Un libro y una exposición redescubren a uno de los
primeros fotoperiodistas.
Escapado de la Alemania nazi, trabajó primero en París y
después en Nueva York.
Sus fotos exhalan la fuerte empatía que sentía por los
demás y que le permitía lograr retratos y fotos callejeras dinámicas pero,
sobre todo, profundas.
"Cuando me cruzo con una persona en la calle, quiero conocer su
historia". Fred
Stein (1909-1967) no podía evitar sentir atracción por los demás. No
era, como algunos fotógrafos callejeros, un cazador de momentos: deseaba
ir más allá, ahondar en la peripecia de las personas que convertía en
protagonistas de sus dinámicas imágenes. Dotado de un gran don de gentes,
hablaba con los
Aunque nunca se suele colocar a Stein entre los grandes maestros del sigflo
XX, su obra merece, por novedosa, una urgente relectura. Fue de los
primeros, por ejemplo, en tomar fotos espontáneas aprovechando la rapidez y
funcionalidad de las cámaras réflex de 135 mm, especialmente la Leica,
a la que consideraba la máquina de su vida. También fue un pionero de la
fotografía documental que se desarrollaría plenamente en los años posteriores a
la muerte del artista.
"El lugar histórico que merece"
El olvido de Stein queda paliado con la exposición Fotografien von Fred Stein, que se exhibe
en el Museo
Judío de Berlín hasta el 23 de marzo de 2014, y el libro Fred Stein. Paris, New York [200 páginas,
49,9 euros], que publica la editorial alemana Kehre.
Ambas iniciativas colocan al fotógrafo "en el lugar histórico que
merece", señalan los promotores.
Hijo de un rabino judío de Dresde, Stein se afilió a las juventudes
socialistas a los 16 años y estudió Derecho, pero en 1933, convencido de
que en Alemania le esperaba la muerte dada la persecución racista de los nazis,
escapó a París tras lograr convencer a las autoridades de que se marchaba
temporalmente con su esposa de luna de miel. En la capital francesa se dedicó
profesionalmente a la fotografía, sobre todo firmando reportajes callejeros.
Retratos a Einstein, O'Keefe, Chagall...
En 1943, después de la invasión alemana, la pareja y su hija escaparaon a
Marsella escondidos en los baños de un tren de pasajeros, y lograron
encontrar acomodo en un barco que viajaba a los EE UU. Establecido en
Nueva York, siguió retratando las calles y, a partir de 1950, se interesó por
los retratos. Firmó algunos notables a personalidades como Albert Einstein, Georgia O'Keefe y Marc Chagall.
Las fotografías más llamativas de este fotógrafo incansable y de enorme
humildad siguen siendo las escenas callejeras, cuando se confundía con el otro
para encontrar, "en solamente un segundo, aquel rasgo del carácter que sea
más característico que los demás".
En el libro que se edita ahora, la biógrafa de Stein,
Rosemary Sullivan, escribe: "Era un exiliado y fue el destino quien le
hizo vivir siempre como un forastero. Ese es el punto de vista de su visión:
el de un forastero por azar (...) Que se haya quedado fuera de los libros de
historia puede ser una cuestión de azar. Espero que ahora su obra sea
restaurada al lugar que merece".
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