Los textos del grupo activista W.I.T.C.H., que acaban de ser reeditados,
datan de 1968 pero siguen vigentes para el feminismo
El Grito de las Brujas, Voina, Pussy Riot, Femen o la Cofradía del Coño
realizan acciones que entroncan con la interpretación del patriarcado como
"caza de brujas"
Elena Cabrera 06/12/2013 – eldiario.es
En 1968, una guerrilla feminista pasó a la acción con los conjuros como
armas. Las hogueras y los hechizos resultaron ser no menos peligrosos que las
bombas, pero su existencia forma parte de la historia secreta de la
contracultura.
La historia que no es secreta y la cultura que no va a la contra no hablan
de W.I.T.C.H. (Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del
Infierno) en sus libros ni en sus periódicos. Pero las mujeres que formaron
este grupo fueron las primeras en toser al movimiento de la izquierda radical
que pretendía construir una nueva sociedad sin contar con el feminismo.
Boicot, protesta, manifiesto, ocupación
"Relegadas a una posición de espectadoras o taquígrafas en las
asambleas", escribe Susan Wildburg, "contemplaban cómo se repetían
los viejos esquemas machistas, la misma ideología patriarcal que habían sufrido
ellas mismas, sus propias madres y las madres de sus madres".
La militancia de los sesenta planteaba la lucha en términos
"femeninos" y no feministas. Entre sus propias filas, el debate sobre
el machismo resultaba "incómodo, áspero e ingrato". Nada que no
hayan vivido hoy en día los grupos feministas insertos en
movimientos sociales más amplios como el 15M, sin ir más lejos.
Las brujas de W.I.T.C.H. realizaban acciones directas: boicots,
manifiestos, ocupación de redacciones de periódicos, protestas delante de Wall
Street, escritura de textos, ruedas de prensa.
Estas brujerías biopolíticas no se han disuelto en el olvido gracias al
libro W.I.T.C.H.
Comunicados y hechizos, editado dos veces por La Felguera. La primera,
en enero de 2007. La segunda, con el texto inédito "Adiós a todo
esto", en septiembre de 2013.
Servan Rocha, el editor, quedó "impresionado" ante el hallazgo de
ese artículo, firmado por Robin Morgan, “actual icono del feminismo
radical", en palabras de Susan Wildburg. "Parece escrito ayer, está
hablando de nosotros", asegura Rocha, que hubo de recurrir a técnicas
"detectivescas" para localizar todos estos textos. En su opinión,
"a veces se abusa al denominar un libro como artefacto" pero, en este
caso, "sí es muy apropiado".
Durante su presentación, el pasado 8 de noviembre, las realizadoras del
programa de radio Sangre Fucsia
explicaron el hilo que une a estas mujeres de 1968 con otras mujeres feministas
de 2013: "Desde la Cofradía del
Coño de las Jornadas Feministas de Granada de 2009, pasando por el movimiento Yo Mango, que surgió en Barcelona en
2001-2002, siendo muy destacables las acciones de
Voina y las Pussy Riot
en Rusia".
Decían las W.I.T.C.H. que bastaba con repetir tres veces seguidas "soy
una bruja" para convertirse en una bruja. En sus aquelarres públicos,
recurrieron incluso a la iconografía clásica de las brujas de sombrero picudo y
escoba de paja.
"Las Voina son un colectivo artístico de toma de los espacios públicos,
en general edificios estatales o medios de transporte; son un grupo que fluctúa,
pero la mayoría de las Pussy Riot han pasado por él –precisan las locutoras de
Sangre Fucsia–. Mientras que la violencia de las acciones de las Voina destaca
sobre la forma en la que se presentan visualmente ellas, de las Pussy Riot
tenemos muy claro visualmente de quién hablamos. De hecho, este 'uniforme'
elimina sus identidades, pussy-riots sin nombre que podrían ser todas, que podría
ser cualquiera. Las camisetas o vestidos de colores, con medias o mallas de
otro color, y los pasamontañas crean un arcoiris bien visible en los tejados
donde dan sus conciertos clandestinos. Si tuviera que decir que las brujas, las
W.I.T.C.H., están entre nosotras, diría que las Pussy Riot son nuestras más
fervientes hermanas".
Estrategia de subversión
Para Robin Morgan, Anita Hoffman, Nancy Kurshan o Sharon Krebs, miembros de
W.I.T.C.H., la brujería es una estrategia de subversión. "La historia
oculta de la liberación de las mujeres –escriben en un comunicado– comenzó con
brujas y gitanas, porque son las más antiguas guerrilleras y luchadoras de la
resistencia, las primeras pro aborto practicantes y distribuidoras de hierbas anticonceptivas".
Estas mujeres descubren que el camino de la biopolítica se abre paso desde la
Edad Media hacia el 68, recogiendo el "nosotras parimos, nosotras
decidimos" hasta el día de hoy.
En esa misma década de los sesenta, Silvia Federici se convirtió en
militante feminista. Para entender "la guerra continua hacia las
mujeres" o caza de brujas y su relación con el capitalismo global
contemporáneo, nada mejor que su libro Calibán y la bruja,
una investigación sobre la persecución por brujería, los procesos de acumulación
de capital y el colonialismo a partir del siglo XVI. Dijo Robin Morgan que
"ser una bruja te ayuda muy poco si no tienes conocimientos de lo que te
está pasando, históricamente, como mujer".
En 2008, un colectivo feminista madrileño organizó un aquelarre en la noche de San Juan. Se
hicieron llamar El Grito de las Brujas y llevaron a cabo un ritual en torno a
la hoguera para "que arda el heteropatriarcado", inspirándose en las
acciones de las "hermanas" W.I.T.C.H.
En su "conjuro", estas mujeres reivindicaron a "las
barbudas, a las sucias, a las abuelas con perfume del todo a 100, a las
malolientes y hediondas, a la femme fatale de paso firme, a la camionera
de pelo en pecho", entre muchas otras diversidades. Reivindicaron su
derecho a "quemarlo todo, a crearlo todo, a no sentir miedo, a provocar
miedo, a subvertir, transgredir, desordenar, desbaratar, desobedecer, a
equivocarnos, a garabatear nuestro deseo, a penetrarnos las orejas, a
dildearnos el ombligo" porque los cuerpos "son campos de
batalla".
Este ritual, difundido en YouTube, fue copiado por otras
pequeñas comunidades, replicado, reformulado, de manera espontánea e
imprevisible. Tal y como hubiera deseado el colectivo W.I.T.C.H. o como sucedió
con el movimiento Riot Grrrl o el 15M. "Porque la brujería es rebelión",
gritaban en el aquelarre madrileño tras quemar dinero, un sujetador o el cuadro
de una virgen, "porque la brujería es poder, porque la brujería es nuestra
historia. ¡Porque brujas somos todas!".
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