'Metílico, la bebida de la muerte' es el documental recién estrenado en
homenaje a las víctimas de una tragedia de que trató de ocultarse por motivos
económicos y políticos hace ahora medio siglo.
EVA RODRÍGUEZ / SINC MADRID 01/12/2013 publico.es
Emilio
Rodríguez se despertó una mañana de 1963 en su aldea de A Pena (Ourense), se
asomó a la ventana para ver sus viñedos y todo estaba nevado. Era pleno mes de
agosto. Se fue al baño, se miró al espejo y allí también nevaba. Minutos
después perdía la vista para toda la vida. La noche anterior se había tomado una
copa de licor café de garrafa que provenía de las bodegas de Rogelio
Aguiar.
Han pasado
cincuenta años de esto, un caso real con el que arranca el documental del
director de cine Emilio Ruiz Barrachina. Lo acaba de estrenar en el Festival
Internacional de Cine de Ourense y se emitirá próximamente en la Televisión
de Galicia y en La 2 de Televisión Española.
El trabajo
audiovisual narra los hechos del denominado ‘caso del metílico', el mayor
envenenamiento masivo de la historia de España provocado por metanol o
alcohol metílico, y que por intereses políticos y económicos trató de ocultarse
en la época. Como consecuencia, muchos de los fallecimientos fueron registrados
como muertes naturales.
"La
bodega de Rogelio Aguiar no vendía el alcohol con su sello, sino que lo
distribuía en garrafón a otros bodegueros para que lo embotellasen. Se sabe que
compró en Madrid 75.000 litros de alcohol metílico porque, según
manifestó, le dijeron que se podía consumir si se rebajaba con agua. El alcohol
que compró estaba destinado a la fabricación de combustible de aviones",
explica Ruiz Barrachina.
La realidad
era que el alcohol metílico costaba la mitad que el etílico y quería
hacer negocio. Con esos 75.000 litros, él fabricaría un total 125.000 que
pondría a la venta a bodegas de toda España en garrafas. Uno de los lugares
donde llegaron primero fue Lanzarote, porque había un bodeguero en Vigo con muy
buenas relaciones con Canarias.
"Es por
eso que la primera persona que relaciona el consumo de determinadas botellas de
alcohol con los fallecimientos y la ceguera es una farmacéutica canaria, Elisa
Álvarez. A partir de ahí empieza la investigación. Pero la tragedia se
extiende por toda España, y donde más incidencia tiene es en Galicia",
añade el director de cine.
"El
metanol produjo en aquel momento una tragedia que a veces se reproduce por la
ignorancia de la gente. Este producto tóxico se absorbe y se metaboliza en el
hígado creando ácido fórmico y formaldehído. El primero provoca problemas
digestivos y síntomas de embriaguez -como una intoxicación etílica-, y el
formaldehído ataca a la retina y causa la ceguera. La muerte sobreviene porque
una vez absorbido pasa rápidamente a los órganos y puede provocar un coma",
declara Rosario Moyano, catedrática de toxicología de la Universidad de
Córdoba.
Por esta
intoxicación falleció sobre todo gente de extracto social bajo, consumidores de
aguardiente o licor café de garrafa. Al ser en su mayoría personas de los
pueblos y con pocos recursos, muchas de ellas se consideraron muertes
naturales.
Juicio
descafeinado por los intereses del franquismo
En el juicio
se mezclaron los intereses económicos y políticos del franquismo. El gobierno
de Franco iniciaba por entonces una costosa campaña para vender al exterior
que España se había modernizado y quería ofrecer nuevas oportunidades al
turismo.
"Si
este caso se llegaba a conocer y saltaba a los medios internacionales, como
tenía que haber sucedido, todo aquello se podía venir abajo y por eso trataron
de ocultarlo", apunta el director del documental. Por otra parte, España
continuaba recibiendo dinero de EEUU y este escándalo hubiera repercutido
en las relaciones con los estadounidenses.
