Asociaciones, partidos e inmigrantes se muestran totalmente en contra de la
colocación de concertinas de cuchilla en el perímetro fronterizo de Melilla
El sistema fue retirado en 2007 debido a las muertes y graves lesiones que
se dieron durante los dos años anteriores
Jesús Blasco de
Avellaneda – Melilla 30/10/2013 – eldiario.es
"Aunque pongan 10.000 soldados armados no van a frenarnos",
comenta a sus compañeros un joven de Malí sentado en una piedra a las puertas del
Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) mientras observa hierático y
pensativo la sofisticada alambrada que separa Melilla de la provincia marroquí
de Nador.
Todos piensan lo mismo. Creen que las autoridades españolas no se quieren
dar cuenta de que realmente lo están pasando muy mal y que no les importa
jugarse la vida saltando la valla: "Ya estamos muertos, sin futuro, sin
vida".
A pocos metros, encaramados a unas largas escaleras de aluminio y ayudados
por un camión grúa, un grupo de operarios se afana en instalar en la valla metálica
exterior, la conocida como concertina barbada o concertina de seguridad: un
alambre de cuchillas afiladas que se fabrica y almacena en grandes bobinas pero
que a la hora de colocarse se expande como un muelle y puede llenar una gran
superficie con púas cortantes.
Este tipo de alambre mortífero fue utilizado en las guerras mundiales para
impedir el paso de las tropas enemigas y, hasta hace poco, se usaba casi únicamente
en los perímetros de seguridad de algunas cárceles y en el muro israelí en
Cisjordania, de ahí que muchos lo conozcan como "concertina o alambre
palestino".
En Melilla estuvo durante muchos años separando el territorio marroquí del
español y en 2005, tras construir la doble valla metálica, entonces de tres
metros de altura, se puso –además de a ras de suelo en la zona exterior–
coronando ambas paredes de acero.
El Defensor del Pueblo, en su informe anual, anunciaba con "grave
preocupación" que en su visita a Melilla durante la llamada crisis de
la valla de 2005 se apreciaba el despliegue de concertinas formadas por
alambre de cuchillas que ponían "en serio riesgo la vida y la integridad
de las personas", ya que su principal efecto práctico sería causar
"daños corporales a aquellas personas que intentaran traspasar las
vallas".
A pesar de estas y otras advertencias, las afiladas cuchillas permanecieron
dos años más hasta que en octubre de 2007, el entonces delegado del Gobierno,
el socialista José Fernández Chacón, anunció su retirada definitiva.
Consideraba este sistema "muy lesivo", después de que causara durante
años cientos de heridos, algunos de ellos muy graves.
En su lugar se instalaron una serie de medidas "menos lesivas y más
seguras", tales como sensores de movimiento, mallas antitrepa y un sistema
nuevo de mallazos inclinados que dificultaba sobremanera encaramarse a la
primera de las vallas. Todas esas actuaciones costaron más de 30 millones de
euros.
Ahora, seis años después, el actual representante gubernativo en Melilla,
Abdelmalik El Barkani, del PP, anuncia que se vuelve a llenar el perímetro
fronterizo de afiladas cuchillas con "una estructura similar a la que se
retiró en 2007", como "parte de una serie de medidas antintrusión",
con las que el Ejecutivo español pretende dificultar la entrada irregular de
inmigrantes.
La escritora y periodista francesa, Nicole Muchnik, escribió en noviembre
de 2009: "Vaya uno a saber a qué cabeza enfermiza se le ocurrió poner
concertinas, o sea, cuchillas en la parte superior del vallado interior que
separa Melilla de Marruecos y que ocasionaba terribles heridas".
No se para con sangre
El principal grupo de la oposición en la Asamblea de Melilla, Coalición por
Melilla (CpM), ha anunciado que está "totalmente en contra" de estas
medidas lesivas. El portavoz del grupo, Hassan Mohatar, asegura que no quiere
que se repitan "las terroríficas imágenes del pasado en las que se veía
gente colgando de las alambradas con cortes profundos y heridas que daban
escalofríos".
CpM cree que la inmigración debe ser controlada y que se deben tomar
medidas, pero nunca si corren serio peligro los inmigrantes: "Nosotros
somos una formación que representa a las personas y estaremos siempre a favor
de los derechos humanos por encima de cualquier tipo de actuación, máxime si sólo
sirve para frenar la inmigración irregular hiriendo a los inmigrantes".
La formación EQUO tiene muy claro que la inmigración nunca podrá frenarse
"poniendo vallas más altas y más peligrosas". Lo primordial es ir al
origen del problema, "que no está precisamente en Melilla, si no más bien
en Europa y el África subsahariana".
El portavoz de la formación en Melilla, Manuel Soria, insiste en que estas
medidas no impedirán que sigan viniendo los inmigrantes: "Lo harán por la
valla o por cualquier otro medio, sólo que los que lo hagan por la valla llegarán
con lesiones más graves o incluso muertos. No se puede parar el hambre y la
miseria con cuchillas y con sangre".
