domingo, 17 de marzo de 2013

Edith Tudor-Hart, fotógrafa de la explotación infantil en el Reino Unido y espía de la URSS


Redescubren la obra de una mujer que documentó la miseria de la Gran Depresión.
Sus imágenes de niños explotados y hambrientos y de injusticia social la hacían única entre los reporteros de su tiempo.
Mientras hacía fotos espiaba para los comunistas de la URSS y los servicios secretos británicos la tenían controlada.
ÁNXEL GROVE. 14.03.2013 - 15:32h
Edith Tudor-Hart no era una espía demasiado cuidadosa. Usaba como nombre en clave su nombre de pila, Edith, y no enmascaraba que tenía simpatía por el comunismo: acudía con frecuencia a las reuniones izquierdistas y actos de propaganda que se celebraban en Londres y retrataba a los dirigentes marxistas ingleses.
Sin embargo, los servicios de inteligencia británicos tenían claro que espiaba para la URSS y la controlaban de cerca. Se considera que fue la encargada de captar a Kim Philby, alto cargo del espionaje británico y, al mismo tiempo, topo de los soviéticos.
Primera catalogación de los archivos
Acaso por su extraña forma de vida, la obra fotográfica de Tudor-Hart nunca emergió de un segundo plano. La injusticia se soluciona ahora con la exposición Edith Tudor-Hart: In the Shadow of Tyranny (Edith Tudor-Hart: a la sombra de la tiranía), producto de la primera investigación y catalogación a fondo de los archivos de la fotógrafa-espía. La muestra está en cartel hasta el 26 de mayo en la Scottish National Portrait Gallery de Edimburgo.
De la exposición, que incluye 80 fotografías, casi todas inéditas, libros de notas y una selección de libros y revistas que publicaron trabajos de Tudor-Hart, emerge la figura de una reportera que documentó con intensidad las consecuencias en el Reino Unido de la Gran Depresión de los años previos a la II Guerra Mundial. La durísima realidad social de este tiempo —mendicidad infantil, explotación laboral de los niños, infraviviendas hacinadas y hambre— es el tema único que interesaba a la fotógrafa.
Del judaísmo al ateísmo
Nacida en Viena (Autria) en 1908 como Edith Suschitzky era hija de una familia judía de idelogía comunista . Su padre, que había militado en la socialdemocracia, renunció a la religión judía para confesarse ateo tras la Revolución Soviética de 1917 y abrió la primera librería obrerista de la capital austriaca.
Edith, que había trabajado como profesora en una guardería inspirada en los métodos de la pedagoga social María Montessori y estudiado fotografía en la Bauhaus, frecuentó los círculos comunistas de Viena e intentó hacer carrera como fotoperiodista secundando la idea de que la fotografía debía ser un arma antifascista. En los años posteriores a la I Guerra Mundial comenzó a actuar como informante del Partido Comunista de Austria y, por extensión, de los soviets de la URSS.
Sus actividades políticas y la ascendencia racial judía la convirtieron en objetivo de las autoridades austriacas. La Policía la detuvo bajo la acusación de espionaje y debía hacer frente a una posible pena de prisión. Escapó de la tesitura casándose con un médico inglés de ideología socialista y muchas influencias, Alexander Tudor-Hart, y logró cambiar la posible sentencia por la deportación. En 1933 se estableció con su marido en Londres.
Dialogo fotógrafo-sujeto
En el Reino Unido mantuvo sus creencias ideológicas y publicó fotografías en revistas cercanas a los grupos comunistas ingleses. Aunque sus retratos de víctimas de las miserias y la injusticia social introdujeron en la isla el método de dialogo entre fotógrafo y sujeto que era común en el continente, la obra de Tudor-Hart peca de inmovilismo y falta de movimiento. La intensidad, sin embargo, anula cualquier reparo estético.
Sus actividades como espía para la URSS la condenaron a la vigilancia estricta por parte de los servicios de inteligencia británicos y al ostracismo en los círculos fotográficos. A partir de 1950 se vió obligada a abandonar la cámara, pero siguió actuando como contacto e informante de los soviéticos.
La recuperación de la obra fotográfica de Tudor-Hart, que murió en 1973 en Londres, es "emocionante" porque revela "imagenes potentes" que "iluminan un período turbulento de la historia de Europa", dice Christopher Baker, director de la Scottish National Portrait Gallery.

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