Raquel Castells denuncia, en su película 'A tiro de piedra de la cárcel',
la realidad de las detenciones de menores palestinos. Miles de niños son
acosados, detenidos, torturados, interrogados y encarcelados cada año
BEGOÑA PIÑA Madrid 20/11/2013
Los niños
palestinos se mueren de miedo. No es una expresión. Es literal. Los más
pequeños sufren tal angustia y tensión que su corazón de pronto se para,
agarrotado por el pánico. La primera vez que públicamente se verbalizó esta
aterradora tragedia fue hace diez años, lo hizo la escritora Kenizé Mourad.
Ahora, la directora vasca Raquel Castells saca a la luz una realidad
'invisible', la de las detenciones de los menores palestinos, que explica
buena parte de la ansiedad máxima de estos niños. Los menores palestinos saben
que en cualquier momento serán detenidos, interrogados, torturados y
encarcelados por el Ejército de Israel. A tiro de piedra de la cárcel,
ópera prima de Castells, es la denuncia de esta práctica, una de las más
crueles de los israelíes en su guerra contra los palestinos. Solo en el
pasado mes de septiembre, el poderoso Ejército de Israel detuvo a 179 niños
palestinos. De ellos, casi treinta tenían entre doce y quince años.
"Aquí
siento una paz interior que no he sentido nunca allí". Rami Ismael Abu
Haniyeh tiene dieciséis años, nació en el campamento de refugiados donde vive y
ésta es la primera vez que sale de él. En Madrid no ha visto ningún jeep con
soldados, duerme con la seguridad de que nadie entrará en su habitación de
madrugada con rifles en la mano. Hace dos años, tenía catorce, fue
detenido. Le acusaron de lanzar piedras contra un coche militar y le condenaron
a seis meses de cárcel. Salió a los tres meses gracias a un intercambio de prisioneros.
Esa reducción del tiempo le permitió seguir con su curso escolar y no tener que
repetir como muchos otros niños que llegan a estar en las prisiones de Israel
hasta dos años.
"Piensan
que su vida está destrozada"
"La
mayoría suele dejar el colegio. Se quedan en casa o están todo el día por la
calle. La cárcel les ha creado un trauma, tal frustración que cuando ven un
jeep vuelven a tirarle piedras. Piensan que su vida está destrozada. Ellos
quieren que los niños palestinos no tengan cultural", asegura este niño
adulto a la fuerza, que quiere ser abogado "para ayudar a los niños y a
los no niños, que no vivan mi experiencia".
En 44
años, 726.000 niños palestinos han sido detenidos. En los últimos once años, han
sido 7.500, muchos de ellos de doce años. Eso quiere decir que entre 500 y 700
menores son detenidos cada año, unos dos niños por día. Muchas veces lo hacen
en manifestaciones públicas, pero no es extraño que lleguen los soldados
israelíes de madrugada, tiren abajo la puerta de una casa, entren en las
habitaciones y detengan a los menores.
Generalmente
les aíslan. Les torturan, les impiden dormir en un par de días y después les
obligan a firmar confesiones, muchas veces falsas. "También abusan de
ellos", añade Raquel Castells. Una vez al año, cuando los chavales acuden
a su examen de selectividad, el que les permite acceder a la Universidad, el
Ejército de Israel organiza redadas contra ellos. Les detiene y, así, les
impide que estudien. Esa será la prueba que Rami pasará el próximo año y la hace,
así lo confiesan él y su madre, que cada día que se acercan a ello crezca un
poco más su inquietud.
"Si
no confiesas, te vamos a joder"
A tiro de
piedra de la cárcel no solo presenta el valiosísimo testimonio de algunos
menores, niños y niñas, como Rami, y de sus familias, o las declaraciones de
personas -palestinas e israelíes- implicadas en la lucha contra esta brutal
situación, sino que cuenta con imágenes de detenciones, golpes, incluso
interrogatorios. Son documentos que algunas organizaciones y abogados israelíes
han cedido a Raquel Castells para que las difunda.
"Corre,
deprisa, deprisa". Son los gritos desesperados de una madre que ve desde
la puerta de su casa cómo llega una furgoneta blanca israelí de la que salen
soldados armados que se lanzan hacia su niño. Yaled no parece tener ni diez
años. Le detienen. Es una de las imágenes más atroces de esta película, donde
se muestra a soldados pateando a menores, a tíos enormes interrogando a un
niño...
"Me
insultaban", recuerda un menor. "Si no confiesas, te vamos a
joder", dice otro que explica cómo le sacaron de su casa en plena
noche, le taparon los ojos, le ataron las manos y le tiraron al suelo. Una niña
explica cómo fue interrogada durante 28 días... "Me da miedo que vuelvan y
me arresten otra vez. Y tengo miedo por mi hermano pequeño".
Frustrante
y descorazonador
Son
confesiones que ha costado reunir, pero que constituyen hoy un documento
importantísimo en la lucha contra este ataque salvaje contra los derechos de
los niños. Sin embargo, desgraciadamente, demostrar la realidad no es
suficiente. Kenizé Mourad lo sabe bien. Autora de best-sellers (De parte de
la princesa muerta) muy rentables para las editoriales francesas, cuando
contó el día a día de los palestinos en El perfume de nuestra tierra vio
cómo se cerraban las puertas del mundo editorial que tanto la había mimado.
Ahora, la directora vasca Raquel Castells está viviendo una situación similar
con su película A tiro de piedra de la cárcel.
"Hemos
entregado la película a varias organizaciones, por supuesto a UNICEF. Nos
consta que se ha visto en Nueva York y Ginebra, pero todas estas instituciones
tienen muchas líneas rojas", dice Raquel Castells, quien confiesa:
"Es desalentador, frustrante, descorazonador. Sabemos que la película
lleva meses en algunas mesas y, al final, siempre es igual. ‘No podemos',
dicen. Esta es una realidad de la que no se habla, yo por lo menos pretendo que
con la película se hable de ello".
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