El campus As Lagoas de la Universidad de Vigo crece con
dos edificios naturalistas de Alfonso Penela
ANATXU ZABALBEASCOA - Vigo - 06/01/2012
A 10 kilómetros del centro urbano, el campus As
Lagoas-Marcosende de la Universidad de Vigo concentra una de las más notables
muestras de arquitectura española reciente. Coronado por el rectorado y el
aulario de Enric Miralles, edificios póstumos que conservan el trazo
caligráfico y topográfico del desaparecido arquitecto catalán, y salpicado de
obras de Alberto Noguerol o César Portela, lo más sorprendente es que el campus
nunca ha dejado de ser montaña. Y así, como propuso Miralles, los edificios
están hoy desperdigados por un paisaje que se usa para obtener de él silencio,
concentración o vistas.
Es cierto que la circulación por los senderos que
conectan los dormitorios y las facultades no es la más cómoda. También que,
entre las propuestas para facilitar esos desplazamientos, existe incluso un
proyecto de pasarelas elevadas firmadas por el Pritzker Paulo Mendes da Rocha
para uniformizar la cota de todo el campus. Con todo, son los desniveles lo que
ha permitido jugar con las laderas del monte y la profundidad del valle, de
manera que hoy el campus sea, por encima de una concentración de facultades, un
lugar.
Dos nuevos edificios de Alfonso Penela (1955), el
arquitecto que levantara la primera facultad de Económicas y Empresariales en
1995, irrumpen ahora en el paisaje con idéntica voluntad de no ocuparlo. De
hormigón y acero, y de aluminio y vidrio, respectivamente, el MTI y el CITEXVI
consolidan la Ciudad Tecnológica de Vigo, un espacio para la investigación en
la parte baja del área universitaria.
Penela habla de ambos inmuebles como de
"paquebotes con sus bodegas a la espera de cargar". Y es cierto que
la arquitectura de los nuevos edificios tiene como identidad la flexibilidad
necesaria hoy en las cambiantes instalaciones de la universidad.
El arquitecto podría contar su trayectoria
profesional y vital caminando por el campus. Suyo fue el primer rectorado, que
mira con recogimiento al derroche plástico de Miralles. Suya es la notable
Facultad de Económicas, que, con resolución nórdica, es capaz de encerrar el
buen tiempo y la luz del sol en medio del aguacero gallego. A lo largo de los
años, Penela ha ido sembrando de inmuebles el monte verde en el que, más allá
de la arquitectura, el clima doma el paisaje. El campus es así un lugar
fructífero y frondoso. Por eso tantos edificios se empeñan en pisarlo sin
dañarlo.
Los dos prismas de hormigón del expresivo edificio
MTI ideado por Penela se miran desde su punto de unión, el eje de
comunicaciones y verticales. Uno de ellos se apoya sobre el terreno y ofrece
paneles fotovoltaicos al sur. El otro está sobreelevado, para liberar el
paisaje. Su fachada sur es un laboratorio para estudiar energías alternativas.
El otro nuevo edificio, el CITEXVI,
es sutil e indefinido, un gran prisma pensado para sobrevivir el cambio -de
inquilinos- y modulado para aceptar las alteraciones de distribuciones y usos.
Pero, incluso en un inmueble de geometría nítida, también la planta baja busca
liberar el terreno, porque es transparente y permite atravesarlo con la vista.
Forrado de bandejas de deployé que unifican el volumen y generan intimidad, la
cubierta es un gran diente de sierra que llena de luz las zonas de trabajo y el
gran espacio central de triple altura al que miran los despachos. Topográficos
o livianos, expresivos o construidos en seco, los nuevos inmuebles del campus
de Vigo siguen construyendo un lugar cada vez más denso pero que, por fortuna,
no ha dejado de ser una montaña.
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