‘Searching for sugar man’ cuenta la vida del músico de
culto ignorado durante 40 años
“Fue pura casualidad”, explica Malik
Bendjelloul, el director de Searching for Sugar man, por
teléfono desde su casa en Estocolmo. En 2006, con 28 años, este sueco de padre
argelino viajaba por África buscando una historia para su primer largometraje.
En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, entró en una tienda de discos. Al dueño, Stephen
Segerman, un melómano local, le apodaban Sugar. “Me pareció un alias gracioso y
le pregunte por él”. Así oyó hablar, por primera vez, de Rodriguez. “Era una
historia tan extraordinaria que me pregunté por qué nadie allí había hecho una
película. Pero me di cuenta de que para los sudafricanos era algo tan familiar
que ya carecía de interés”.
Rodriguez era un desconocido. Un cantautor de origen mexicano, nativo de
Detroit, que publicó dos discos. Cold fact, en 1970 y Coming from
reality, en 1971. Pero nadie hizo caso a aquellos discos. Nadie. Y se
esfumó.
Fue otro de esos artistas a sumar a la lista de los fracasos inesperados.
Le habían descubierto unos productores vinculados con la Motown. Le ficharon
tras verle en un club. Cuarenta años después recuerdan en el filme cómo les
impresionó su voz cálida, su limpia guitarra acústica y sus duras letras
sociales que narraban la vida en los barrios pobres de la urbe industrial.
Pensaron que tenían algo grande entre manos. Un nuevo Dylan. No fue así.
Pero de alguna manera que nadie conoce, una copia del primer disco de
Rodriguez llegó a Sudáfrica en 1971. “Alguien que visitó América se hizo con
una copia y la trajo, se la puso a sus amigos y les gustó. Se expandió muy
rápido”, cuenta desde Ciudad del Cabo Stephen Sugar Segerman, en calidad
de protagonista del documental. Tan rápido se difundió que, según él, si a
mediados de los setenta entrabas en un hogar de clase media blanco encontrabas Abbey
Road de los Beatles, algo de Simon & Garfunkel, y Cold
fact de Rodriguez. “En Sudáfrica pensábamos que era uno de los discos más
importantes de la historia, así de fácil”.
Desde 1947, Sudáfrica era un país apestado. El apartheid, un sistema basado
en la segregación racial, establecía el sometimiento de la población negra,
casi el 80% a la minoría blanca. Los negros no podían votar, vivían confinados
en enormes guetos y necesitaban un permiso para acceder a las áreas para
blancos. Como consecuencia de ello se estableció un bloqueo internacional. Un
aislamiento que el gobierno blanco potenciaba para mantener el status quo.
“Tiene que entender que no sabíamos nada de lo que pasaba fuera. Todo estaba
censurado”, explica Sugar. “Para que se haga una idea: no había televisión
porque era comunista. The Beatles estuvieron prohibidos en la radio, porque
dijeron que eran más grandes que Jesucristo. A eso súmele el boicot: ningún
grupo tocaba aquí, ni siquiera venían equipos de rugby. Así de malo era. Todo
llegaba de forma clandestina. Se establecieron redes de distribución entre
amigos y cada cosa que descubríamos era oro”.
Según los cálculos de la película, hasta mediados de los noventa las
ediciones sudafricanas de los dos discos de Rodriguez vendieron alrededor de
medio millón de copias. Según Sugar, sus letras ayudaron a crear el caldo del
movimiento antiapartheid. Era un mito. Más grande que Elvis. “Les había llegado
la falsa noticia de que se había suicidado. Nadie busca a Jimi Hendrix, porque
todos saben que ha muerto”, explica el director. “Cuando empezaron a buscarle,
lo que querían saber era cómo había fallecido”.
Eso ocurrió en 1997, Segerman y el periodista Brian Currin iniciaron una
investigación por medio de Internet que les llevó al mismo resultado. “Sigue
vivo, llevaba toda la vida trabajando de obrero en la construcción, tenía tres
hijas. No imagina lo que significó para nosotros”.
La película narra todos estos acontecimientos. Una
historia cuya realización supera la falta de material de la época usando en
ocasiones técnicas de animación. Un cuento de hadas exceptuando que nunca
recibió el dinero generado por sus discos. “Era tan poco lo que teníamos… Es
increíble que, por ejemplo, el material rodado de la primera actuación en
Sudáfrica fuera un vídeo de la hija de Rodriguez”, cuenta del momento más
emocionante de todo el largo de casi 90 minutos presentado en Sundance 2012 y
que el sábado se estrena en Barcelona dentro de la programación de In-Edit, un
festival consagrado a los documentales musicales que comienza el viernes: “Fue
en marzo de 1998. Mucha gente pensaba que iba a ser un timo. Cuando apareció
sobre el escenario fue como ver, literalmente, a alguien que ha regresado de la
muerte. Y el público tardó en reaccionar. Pero cuando empezó a cantar, no había
duda de que era él. Aquello se convirtió en emoción y en alegría, y empezaron a
aplaudir como niños. Fue un sueño hecho realidad”, remata Sugar. Por cierto ¿de
dónde sale su apodo? “Sugar man es la primera canción de Cold fact.
Cuando descubrí a Rodriguez estaba obsesionado con él. Por mi apellido,
Segerman, mis amigos ya me llamaban Seger, de ahí a Sugar, había un paso. Creo
que estaba predestinado a tener un papel en su historia”.
Ningún comentario:
Publicar un comentario