La Berlinale rendirá tributo a los estudios germano-rusos de ideología
izquierdista que revolucionaron el cine en los años veinte
PATRICIA BAELO Público en Berlín 23/12/2011
El otro
pacto ruso-alemán. En 1922, un hombre de negocios ruso llamado Moisei
Aleinikov, propietario de la productora Rus, se alió con Willi Münzenberg,
empresario y activista alemán fundador de la Ayuda Internacional de los
Trabajadores, para crear los estudios cinematográficos Mezhrabpom-Film, con
sede en Moscú y una filial en Berlín, Prometheus. Combinaron su ideología
comunista con el afán por emprender proyectos innovadores y explorar nuevos
géneros narrativos.
Y lograron
cumplir su objetivo: reescribieron la historia del celuloide entre 1922 y 1936
creando películas que mostraban las preocupaciones de la izquierda y el
proletariado, abandonando los intereses de conservadores, empresas y bancos. La
próxima edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, que se celebrará
del 9 al 19 de febrero, rendirá homenaje a ese periodo con una retrospectiva
inédita.
"Aún
más, las cintas de Mezhrabpom causaron en los años veinte una enorme
expectación internacional, porque incorporaron a las pantallas europeas nuevas
pautas en la selección de temas, así como en la teoría y cultura de la imagen,
que de inmediato fueron acuñadas como modelo para el cine moderno",
explican a Público los comisarios de la muestra, Alexander Schwarz y
Günter Agde.
Los cerca de
600 filmes que produjeron revelan trazos del expresionismo de Fritz Lang y Robert
Wiene, del surrealismo francés heredado por Luis Buñuel y hasta del ritmo de
los clásicos norteamericanos de Billy Wilder. Según relatan los comisarios, el
gran mérito de la bautizada como "fábrica de sueños roja" fue
"ser la única responsable de dar a conocer en el mundo, especialmente en
el continente americano, las vanguardias estéticas y cinematográficas
soviéticas, las primeras comedias tras la Revolución de Octubre y las cintas de
crítica política y social".
Humano e
ideológico
En la
retrospectiva, que comprende cerca de 30 programas con más de 40 películas
mudas y sonoras, no faltarán títulos como El acorazado Potemkin (1925),
de Serguéi Eisenstein, Tempestad sobre Asia (1928), de Vsévolod
Pudovkin, la comedia satírica La muchacha de la sombrerera (1927), de
Borís Barnet, y la que fue la primera cinta de ciencia ficción en la Unión
Soviética, Aelita (1924), de Yákov Protazánov, entre otros. Diversos
temas se repiten en la selección de películas: el interés por la humanidad y su
destino, el derecho artístico a cultivar una ideología y el dirigirse a las
clases populares.
El éxito de
Mezhrabpom en la Unión Soviética le generó una enorme presión por parte del
Estado. Finalmente, el régimen de Stalin les obligó a echar el cierre en 1936.
En Alemania, el ocaso de Prometheus llegó de forma abrupta, nada más tomar
Hitler el poder. En el país germano no se proyectó ni una sola película rusa
entre 1933 y 1945, ya que se consideraba nocivo al cine izquierdista. De hecho,
Willi Münzenberg fue tachado de renegado cuando protestó públicamente por el
Pacto germano-soviético de 1939 entre Hitler y Stalin.
Aún
a día de hoy, algunas películas de "la fábrica de sueños roja" son
grandes desconocidas. Tras décadas en la sombra, el material que había al
respecto era muy escaso. Y no fue hasta 1995, a raíz de una pequeña muestra en
París y la exposición Berlín-Moscú, Moscú-Berlín, cuando los máximos
representantes de esta corriente (como Barnet o Podovkin) empezaron a suscitar
el interés de archivos, filmotecas e investigadores.
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