Las ONG y las asociaciones que trabajan con inmigrantes en Melilla no
pueden creer que después de tanta lucha y esfuerzo se dé otro paso atrás en la
política fronteriza: "Es inaudito. Increíble. Después de seis años de
haberse retirado, esto no tiene explicación alguna". Así de defraudado se
muestra José Alonso, portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos de Melilla
(APDHM), que explica cómo se retiró la concertina porque iba en contra de los
derechos fundamentales y podía causar daños irreparables en las personas.
Alonso piensa incluso que el interés económico de algunos puede estar detrás de
esta medida: "Costó mucho ponerla, costó mucho quitarla y ahora la vuelven
a poner de nuevo. No sé si están intentando hacer negocio o qué es lo que
pasa".
Nunca llegó a quitarse del todo
A pesar de todo el revuelo que está causando la noticia, lo cierto es que
la mayor parte del perímetro fronterizo ya contaba con mallas antitrepa y con
concertinas de cuchilla. La nueva medida únicamente viene a completar estos
dispositivos en los lugares donde no estaban todavía y a reforzarlos en las
zonas más sensibles o que cuentan con mayores intentos de entrada de
inmigrantes.
Este hecho ha sido denunciado públicamente en los últimos años por la
Asociación de Reporteros y Artistas Solidarios (Areas) y por la Asociación Pro
Derechos de la Infancia (Prodein). El presidente de esta última, José Palazón,
ya anunciaba en noviembre de 2007, cuando el Gobierno dio por concluido el
desmantelamiento de la concertina en la valla, que la medida no era más que
"un lavado de cara y una campaña de imagen".
Palazón volvió a denunciar este verano que gran parte del perímetro
fronterizo seguía contando con este tipo de armas lesivas, pero que peor era la
existencia de "armas letales", como es el caso de "las pelotas
de goma españolas o las escopetas de las fuerzas auxiliares marroquíes que han
causado muchas muertes y muchos heridos muy graves a uno y otro lado de la
valla en los últimos diez años".
El 16 de noviembre de 2007 concluían los trabajos de retirada del entramado
de alambre que coronaba las vallas perimetrales de Melilla y todos los medios
publicaban la noticia: "La concertina ya es historia". Pero lo cierto
es que únicamente se retiró de la parte superior de las vallas, pero nunca se
quitó la llamada "concertina de superficie", que permanece desde
entonces a ras de suelo en la parte exterior y que es más visible y evidente
cerca de los puestos de vigilancia marroquíes y en los límites de la ciudad al
norte –en el Barranco del Quemadero– y al sur, en el llamado Dique Sur.
"Estuve a punto de morir"
Pascal, un joven inmigrante subsahariano de 26 años de edad, contaba este
verano en el monte Gurugú cómo casi pierde la vida intentando entrar en
Melilla. Cuando se encontraba encaramado en lo más alto de la primera valla sus
pies resbalaron y cayó desde seis metros de altura a la concertina de cuchillas
situada en el lado marroquí.
Al intentar salir se desgarró todo el cuerpo quedándole incluso una nalga y
parte de la carne que rodea el omoplato izquierdo colgando. Notaba que se
desangraba pero hizo acopio de todas sus fuerzas y volvió a trepar por la
alambrada.
Finalmente consiguió entrar en Melilla aunque cayó al suelo exhausto y
sangrando a borbotones. Pensó que algún guardia civil, de la veintena que había
en la zona repeliendo el intento de entrada grupal, le auxiliaría y que su sueño
de llegar a España tendría un final feliz. Pero no fue así.
"Dos guardias me arrastraron hasta la parte marroquí y negociaron con
los alís –las fuerzas auxiliares marroquíes– para que se quedaran
conmigo. Luego alguien avisó a la ambulancia, que tardó mucho, y me llevaron al
hospital Hassani de Nador".
Allí permaneció dos días hasta que Médicos Sin Fronteras (MSF) se hizo
cargo de su caso. Fue trasladado de urgencia a Oujda, donde pasó varias veces
por quirófano. Tras tres meses de recuperación en planta, consiguió salir vivo
y tener fuerzas para volver al Gurugú e intentar de nuevo entrar a Melilla.
Estos hechos ocurrieron en un salto el 20 de octubre de 2012 a la altura
del puesto fronterizo de Mariguari. Casi un año después Pascal seguía escondido
en los bosques y había intentado llegar a Melilla en otras cuatro ocasiones.
"No voy a dejar de intentar entrar. Soy huérfano de
padre y madre y en mi país vivía en la calle, sin nada. Estoy aquí para entrar
en Europa, es mi única meta y no voy a parar hasta conseguirla. ¿Qué es lo que
puedo perder? No tengo nada".
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