domingo, 1 de xaneiro de 2012

Buenos Aires antes de Castelao


El CGAI recupera una película filmada en 1939 de un homenaje a Rosalía
IAGO MARTÍNEZ - Santiago - 22/12/2011
El señor Rodolfo Prada, con una brillante conferencia, se encargó de inaugurar la ceremonia. Luego, la comitiva se desplazó hasta la calle Rosalía de Castro para descubrir una placa y hacer una ofrenda floral en honor a la autora de Cantares Gallegos. Siguieron, según el programa preparado por la Federación de Sociedades Gallegas de la República Argentina, una conferencia del gran poeta Eduardo Blanco Amor y varias actuaciones, entre ellas la del destacado conjunto de gaitas que dirigía el señor Manuel Dopazo, la del Orfeó Català y hasta la de la eximia bailarina gitana Carmen Amaya. Más o menos así se contaba la celebración del centenario de Rosalía en Buenos Aires en los rótulos de una brevísima película muda en 16 milímetros que se creía perdida. Sin título y sin acreditar, acaba de ser mínimamente restaurada por el Centro Galego das Artes da Imaxe (CGAI). Estaba en la casa-museo de la matriarca de las letras.
A juzgar por la retórica y la tipografía de los rótulos, apuntan con todas las cautelas en el archivo de la filmoteca gallega, la pieza podría haber sido filmada por Eligio González (1899-1972), el autodenominado "fotógrafo de la colectividad". Cuando se festejaron los cien primeros años desde el nacimiento de Rosalía de Castro en 1939, el camarógrafo y documentalista de Entrimo (Ourense) llevaba ocho instalado en la capital, donde había fundado Celta Films. Para entonces, su trabajo más popular, Galicia en Buenos Aires (1933), se había proyectado ya en numerosos cines gallegos como parte de la campaña a favor del abortado Estatuto de Autonomía de 1936.
Entre 1931 y 1972, el ourensano se dedicó a registrar la actividad de la comunidad gallega en Argentina en multitud de cortometrajes. Sus imágenes de Castelao en la diáspora acabaron formando parte de un largomentraje de Jorge Prelorán (Castelao, 1978), pero no todas tuvieron la misma fortuna. Se recuerdan y conservan algunas, como Noticiero de la emigración (1940) o Un día en la vida del Centro Gallego (1960), pero hoy resulta casi imposible reconstruir su filmografía completa. "Estas filmaciones nunca fueron suficientemente valoradas por las propias sociedades que las encargaban, y en su mayor parte se pueden considerar perdidas", recuerda el historiador Manuel González en el artículo que le dedicó en el Dicionario do cine en Galicia 1896-2008.
El próximo 25 de febrero, un día después de la fecha exacta, el CGAI celebrará a su manera el 175 aniversario del nacimiento de Rosalía. Lo hará con la proyección de esta película de siete minutos y medio, testimonio de la actividad gallega en la Argentina poco antes de la constitución del Consello de Galiza, y otras obras relacionadas con la escritora. Entre ellas, está prevista la difusión de una película poco conocida, al menos en su versión original: Pelerinaxe lírica ós lugares rosalianos (1951), una pieza doméstica de la familia Beiras. Por desgracia, junto al documental del centenario hallado en Padrón no había más material de la época.
Frustrado en Galicia por la victoria definitiva de los militares golpistas, el recuerdo de Rosalía se hizo especialmente significativo en la Galicia de ultramar. Se celebraron actos en La Habana y México, pero en Argentina cobraron más protagonismo y se prolongaron durante toda una semana, del 22 al 29 de julio de 1939. Eduardo Blanco Amor tenía entonces 42 años. A dos décadas de la publicación de A esmorga, era esencialmente poeta, y acababa de encargarse del prólogo -Palabras breves sobre Rosalía de Castro- de la antología conmemorativa editada para la ocasión por la Federación de Sociedades Gallegas con el título de Poemas galegos. Otros autores, como Juan Ramón Jiménez o Luis Seoane, habían contribuído al tributo desde las páginas de Galicia.
Además de Blanco Amor, las imágenes muestran a otros personajes relevantes de la emigración gallega en Buenos Aires. Entre la multitud que pasea en comitiva por la ciudad y se sienta más tarde a la mesa en la Casa de Galicia se reconocen, por ejemplo, a Rodolfo Prada, Manuel Núñez Búa, el secretario del comité de organización del homenaje, Xosé Benito Abraira, o un jovencísimo Fernando Iglesias, Tacholas, quien poco después participaría con dos papeles en el estreno de Os vellos non deben de namorarse en el Teatro Mayo. Faltaba un año para la llegada a la ciudad de Castelao, de quien Prada sería secretario personal, y la consecuente radicalización de la diáspora. El Atlántico nunca había sido tan ancho.

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