En suelo andaluz hubo 55 centros de reclusión para unas 100.000 personas
que el régimen franquista usó como mano de obra forzada y elemento económico
vertebrador.
No eran campos de exterminio, salvo excepciones como el de Las Arenas en
Sevilla, donde falleció la mitad de los reclusos.
Los presos políticos trabajaron tanto en obra privada como pública, caso de
El Colector en el barrio sevillano de Heliópolis, que será señalizado como
homenaje a las víctimas con permiso de las entidades implicadas.
Juan Miguel
Baquero 06/12/2013
– eldiario.es
Al apuntar el término 'campo de concentración', el imaginario colectivo
aterriza en los centros nazis de exterminio. Pero existe una parada preliminar:
el uso del esclavo como pilar fundacional y vertebrador del franquismo. En
suelo andaluz, unos 100.000 reclusos pasaron por alguno de los 55 recintos que
sortearon la aniquilación física del adversario, como finalidad única, para
convertirlos en mano de obra gratuita al servicio de empresas privadas e
instituciones públicas.
Caso, paradigmático, del Ayuntamiento de Sevilla por los campos de
concentración de El Colector, ubicado en la barriada de Heliópolis, y el de Las
Arenas, en la cercana población de La Algaba. En el primero se tiró de trabajo
forzado para una obra pública, y será señalizado para honrar la memoria de aquellos
esclavos del franquismo. El segundo es una excepción: fue un centro de
exterminio donde murió la mitad de su población reclusa.
Las cifras en España quedan, según las investigaciones realizadas, lejos
del Holocausto provocado por la Alemania nazi y sus fábricas de la muerte.
Aún así, el incipiente régimen franquista y la jerarquía circundante acumuló
–sin contar los batallones de soldados– medio millón de personas en 180 campos
de reclusión. Desde el mismo verano de 1936 se fundó un sistema esclavista,
perfeccionado hasta alcanzar su máxima expresión con la creación del Patronato
Nacional para la Redención de Penas por el Trabajo (PRPT).
Bien o mal, aquellos enjutos cuerpos apresados servirían incluso para obras
faraónicas. Pero no sólo. También llevaron a cabo arreglo de calles, construcción
de viviendas, recogida de cosechas o labores domésticas las mujeres, en
situaciones no exentas de acoso sexual. Era, apuntan historiadores como José
María García Márquez, la explotación planificada de los vencidos.
En estos campos de trabajo, explica García Márquez, "no murieron
muchos presos ni tampoco en los batallones de trabajo, es más, murieron muy
pocos". "La alimentación evitó esas muertes masivas", una
"gran mortalidad" –especifica– que sí se dio en "prisiones,
penales, cárceles y en campos de indigentes y mendigos".
Como en Las Arenas. Allí se recogían, cuenta, a "indigentes, mendigos,
indocumentados o pobres, en general, que retiraban de las calles de
Sevilla". Unos 300 reclusos (en 1941 y 1942) a los que,
"sencillamente, los fueron dejando morir de hambre, uno tras otro sin que
nadie moviera un dedo". La "escalofriante" cifra de muertos:
144. Un "porcentaje altísimo". Hoy, aquel edificio permanece aislado,
en ruinas, cerca de un polígono industrial con el mismo nombre.
De El Colector, sin embargo, no queda ni rastro. Más de 500 esclavos del
franquismo construyeron el desagüe municipal de Heliópolis desde unas
instalaciones que ocuparon terrenos propiedad de la Confederación Hidrográfica
del Guadalquivir (CHG) y la Autoridad Portuaria de Sevilla, y están cedidos al
Consistorio sevillano. Prisioneros que hoy estarían a la sombra del puente del
Quinto Centenario y cerca de la dársena del Puerto Este.
Hace años, el movimiento memorialista lanzó una petición –nace del grupo de
trabajo de CGT-A– para colocar "una inscripción junto a un pequeño
monumento" y honrar a aquellos "presos políticos". Un homenaje
que, según fuentes consultadas por eldiario.es/andalucia,
ha recibido el visto bueno de CHG y Ayuntamiento de Sevilla y se materializará
una vez finalicen las obras del parque en construcción sobre el antiguo cauce
del río Guadaíra.
¿Se construyó el régimen franquista sobre la fuerza del trabajo esclavo?
"Es indudable", responde García Márquez. Partiendo del objetivo
primario "de recluir a todas las milicias republicanas en campos de
prisioneros", desde donde eran "clasificados", llegó al
"uso masivo de trabajadores a unos costes ínfimos". El sueldo eran 2
pesetas al día y el sistema carcelario descontaba 1,5 en concepto de manutención
y vestimenta.
Francisco Franco decía en su discurso ante el Consejo Nacional del
Movimiento, año 1944: "Si se visitasen los establecimientos penales de los
distintos países y se comparasen sus sistemas y los nuestros, puedo aseguraros
sin temor a equivocarme que no se encontraría régimen tan justo, católico y humano
como el establecido desde nuestro movimiento".
Para el investigador José Luis Gutiérrez Molina, el franquismo tenía tres
pilares fundamentales. Uno: el ejército, que como "característica especial
del fascismo español" controlaba "todo, desde la justicia hasta la
economía". Dos: la corrupción, se trató de "un régimen absolutamente
corrupto, desde la altura hasta la base". Y tres: el trabajo esclavo, que
beneficia "al Estado franquista y a empresas privadas", convirtiéndose
en "elemento vertebrador".
En Andalucía, se dan los primeros campos de concentración y trabajo forzado
en zonas donde ya no hay operaciones militares. Hubo trece instalaciones en
Granada, once en Córdoba y Sevilla, ocho en Jaén, cuatro en Cádiz y Málaga,
tres en Huelva y uno en Almería. Alguno, como el de Los Merinales, con
diferentes usos hasta 1956, dos décadas después de iniciada la guerra civil.
Una "empresa", en suma, con fundamento económico
y de reeducación mental, al servicio "de lo público y lo privado" y,
en palabras de Gutiérrez Molina, muy presente en la "primera orientación
autárquica del régimen franquista", un proyecto
"concentracionario" –aunque alejado de la "política de
exterminio" presente en la denominada por Francisco Espinosa "matanza
fundacional"–, sin el que el franquismo "no sería comprensible".
Como dice un personaje en la obra Por el río abajo de Alfonso Grosso y
Armando López Salinas: "¡Así aprenderán los rojillos a no insultar
a los señores!".
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