Estrada.
Pero la
homofobia tiene aún bastantes seguidores en Cuba y algunos de ellos con mucho
poder. Los enemigos de los derechos de los gays y lesbianas saben que tienen
pocas posibilidades de ganar un debate sobre el tema y por eso desarrollan una
resistencia silenciosa para entorpecer cualquier apertura en beneficio de los
homosexuales. En el Parlamento boicotean la ley que reconoce los derechos de la
comunidad LGBT, mediante la técnica de no incluir nunca el tema en la agenda y
ahora las autoridades del Censo se niegan incluso a registrar la existencia
misma de otras opciones sexuales.
El
pasado año la Conferencia del Partido Comunista decidió "enfrentar los
prejuicios y conductas discriminatorias por color de la piel, género, creencias
religiosas, orientación sexual, origen territorial y otros que son contrarios a
la Constitución y las leyes". Pero es evidente que las declaraciones de
principio no son suficientes, la propia Mariela Castro lo reconoce:
"Estos obstáculos demuestran que aun los prejuicios son más fuertes que
las instituciones que queremos desarrollar".
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