Herrero estrena 'Silencio en la nieve', un filme sobre la División Azul
P. C. MADRID 21/01/2012
Más de
cuatro millones de euros de presupuesto. Un rodaje a menos 25 grados
centígrados durante seis semanas en Lituania. Tanquetas y trajes de la II
Guerra Mundial traídos desde Polonia. Y un tema llamativo: la actividad de la
División Azul, el Ejército que envió Franco para ayudar a las potencias del Eje
en el frente ruso.
Bajo la
paradoja de hallar un asesino en medio de una guerra en la que cada día mueren
decenas de personas, esto es en toda su dimensión Silencio en la nieve,
la última película de Gerardo Herrero (y su número 15), estrenada este fin de
semana. Un mejunje correcto de Historia y thriller recreado a partir de un
guión que parte de la novela de Ignacio del Valle, El tiempo de los
emperadores extraños, y que cuenta con las interpretaciones principales de
Juan Diego Botto como Arturo Andrade, un antiguo inspector de Policía en la
República, y Carmelo Gómez como el sargento Espinosa, un franquista convencido.
"Creo que este es el personaje más opaco que he hecho. Apenas sabía nada
de él y ha sido difícil encajar ahí", señala Botto. "Desde luego son
dos hombres con ideas polarizadas, pero en esa situación se crea una verdadera
relación de amistad. Y eso suele pasar en el Ejército", añade Gómez.
La película
se asienta en dos pilares que llaman la atención del espectador. La primera, la
temática. No hay muchas películas sobre la División Azul y aún hoy sigue
existiendo cierta bruma sobre este grupo de soldados entre los que se
encontraban falangistas convencidos de ayudar a Hitler, pero también
republicanos represaliados por su actuación durante la Guerra Civil. "No
quería hacer una película maniquea. Era fácil no presentar bien a los facistas,
pero lo cierto es que hubo mucha gente de diverso signo en aquel frente,
incluso chavales que sólo buscaban aventura. He intentado no juzgar a los
personajes", advierte Herrero, quien asegura conocer "ahora un
huevo" sobre los divisionarios.
Honor y
venganza
La
ambientación realizada por Eduardo Hidalgo es otro de los puntos a favor de
esta cinta. Rodada en Vilnius y Kaunas, el hielo y el frío se cuelan en la
pantalla, y aunque en ocasiones se vean unas costuras que nos muestran que no
estamos ante una superproducción de Hollywood, eso no desmerece la ambición de
este trabajo artístico, conseguido en parte "gracias al dinero logrado
fuera de España", apunta Herrero. La película consiguió una subvención del
fondo Euroimages, de la Unión Europea, y como reconoce su director,
"cuando empecé a trabajar en ella no teníamos la crisis actual. Ahora no
sé si me hubiera embarcado en ella".
No
obstante, más allá de lo que se podía haber hecho con más o menos dinero, el
producto final muestra el duelo interpretativo entre Botto y Gómez. A pesar de
envolverse con tramas algo olvidables (como la relación romántica del personaje
de Botto), la película intenta hablarnos del honor y los deseos de venganza. "Es
que esa es la manera que tienen los personajes de mantenerse cuerdos. Están en
una situación tan extrema que necesitan algo que les mantenga en contacto con
la humanidad", zanja el escritor Del Valle.
Ningún comentario:
Publicar un comentario