Lo que se
hizo, de la manera legal que entonces creyeron más oportuna, fue plantearlo no
como homicidio involuntario, sino como un juicio de atentado contra la salud
pública, un mal menor. "Lo equipararon a vender productos caducados y por
ello el resultado es que solo se reconocen 51 muertes", subraya
Ruiz Barrachina.
Durante el
juicio hubo once imputados que fueron condenados, sin embargo, ninguno de ellos
llegó a cumplir íntegra su condena. Además, las cuantiosas
indemnizaciones que debían pagar a las víctimas nunca llegaron porque se
declararon insolventes.
El fiscal
del caso, Fernando Seoane, siempre defendió que solo con hacer un sencillo
cálculo matemático de lo que pueden producir 125.000 litros de alcohol
tóxico en el mercado, se podía saber la magnitud de la tragedia. Seoane
estimaba que las víctimas estuvieron por encima de 5.000, entre fallecidos y
personas que se quedaron ciegas.
El metílico
letal de Aguiar llega a Nueva York
Debido a las
enormes cantidades de alcohol metílico que vendió Rogelio Aguiar, algunas de
las garrafas llegaron incluso al otro lado del Atlántico, como indica el
escritor y periodista de investigación Fernando Méndez en su libro Metílico,
50 años envenenados, en el que está basada la película.
"En el
puerto de Nueva York fue intervenido un envío procedente de Vigo de bebidas
contaminadas con alcohol metílico, según recoge el sumario del caso. Debido al
descontrol de las autoridades sanitarias y de aduanas, no se sabe con exactitud
qué cantidad pudo llegar realmente. Lo que sí coincide en el tiempo, primavera
del 63, es la muerte masiva de vagabundos en la zona de Manhattan por
alcohol metílico, con bebidas baratas que provenían de garrafón. Los diarios se
hicieron eco de ello. Es mucha coincidencia", argumenta Méndez.
Su libro
está escrito a partir de una investigación de cinco años, de los más de 30.000
folios del sumario del juicio. "No sé si podría volver a abrir el caso
y aportar nuevas pruebas, pero creo que las víctimas merecen por lo menos
un reconocimiento social que no han tenido en los últimos 50 años",
subraya Méndez.
Un caso
difícil de repetir en España
Casos de
intoxicación y muerte por alcohol metílico suceden en el mundo todas las
semanas. En el caso de España, se continúa produciendo ‘aguardiente de casa'
fuera del control de un consejo regulador.
En Madrid se han
analizado este año 140 bebidas espirituosas. El 25% orujos de los cuales solo
uno incumplía la normativa
Sin embargo,
en la actualidad los controles de calidad del alcohol pasan por procesos
que hacen muy difícil que algo así pueda volver a repetirse. De ello se
encargan laboratorios como el de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid.
"Nosotros
actuamos de acuerdo con unas campañas analíticas que, tras la inspección y toma
de muestras, se llevan a cabo en nuestro laboratorio", apunta Emiliano
Rojas Gil, adjunto al jefe de departamento del laboratorio. En total en Madrid
se han analizado este año 140 bebidas espirituosas. El 25% fueron
orujos, de los cuales solo uno incumplía la normativa.
"Aplicamos
un reglamento que establece un contenido máximo de metanol. Los límites son,
por ejemplo, 1.000 mg/L para orujos, 2.000 mg/L en brandis y 1.500 mg/L en
aguardiente de hollejo de fruta. Si se sobrepasan, las bebidas están fuera
de la legislación y se consideran tóxicas", argumenta Rojas.
Este
año, el caso del orujo que llegó al laboratorio con límites por encima de lo
permitido se solucionó rápidamente según el protocolo de actuación. Hicieron un
análisis contradictorio con la empresa, esta corrigió su sistema de producción
y eliminó del mercado todo el producto. "La nueva partida ya reunía
las condiciones de acuerdo con el reglamento", asegura Rojas. Para que
casos como el del metanol de Galicia no vuelvan a suceder, y se pueda hacer
justica a personas como Emilio Rodríguez, sus historias no deberían caer nunca
en el olvido.
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