domingo, 22 de decembro de 2013

El hombre que consiguió la liberación de Mandela


Jean-Yves Ollivier cuenta por primera vez después de 30 treinta años la conspiración internacional que organizó en los 80, conllevando la liberación de Mandela. Lo hace en la película Plot for Peace, que se estrena el jueves en España
BEGOÑA PIÑA Madrid 04/12/2013 publico.es

"Mandela no sabe nada de mí. ¿Qué importa? La partida ha terminado". Son palabras de Jean-Yves Ollivier, un hombre de negocios francés de origen argelino, que conspiró en nombre de la paz y consiguió -después de negociaciones secretas, reuniones al más alto nivel e incluso intercambio de prisioneros a costa de su propio dinero- la liberación de Nelson Mandela.
Monsieur Jacques -nombre con el que operó todo aquel tiempo- ha mantenido esta historia en silencio durante 30 años y ahora, con algunos de sus protagonistas desaparecidos, ha decidido contarla. Lo hace en la película documental Plot for Peace. Narrada en forma de thriller político, es una producción de la fundación African Oral History que codirigen el español Carlos Agulló y la sudafricana Mandy Jacobson, que ha conquistado importantes premios y que se estrena ahora en España.
"Mi complot por la paz estaba funcionando", dice en un momento de la película Jean-Yves Ollivier, un hombre de negocios para quien la mediación política es una especie de deporte de alto riesgo en el que está altamente especializado.
Argelino de nacimiento, tuvo que salir de su tierra con su familia en 1962. En París pasó en la cárcel siete meses que le marcaron la vida -"Si no hubiera vivido aquello, no sería hoy la misma persona"-. Después de aquello no se sabe mucho más de este hombre, que en los 80 llegó a la Sudáfrica del Apartheid, donde vio que los blancos podían vivir un destino parecido al que sufrió él mismo. "La discriminación racial debía llegar a un fin pacífico negociado". Y se puso manos a la obra.
Se reunió con presidentes y altos cargos de al menos seis estados, entre otros, Cuba y EE.UU. Se puso en contacto con movimientos armados, líderes de los ejércitos, guerrillas...  y organizó un intercambio de prisioneros, clave para la firma del Protocolo de Brazzaville (diciembre de 1988), con el que se negociaba el fin de la guerra del Cono Sur africano, se abría el proceso de independencia de Namibia y la retirada de las tropas cubanas de Angola. Era el comienzo del fin del Apartheid.
¿Por qué ha guardado esta historia durante 30 años? ¿Por qué la cuenta ahora?
Quizá no me pareciera suficientemente interesante... Nadie más podía contarla, porque el único que tenía toda la historia, todo el conjunto, era yo. Ahora, después de bastante presión, me han convencido y he decidido hacer la película y escribir un libro.
¿No le parecía suficientemente interesante?
Cuando la gente normal sale de su vida normal, no se da cuenta enseguida. Se da cuenta bastante después. Entonces no lo creía, ni siquiera tomé notas de nada, no tengo ni una foto... Solo me quedé con los recuerdos en la memoria.
30 años después, ¿qué siente cuando mira atrás y piensa que usted ayudó a liberar a Mandela?
Yo participé en una serie de acontecimientos que llevaron a la liberación de Mandela, pero no lo hice yo solo. El Apartheid tenía que morir, iba a morir. Y entonces había jóvenes en todo el mundo manifestándose en contra, ellos también contribuyeron. Lo que sí le concedo es que lo que hice abrevió el camino de su liberación.
Es evidente que no ha necesitado el reconocimiento de otros, pero al menos sentirá una gran satisfacción personal, ¿no?
Sí. Cada vez que pienso en el momento en que apareció Mandela, cuando le liberaron, en el Estadio de Soweto, donde solo había 15 blancos, yo, entre ellos... esos gritos, esos cantos... una emoción extraordinaria se apodera de mí. Hoy, pienso en aquello, y vuelvo a sentir esa misma emoción. Así que sí, mentiría si dijera que ahora no siento cierto orgullo y satisfacción.
Usted es un hombre de negocios, todo aquello ¿hubiera podido hacerlo sin el dinero que tenía?
Seguro que no. La suerte es que yo tenía los medios para hacerlo. Aunque debo decir que si lo hubiera calculado antes, igual no lo hubiera llevado a cabo, porque no sabía cuánto dinero sería y la máquina necesitaba seguir siempre en marcha. También depende de lo que haga uno con el dinero.
En su pasaporte pone ‘jubilado', pero usted mismo ha dicho que "de jubilado, nada", ¿sigue haciendo trabajos de mediación política o solo negocios?
Ambos. Y no solo en África. He ayudado a la paz en otras circunstancias, pero no puedo hablar de ello.
Tras el intercambio de prisioneros en Maputo, una de sus grandes apuestas entonces, se fueron los 20 aviones que habían aparecido y se olvidaron de usted, que se quedó solo en el aeropuerto. ¿Qué sintió entonces?
Esa noche en Maputo, había, efectivamente, 20 aviones allí gracias a mí. Me sentí como el maestro del mundo y, justo después, me sentí como el maestro de la nada. Pero la soledad es algo que me ha acompañado siempre en esta aventura. Yo no podía revelar la más mínima parte de mi plan a los demás. Todos eran mis cómplices, pero ninguno podía entender el objetivo verdadero de la cosa porque ninguno podía conocer todo el plan. Así que rodeado de cómplices, me sentía más solo todavía.
Su historia demuestra que la voluntad de una sola persona puede cambiar muchas cosas.
Vivimos en un mundo lleno de ejemplos así. La película puede animar a la gente a tomar el destino en sus manos, a hacer ese servicio a la paz. Si hay algún mensaje en esta película es para los jóvenes, para que piensen que siempre se puede hacer algo. Si se consigue llegar con eso, la película valdría mucho. Y yo creo que la película va a llegar.

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