Por: Blogs ELPAIS.com | 19 de enero
de 2012 Por BLANCA LÓPEZ ARANGÜENA en Estambul
Imaxe da telenovela |
Hace dos semanas Turquía se enfrentó con una de esas noticias que hace
sentir incómodo a todo el mundo. Z.Ç, una niña supuestamente de 11 años de la
que solo se conocen sus iniciales, ingresaba en el hospital materno de la
ciudad de Bolu en avanzado estado de gestación. La pequeña se quejaba de
fuertes dolores y fue inmediatamente trasladada a la unidad de parto que las
secciones infantiles de los hospitales en este país poseen. Tras un par de
horas en observación, se le dio el alta y volvió junto a su marido, 15 años
mayor que ella, todavía embarazada y sin que las autoridades movieran un dedo,
según el relato más extendido en los medios turcos de una confusa historia sembrada
de dudas.
El embarazo de
niñas no es algo raro en Turquía, como tampoco lo es en otros
países. Un repaso a la hemeroteca muestra que uno de los lugares con más casos de
niñas-madre registrados es EE UU, con casi 50 madres menores de 12
años en las últimas cinco décadas. Sin embargo, a diferencia de Norteamérica,
donde estos embarazos suelen ser fruto de violaciones, en Turquía las
niñas-madres los son tras convertirse en niñas-esposas.
El matrimonio entre menores es una tradición relativamente común en las
zonas más pobres de Turquía según la asociación Flying Broom, que trabaja
para sensibilizar a la sociedad y al gobierno sobre esta lacra. Según un
informe de la organización, existen 5,5 millones de niñas turcas a la que se
les ha forzado a contraer matrimonio antes de los 18 años. Esto supondría casi
la mitad de los matrimonios totales en algunas regiones del país.
Los motivos son principalmente económicos, ya que el novio suele pagar a
las familias por su hija. Una especie de dote invertida. Esto conviene a las
familias más pobres, que además ven en el matrimonio la fórmula ideal para
asegurar el honor -léase virginidad- de la joven. A pesar de que el código
civil turco prohibe los matrimonios entre menores, a veces se admiten
excepciones hasta los 16 años si hay consentimiento paterno. En caso de que no
se pudiera realizar el matrimonio por vías legales, muchas familias acuden al
imán para que bendiga la unión, como en el caso de Z.Ç.
El embarazo de la niña fue primera plana durante varios días, señal de que
Turquía comienza a sensibilizarse. En parte gracias a la incansable labor de
las ONG, pero sobretodo al auge de las telenovelas que
han contribuido a poner el asunto dentro de la agenda del gobierno.
Y es que cuando un extranjero ve las telenovelas turcas, no pude dejar de
sorprenderse del grado de violencia contra la mujer que hay en ellas. Las
palizas a esposas, hijas, o novias son extremadamente comunes, incluso las
escenas de violaciones o vejaciones sexuales. Esta tendencia se ha incrementado
en los últimos tiempos, coincidiendo con el éxito de la serie televisiva Fatmagül´ün
Suçu ne? (De qué es culpable Fatmagül) una adaptación de
la clásica película de los 80 en la que una joven, Fatmagül, es obligada a casarse
con el hombre que la violó.
Lamentablemente la historia no es desconocida para Turquía. Pero lo que
sorprendió a los directivos de la cadena que lo emitió fue el elevadísimo rating
de audiencia del capítulo en el que Fatmagül es violada. Desde entonces,
las cadenas de televisión anuncian a bombo y platillo las escenas más violentas
de sus tele series.
Así ocurrió hace poco más de un mes con el inicio de la telenovela Hayat
Devam Ediyor (La vida sigue), en la que una niña de 15 años- Hayat-
es obligada a desposarse con un anciano de 70. Los dos primeros capítulo de la
serie fueron todo un acontecimiento en Turquía. Las dos horas que duraron,
fueron un compendio de los dramas a los que se enfrentan las mujeres,
especialmente en las zonas kurdas del país. Después de casi morir a manos de su
hermano por manchar el honor familiar al haber perdido la virginidad con su
novio, Hayat, se convierte en la segunda esposa de Abbas Altindga, un rico
hombre de negocios y que la obliga a dejar el colegio para ocuparse de la casa.
Algunas organizaciones, como Flying Groom, fueron contactadas por el
director de la serie para hacer las escenas más realistas. Según esta
organización “si el tema es tratado con seriedad puede ser un modo para que
nuestro mensaje llegue al público”. Lo que las organizaciones como Flying Groom
reclaman es que la violencia no se use como un mero reclamo para la audiencia,
lo que contribuiría a su normalización entre una sociedad donde un tercio de
las mujeres ya confiesan haber sufrido algún tipo de maltrato. Según la
organización Hayat Devam Ediyor, puede ser una oportunidad para presentar a la
mujer como dueña de su destino. Una mujer que pueda enfrentarse a las
tradiciones familiares y recibir ayuda de la sociedad y del Estado.
Pero no es tan sencillo. Como confesó recientemente la ministra de Familia,
Fatma Sahin, la legislación turca es muy confusa a este respecto. “El código civil define
a los niños como aquellos menores de 17 años, el código de protección del menor
pone el límite en 18 y el código penal en 15.” explicó.
Esta semana, la propia ministra Sahin, acorralada por las críticas en el
caso de Z.Ç, aumentó la confusión sobre la postura del Gobierno en relación a
los matrimonios de niñas.Tras ver fotos de Z.Ç y telefonear a su madre, pruebas
sin duda concluyentes para un caso tan delicado, la ministra aseguró que la
joven no tenía 11, sino 17 años. En sus declaraciones a los medios, prometió
que el Gobierno “intentará que los trámites se agilicen para legalizar su
matrimonio antes de que el bebé nazca”. Ni rastro de crítica a los padres de la
joven. Ningún expediente al imám, en Turquía un funcionario del Estado, que
bendijo la unión o a los médicos que no dieron parte a las autoridades.
Tras hablar la ministra, nadie ha querido indagar más en
el asunto. Los responsables del hospital se han negado a hacer declaraciones
sobre la verdadera edad de la niña, pero los periodistas que han cubierto la
noticia aseguran que su edad no supera los 13. Sea como fuere, el baile de
cifras dentro de la ley no es lo único que frena a las autoridades. La falta de
voluntad política hace que las secciones infantiles en los hospitales de
Turquía sigan necesitando unidades de parto.
ES COMLPETAMENTE ORRIBLE Y ASQUEROSO.
ResponderEliminarPERO LES ASUGURO QUE PERSONAS COMO SAS SE CASTIGARAN.
PERSONAS VIOLADORAS DE LA LEY Y LA HUMANIDAD DE DERECHOS NO TIENEN NOMBRES Y UN DIA SERAN COBRADOS.