domingo, 8 de decembro de 2013

Arte degenerado: aquel verano de 1937 en Múnich


Por: EL PAÍS | 04 de noviembre de 2013 por Ángeles García
Siempre se ha sabido que no hay nada peor que un artista frustrado para juzgar las obras ajenas. Si además ese supuesto artista es un mediocre obsesivo con poder, el resultado es terrorífico. La historia se ha ocupado de Adolf Hitler por el genocidio de seis millones de judíos. Su historial criminal ha dejado poco espacio en las enciclopedias como para saber que en su adolescencia y juventud lo que quería era ser pintor. Pero la Academia de Bellas Artes de Viena le rechazó en dos ocasiones, en 1907 y 1908. Sus bucólicos paisajes campestres o sus insípidos retratos no despertaron ningún interés.
La figuración trasnochada que a él le emocionaba, no suscitaba más que indiferencia en un comienzo de siglo en el que las vanguardias artísticas iban por otros derroteros. El episodio no es banal para entender el profundo odio que Hitler sentía por el arte. El Nacionalsocialismo optó por un arte lleno de escenas campesinas y de guerra con personajes cuyo canon de belleza se acerca al de los héroes clásicos. Todo lo demás fue calificado de arte Degenerado, un término utilizado por En 1892, el crítico de arte alemán Max Nordau en un ensayo titulado Entartung (Degeneración), en el que entonces descalificaba a los prerrafaelitas y a los simbolistas, calificándoles de perturbados mentales. Con el pretexto de que el Estado tenía que impedir que se expandiera la locura espiritual entre la población alemana, el gobierno nazi ordenó clausurar museos de arte moderno por toda Alemania y confiscar todas aquellas obras (se estima que más de 16.000) que no podían ser más que abortos de “cerebros enfermos de judíos o agitadores bolcheviques”, argumentaron.
El Cubismo, el Surrealismo el Dadaísmo y todo aquello que no fuera realismo alemán, pasó a ser arte degenerado. Entre los autores condenados estaban los nombres de casi todos los grandes artistas de finales del XIX y comienzos del XX. Y para que todo el mundo tuviera claro lo que era Arte y lo que no lo era, Hitler mandó organizar una exposición itinerante que arrancó en Múnich en el verano de 1937, el 18 de julio y que después seguiría por otras ciudades germánicas. Se tituló “Entartete Kunst” y se mostraron 650 obras de los artistas proscritos: Monet, Manet, Renoir, Pissarro, Gauguin, Van Gogh, Cézanne, Picasso, Mondigliani, De Chirico, Chagall, Braque, Grosz, los componentes del grupo “Die Brücke”, Matisse, Klee, Kandinsky.... Las pinturas (y alguna escultura) procedían de 32 museos públicos y de particulares a los que se les habían arrebatado sus colecciones. Del resto, hasta completar las 16.000 confiscadas, nunca más se supo. Algunas fueron quemadas en plazas públicas, pero otras fueron rescatadas por especuladores sin escrúpulos para enriquecer sus arcas.
 Las 1.500 obras maestras encontradas esta semana en el apartamento de Cornelius Gurtlitt, en Múnich hacen sospechar que los depredadores las escondieron sin ninguna intención de devolvérselas a sus legítimos propietarios y que durante todos estos años, algunos pueden haber conseguido enormes ganancias negociando con el horror del nazismo.

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