Tres jóvenes arquitectas diseñan una
exposición que ofrece una mirada irónica sobre la crisis inmobiliaria
JOSÉ LUIS
ESTÉVEZ
- Santiago - 14/01/2012
El paisaje de
cadáveres inmobiliarios que se puede contemplar en Galicia y en el resto de
España ha inspirado a tres jóvenes arquitectas (reunidas bajo el sobrenombre de
Cadelasverdes) para ejecutar un proyecto con el que llamar la atención sobre
las consecuencias de la fiebre del ladrillo. La sede del Colegio de Arquitectos
de Galicia (COAG) en Santiago exhibe desde ayer una exposición fotográfica en
la que se muestra cómo sería la vida en esas casas que estaban destinadas a ser
habitadas y acabaron convertidas en ruinas. "Es un proyecto que nos sirve
para exorcizar demonios", señala Luz Paz, una de las arquitectas, "y
también es una forma de generar una reflexión sobre lo que está pasando".
En las
fotografías que forman la muestra el espectador puede ver como unas familias,
aparentemente normales, desarrollan su vida diaria en unas viviendas que han
quedado sin terminar. Los actores que han participado en el proyecto son
familiares de las propias arquitectas y el mobiliario empleado fue prestado por
empresas que colaboraron con la iniciativa. Las arquitectas realizaron una
labor semejante a la de un director de cine, ya que primero fotografiaron los
escenarios donde se iban a montar las escenas y luego instruyeron a los
improvisados actores para que posasen de la forma que ellas querían. La mayoría
de las fotografías fueron tomadas en inmuebles abandonados de la comarca de
Ferrol, ya que es donde residen dos de las impulsoras del proyecto.
Luz Paz
explica que la idea surgió hace un par de años, cuando comenzaba a agudizarse
la crisis inmobiliaria, y decidieron darle al proyecto el nombre de Spanish
Dream para ironizar sobre el hecho de que hace unos años parecía que la
única manera de la que un español podía ser feliz era llegar a ser propietario
de una vivienda. "Tener casa propia es un sueño típicamente español que no
se da en otros países de Europa. Yo misma conozco a parejas que incluso
decidieron vivir juntas en casa de una de sus familias con tal de poder ahorrar
para comprar un piso. Ahora muchos están en el paro y no tienen dinero ni para
pagar el piso, ni para alquilar", indica Ana Amado.
Según las
promotoras de Spanish Dream, las responsabilidades en esta especie de
locura colectiva en la que nos involucramos casi todos hay que repartirlas
entre distintas partes, en las que sobresalen los poderes públicos y los
bancos. Tampoco sus colegas de profesión quedan a salvo ya que detras de cada
una de los inmuebles en ruinas que aparecen en las fotografías hay un
arquitecto responsable. Paz recuerda que un informe realizado hace unos años
por el propio COAG señalaba que tan solo un 5% de los arquitectos colegiados en
Galicia dirigían todas las promociones inmobiliarias que estaban en marcha .
"El resto nos dedicábamos a otras cosas", añade, "lo que no
quita que hayamos tenido un papel activo en todo lo que ha pasado. Lo estamos
pagando con el desprestigio de la profesión y la falta de encargos".
Ellas mismas
tienen que afrontar la mala situación del sector. Ana Amado se ha trasladado a
Madrid en busca de mejores oportunidades, Marta Marcos también está pensando en
emigrar y Luz Paz, sin proyectos a la vista, se dedica a dar clases en la
Escuela de Arquitectura de A Coruña. Paz advierte de que Galicia está perdiendo
dinero invertido en formación y un capital humano importante. "Mmuchos de
mis alumnos están pensando en marcharse ante la falta de oportunidades que hay
aquí", lamenta.
Durante la
realización del proyecto confiesan habérselo pasado muy bien y reivindican que,
a pesar de todo lo sucedido, la figura del arquitecto sigue siendo necesaria.
"Se nos ha visto como unos mercenarios al servicio de los constructores y
la arquitectura no es eso", indica Luz Paz. "Nosotros somos los que
diseñamos los lugares donde vive la gente y esa es una labor
importantísima", reivindica Ana Amado. A pesar de todo, no pierden el buen
humor y llevaron la ironía hasta la inauguración de la muestra, donde los
cánapés habituales fueron sustituídos por bocadillos envueltos en papel de
aluminio, el almuerzo preferido por los obreros que levantaron los muertos
vivientes que ahora jalonan nuestra geografía.
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