Dos películas críticas con la ocupación de los
territorios optan a la estatuilla al Mejor documental El director de una de
ellas fue retenido por la policía al llegar a EE UU
DAVID
ALANDETE Jerusalén 21 FEB 2013 -
01:49 CET
Dos largometrajes producidos en parte por Israel y críticos con la
ocupación de Palestina, Cinco cámaras rotas y The gatekeepers, se
enfrentan este año en la categoría de mejor documental en los Premios Oscar que
la Academia de cine estadounidense entregará el próximo domingo. Ambos recogen
puntos de vista que en principio parecen opuestos, el del ocupador y el del
ocupado. Frente a los poderosos exdirectores del Shin Bet, la agencia de
seguridad interior de Israel, que protagonizan uno de los documentales, se
encuentran los habitantes de una pequeña villa amenazada en Cisjordania, el
tema del otro. Inesperadamente, ambas producciones llegan a una conclusión muy
similar: la de que la clase política de Israel ha desaprovechado la oportunidad
de hacer de los palestinos compañeros en la paz.
“Ganamos cada batalla, pero perdemos la guerra”, dice Ami Ayalon, director
del Shin Bet entre 1996 y 2000, en The gatekeepers, una coproducción
entre Israel, Francia, Bélgica y Alemania, dirigida por Dror Moreh. El
largometraje une las voces de seis exdirectores de la agencia que, retirados,
confiesan un profundo desencanto con la clase política y el futuro de la
ocupación. El Shin Bet se creó en 1949 para garantizar la seguridad del Estado.
Tras la guerra de 1967, y la ocupación, comenzó a operar en territorios
palestinos. Reclutó a informantes árabes, y planificó y ejecutó ataques contra
radicales islámicos.
Que esos seis exdirectores del Shin Bet hayan participado en el documental
es en sí toda una gesta. Hasta hace bien poco, cuando ocupaban el cargo, se les
conocía por una inicial, y su identidad solo se revelaba cuando se apeaban.
“Cuando abandonas este trabajo, te conviertes un poco en un izquierdista”,
confiesa en el documental Yaakov Peri, director de la agencia entre 1988 y
1994.
Los entrevistados en The gatekeepers ven los problemas de Israel en
términos relativos, en escalas de gris. Se quejan de que los políticos de los
que dependen les piden retratos en blanco y negro. “Para otros [EL ENEMIGO] yo
también soy un terrorista”, comenta Yuval Diskin, director de la agencia entre
2005 y 2011. “El que para uno es un terrorista, para el otro es un luchador por
la libertad”.
En el otro extremo de la narrativa se halla Cinco cámaras rotas,
documental producido a caballo entre los territorios palestinos, Israel y
Francia y codirigido por el israelí Guy Davidi y el palestino Emad Burnat. Este
último llegó a Los Ángeles el martes para participar en la ceremonia de entrega
de los Oscar, y fue retenido temporalmente por los servicios de inmigración de
Estados Unidos, junto a su esposa y su hijo de ocho años. Quedó en libertad
pronto, pero a activistas como Michael Moore no se les pasó por alto el hecho:
“Al parecer los agentes de Inmigración y Aduanas no podían entender cómo un
palestino puede ser finalista al Oscar”, se quejó en Twitter Moore, que logró
el Oscar al mejor documental por Bowling for Columbine.
Burnat obtuvo una cámara de vídeo en 2005, justo cuando el Ejército de
Israel comenzaba la construcción del llamado muro de seguridad en la
villa de Bilin, a la que quería separar del asentamiento judío de Modiin Illit.
Los residentes palestinos de Bilin vieron peligrar muchas de las tierras que
emplean, sobre todo, para el cultivo de olivos, y decidieron protestar cada
semana. Burnat grabó esa campaña de desobediencia civil durante varios años, en
los que hubo cargas policiales, heridos y algunas muertes. En el camino se le
rompieron cinco cámaras, las que dan título al documental.
“Lo que en Bilin nos gustaría que sucediera con este documental es que la
comunidad internacional vea por lo que nos hace pasar Israel”, asegura Mohammed
Khatib, de 38 años, uno de los protagonistas de la película, detenido varias
veces. “Que vean el aislamiento, que vean cómo es la ocupación, y que hagan
presión sobre sus Gobiernos”. Posteriormente se añadió Davidi, un director
israelí que le propuso condensar sus horas de grabación para dar forma a una
historia que es más una narración subjetiva y un alegato político que un
documental al uso. Burnet y los otros residentes de Bilin cuentan sus años de
lucha y rebeldía, con el momento crucial de 2007, en que la Corte Suprema de
Israel ordenó al Ejecutivo cambiar el trazado del muro para preservar el lugar
que los palestinos consideraban que era suyo por derecho.
Ambos compiten en su categoría contra La guerra
invisible, otro filme con tema bélico, en su caso la investigación de las
múltiples violaciones a soldados en el Ejército estadounidense; How to
survive a plague, sobre la lucha contra el sida, y Searching for sugar
man, la vida del rockero de Detroit Sixto Rodríguez, que se estrena mañana
en España. Todos participan en una ceremonia que cambia de nombre. Los Premios
de la Academia abandonan su nomenclatura oficial y se denominan los Oscar.
Porque Oscar es el apelativo popular, pero la gala se bautizaba hasta ahora con
su número de edición y el término oficial: es decir, este domingo se celebran
los 85º Premios de la Academia. El coproductor de la gala Neil Meron asegura
que al menos este año se saltan la oficialidad y se denominarán los Oscar 2013.
O sencillamente, los Oscar. Lo que no quiere decir que sea una decisión
inamovible: Teni Melidonian, portavoz de la Academia, lo ha confirmado para
este año, pero ya verán en 2014.
Ningún comentario:
Publicar un comentario