Nuevos documentos prueban que el Gobierno de Roosevelt
halló evidencias de que Stalin había ordenado la matanza y evitó difundirlas
para no provocar su ira
O polaco Franciszek Herzog amosa unha foto do seu pai, Franciszek Herzog, executado polos soviéticos en Katyn en 1940. |
EL PAÍS
Madrid 11 SEP 2012 - 20:06 CET
Setenta y dos años después de una de las
matanzas más famosas de la II Guerra Mundial continúan apareciendo
detalles sobre todo lo que rodeó un episodio en el que el dictador Soviético,
Josif Stalin, ordenó el exterminio del cuerpo de oficiales del Ejército polaco
y de buena parte de la intelectualidad del país que se había repartido meses
antes con Adolf Hitler.
Entre abril y mayo 1940, los soldados soviéticos condujeron hasta el bosque
de Katyn, en territorio ruso, a un total de 22.000 polacos
y civiles polacos procedentes de varios campos de prisioneros. Durante varias
semanas en la espesura resonaron los disparos. Los prisioneros fueron asesinados
a tiros, utilizando armas alemanas. Aunque aliado entonces de Hitler, Stalin
queria culpar al nazismo de la matanza en el que caso de que algún día se
descubrieran. Milagrosamente algunos polacos lograron escapar con vida.
Ahora, documentos depositados en el Archivo Nacional de EE UU,
desclasificados esta semana, revelan correspondencia sobre este asunto entre el
presidente de EE UU, Franklin Delano Roosevelt, el primer ministro británico y
el dictador soviético. Corría 1943 y Stalin era enemigo de Hitler. Junto a
otros documentos, muestran como conocedores de la matanza, Washington y
Londres, no estaban interesados en airearla para no poner en peligro su alianza
con la Unión Soviética.
“Estamos interesados sólo en el asunto de Katyn si se muestra la
complicidad alemana”, reza un telegrama del servicio de inteligencia de EE UU
en respuesta a una oferta de información.
Desde Londres, el Gobierno polaco en el exilio y la Cruz Roja, presionaban
para investigar el asesinato en masa. “Me inclino a pensar que el primer
ministro Churchill encontrará el modo de imponerse al Gobierno polaco en
Londres para que en el futuro actúe con mayor sentido común”, escribía
Roosevelt en una comunicación. Por su parte en una carta a Stalin, Churchill se
oponía “vigorosamente” a cualquier investigación por parte de la Cruz Roja.
En un carta, Churchill le reenvía Roosevelt las afirmaciones de un
diplomático británico: “Nos hemos visto obligados a frenar a los polacos para
que no saquen a la luz pública el asunto, a desalentar cualquier intento del
público o la prensa de investigar a fondo esta fea historia”. “De hecho hemos
utilizado el buen nombre de Inglaterra para, como hicieron los asesinos con los
pinos, cubrir la matanza”. El primer ministro británico le solicita al presidente
estadounidense que le devuelva el documento para evitar filtraciones.
La matanza de Katyn es todavía objeto de controversias y
tensiones entre Polonia y Rusia. “Los aliados lo sabían pero con la guerra la
verdad no convenía”, destacó la presidenta de la Federación de Familias de
Katyn, quien expresó su deseo de que una vez que EE UU ha desclasificado sus
archivos, Rusia haga lo mismo.
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