El CGAI recupera una película filmada en 1939 de un
homenaje a Rosalía
IAGO MARTÍNEZ - Santiago - 22/12/2011
El señor Rodolfo Prada, con una brillante
conferencia, se encargó de inaugurar la ceremonia. Luego, la comitiva se
desplazó hasta la calle Rosalía de Castro para descubrir una placa y hacer una
ofrenda floral en honor a la autora de Cantares Gallegos. Siguieron,
según el programa preparado por la Federación de Sociedades Gallegas de la
República Argentina, una conferencia del gran poeta Eduardo Blanco Amor y
varias actuaciones, entre ellas la del destacado conjunto de gaitas que dirigía
el señor Manuel Dopazo, la del Orfeó Català y hasta la de la eximia bailarina
gitana Carmen Amaya. Más o menos así se contaba la celebración del centenario
de Rosalía en Buenos Aires en los rótulos de una brevísima película muda en 16
milímetros que se creía perdida. Sin título y sin acreditar, acaba de ser
mínimamente restaurada por el Centro Galego das Artes da Imaxe (CGAI). Estaba
en la casa-museo de la matriarca de las letras.
A juzgar por la retórica y la tipografía de los
rótulos, apuntan con todas las cautelas en el archivo de la filmoteca gallega,
la pieza podría haber sido filmada por Eligio González (1899-1972), el
autodenominado "fotógrafo de la colectividad". Cuando se
festejaron los cien primeros años desde el nacimiento de Rosalía de Castro en
1939, el camarógrafo y documentalista de Entrimo (Ourense) llevaba ocho
instalado en la capital, donde había fundado Celta Films. Para entonces, su
trabajo más popular, Galicia en Buenos Aires (1933), se había proyectado
ya en numerosos cines gallegos como parte de la campaña a favor del abortado
Estatuto de Autonomía de 1936.
Entre 1931 y 1972, el ourensano se dedicó a
registrar la actividad de la comunidad gallega en Argentina en multitud de
cortometrajes. Sus imágenes de Castelao en la diáspora acabaron formando parte
de un largomentraje de Jorge Prelorán (Castelao, 1978), pero no todas
tuvieron la misma fortuna. Se recuerdan y conservan algunas, como Noticiero
de la emigración (1940) o Un día en la vida del Centro Gallego
(1960), pero hoy resulta casi imposible reconstruir su filmografía completa.
"Estas filmaciones nunca fueron suficientemente valoradas por las propias
sociedades que las encargaban, y en su mayor parte se pueden considerar
perdidas", recuerda el historiador Manuel González en el artículo que le
dedicó en el Dicionario do cine en Galicia 1896-2008.
El próximo 25 de febrero, un día después de la fecha
exacta, el CGAI celebrará a su manera el 175 aniversario del nacimiento de
Rosalía. Lo hará con la proyección de esta película de siete minutos y medio,
testimonio de la actividad gallega en la Argentina poco antes de la
constitución del Consello de Galiza, y otras obras relacionadas con la escritora.
Entre ellas, está prevista la difusión de una película poco conocida, al menos
en su versión original: Pelerinaxe lírica ós lugares rosalianos (1951),
una pieza doméstica de la familia Beiras. Por desgracia, junto al documental
del centenario hallado en Padrón no había más material de la época.
Frustrado en Galicia por la victoria definitiva de
los militares golpistas, el recuerdo de Rosalía se hizo especialmente
significativo en la Galicia de ultramar. Se celebraron actos en La Habana y México,
pero en Argentina cobraron más protagonismo y se prolongaron durante toda una
semana, del 22 al 29 de julio de 1939. Eduardo Blanco Amor tenía entonces 42
años. A dos décadas de la publicación de A esmorga, era esencialmente
poeta, y acababa de encargarse del prólogo -Palabras breves sobre Rosalía de
Castro- de la antología conmemorativa editada para la ocasión por la
Federación de Sociedades Gallegas con el título de Poemas galegos. Otros
autores, como Juan Ramón Jiménez o Luis Seoane, habían contribuído al tributo
desde las páginas de Galicia.
Además de Blanco Amor, las imágenes muestran a otros
personajes relevantes de la emigración gallega en Buenos Aires. Entre la
multitud que pasea en comitiva por la ciudad y se sienta más tarde a la mesa en
la Casa de Galicia se reconocen, por ejemplo, a Rodolfo Prada, Manuel Núñez
Búa, el secretario del comité de organización del homenaje, Xosé Benito
Abraira, o un jovencísimo Fernando Iglesias, Tacholas, quien poco
después participaría con dos papeles en el estreno de Os vellos non deben de
namorarse en el Teatro Mayo. Faltaba un año para la llegada a la ciudad de
Castelao, de quien Prada sería secretario personal, y la consecuente
radicalización de la diáspora. El Atlántico nunca había sido tan ancho.
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