Sólo unos metros separan sus países, pero pueden ser los metros más
peligrosos del mundo. Los estados que forman esas fronteras, estén o no en
conflicto, han cultivado la hostilidad en el límite de su territorio
Altas vallas de espino herméticamente cerradas, zonas despobladas y
ultramilitarizadas, o incluso la falta de frontera —la anarquía— hacen de estos
lugares las fronteras más peligrosas del mundo. Estas son cinco de
ellas.
México – USA
Drogas, inmigración y climatología extrema hacen del límite
entre el país más rico del mundo y México, uno de los lugares más inseguros y
peligrosos. 18.500 agentes estadounidenses —seis agentes por kilómetro— patrullan
la línea divisoria entre ambos países.
Los dos cárteles más importantes, los Zetas y Sinaloa, mueven
aproximadamente el 80% del mercado, y ambos se dividen el
control de prácticamente los 3.100 kilómetros de frontera. De
los aproximadamente 70.000 asesinatos del narco desde 2006, un alto
porcentaje se comete en los estados mexicanos fronterizos.
265.000 mexicanos fueron detenidos en 2012
intentando cruzar la frontera. Hoy hay cerca de 11 millones de indocumentados
en EEUU, de los cuales, en 2010, el 60% eran mexicanos, según datos del
gobierno estadounidense. Aun así, la inmensa mayoría, a pesar de no ser
mexicano, también accede a través de esta frontera. Todos se exponen a
los robos, secuestros y asesinatos del narco mexicano.
Corea del Norte – Corea del Sur
La zona «desmilitarizada» no hace honor a su nombre. Es la región con
más presencia militar del planeta por metro cuadrado. A lo largo de sus 250
km de largo, 4.000 metros separan Corea del Norte y Corea del Sur.
«Aproximadamente, dos millones de soldados flanquean la zona», comenta
la especialista en Corea, Gracia Abad.
El área, de cuatro kilómetros de ancho, apenas ha contactado con el
hombre desde su creación, y aún mantiene restos de la guerra. Zonas
minadas, trampas para tanques, hasta restos de soldados que murieron en los
ataques.
Los conflictos son esporádicos. Corea del Norte provoca y amenaza con
sus constantes pruebas
nucleares. EEUU y Corea del Sur responden, pero sin llegar nunca
al enfrentamiento directo. El peligro de esta frontera es un despojo de la
Guerra Fría, pero existe el riesgo de que esa tensión estalle y vuelvan los
ataques.
Gaza – Israel
Los misiles, cohetes y bombardeos surcan el cielo de la frontera entre
Israel y la Franja de Gaza. Gobernada por el partido islamista radical Hamás.
Buena parte del peligro viene de ahí, del cielo, porque en la tierra les separa
un muro de 8 metros de altura.
Desde que Hamás tomó el control de la zona, la Franja de Gaza se ha
convertido en una cárcel impermeable de 360 km cuadrados. Israel ejerce
un estricto bloqueo en tierra y mar sobre todo lo que podría entrar al
territorio: alimentos, materiales de construcción, combustible…
Su muro separa la guerra más larga de la historia, y es la frontera que
acumula mayor número de muertes. 1.749 personas han fallecido aquí
entre 2008 y 2012, a los que habría que sumar los más de 5.000 entre la
Primera y Segunda Intifada, según los datos del centro de información B’Tselem.
Siria – Turquía
La guerra civil que hoy azota Siria está estancada en asesinatos crónicos,
sin atisbo de solución. Los 900 kilómetros de frontera con Turquía se
han convertido en la única salida para cerca de 200.000 refugiados, y la
dictadura de Asad ha acusado al gobierno turco de colaborar con los «terroristas».
Restos de la munición de la represión caen en tierras turcas. Restos que ya
han matado a algunos ciudadanos ajenos al conflicto. Ante el peligro, la
OTAN ha desplegado seis baterías de misiles Patriot en tres provincias
turcas fronterizas, con el objetivo de defender a este país de hipotéticos
ataques sirios.
Los vuelos de cazas turcos intimidan a los helicópteros de Asad que
bombardean las ciudades sirias más próximas a la frontera. Además, Turquía
mantiene aproximadamente 250 tanques extendidos por la frontera. La
tensión aumenta.
Afganistán – Pakistán
Un territorio sin ley, sin gobierno, sin un orden más que el de las
tribus que allí residen. Aquí, más que una frontera peligrosa, la
ausencia de frontera es el peligro. Ni siquiera el gobierno de Afganistán
reconoce la línea de 2.400 kilómetros que le une con Pakistán.
Su territorio, climatológica y geográficamente extremo, plagado de viejas
minas, es el escondite y terreno de juego perfecto para los terroristas
islámicos. Los ataques aéreos de occidente son comunes y regulares,
una característica más de la zona. Además, el gran tráfico de drogas se
aprovecha de la anarquía del territorio.
Asimismo, los choques entre las fuerzas de seguridad
de ambos países han dejado numerosos soldados y oficiales muertos.
Pero ambos bandos se enfrentan a la amenaza diaria de Al Qaeda, que es el
verdadero gobierno de la región.
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