Bontle Khalo - activista por los derechos de las personas lesbianas, gays,
bisexuales, transgénero e intersexuales de Sudáfrica- 12/11/2012 -
Bontle Khalo trabaja por los derechos de las personas lesbianas, gays,
bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) de KwaThema, un suburbio de la
ciudad sudafricana de Ekurhuleni, próxima a Johanesburgo, conocido en un tiempo
como un paraíso para la comunidad LGBTI. La convivencia en el área se ha visto
recientemente enturbiada por varios crímenes de odio. Khalo es voluntaria a
tiempo completo del Comité Organizador del Orgullo de Ekurhuleni (EPOC),
organización con la que Amnistía Internacional colabora en la lucha
por los derechos de las personas LGTBI sudafricanas.
Los asesinatos se cometieron con unos meses de diferencia. El de
Girly Nkosi fue en 2009; el de Eudy Simelane, en 2008. Antes de eso, yo no era
precisamente una activista, tampoco sabía mucho sobre cuestiones LGBTI. Sólo
sabía que era lesbiana.
Mi primera reacción fue tener miedo. Y conmoción. No
sabía que podían pasar estas cosas aquí, en una comunidad tan unida, una
comunidad muy pequeña donde las personas LGBTI nos sentíamos libres para ser
francas y abiertas. Tampoco conocíamos la expresión “crimen de odio”. Nunca fue
algo que experimentásemos realmente.
Ese miedo se convirtió enseguida en ira. Y estábamos decididas a
hacer algo. No sabíamos exactamente el qué, pero sabíamos lo que sentíamos,
miedo e ira; y no queríamos volver a sentirnos así nunca más.
Hablamos de
hacer la marcha del Orgullo en Ekurhuleni, básicamente para entregar un
documento en la comisaría de KwaThema, pidiendo que hicieran algo sobre estos
asesinatos. Pero poco después se creó el Comité Organizador del Orgullo de
Ekurhuleni y la marcha se convirtió en un acto anual.
Participamos en un montón
de diálogos en la comunidad. Salimos a la calle, fuimos a las escuelas, a los
consultorios médicos, y creo que después de eso teníamos la sensación de que
las cosas iban mejor. Sentíamos que la gente estaba mucho más concienciada
sobre las cuestiones LGBTI. Y entonces mataron a Noxolo.
Fue algo desgarrador. Me acuerdo de tener la sensación de que
el trabajo que estábamos haciendo no era suficiente en ese momento. Creo que
quienes formábamos parte del Comité también tenían, ya sabe, esa sensación…
esperábamos que las cosas hubieran cambiado. Saber que esto ha ocurrido otra
vez. Fue una sensación terrible.
La gente estaba indignada. Venían a la
oficina diciendo que querían hacer algo. Un montón de gente quería justicia,
quería respuestas, quería que se hiciera algo. Recibimos apoyo de personas que
no formaban parte de la comunidad LGBTI.
Creo que cuando la gente piensa en
Sudáfrica se dice: “¡Sí, Sudáfrica es un sitio maravilloso para ser lesbiana
o gay”, pero esa no es la realidad.
Sigue habiendo mucha discriminación e intolerancia a las que no se ha hecho
frente y mucho trabajo aún por hacer, sobre todo en los suburbios.
Incluso en
los de Ciudad del Cabo se están produciendo muchos crímenes, muchos asesinatos
y hay muchas violaciones. Las estadísticas allí son espeluznantes.
Si eres una persona negra lesbiana, gay o transgénero y vives en un
suburbio, todavía es peligroso; todavía tienes que estar preparada, porque
los negros todavía tienen muchos prejuicios.
Sobre todo los hombres
sienten aún mucho odio e ira hacia las cuestiones LGBTI relacionadas con las
lesbianas.
Personalmente creo que muchos hombres se sienten castrados, pienso que no
están de acuerdo con la idea de que las mujeres tengan relaciones entre ellas y
hablen tan abiertamente de esas relaciones.
Creo que a principios de la década de 1970, las
organizaciones como GLOW (Organización Gay y Lesbiana del Witwatersrand)
estaban lideradas por hombres gays. Creo que la gente no tenía problemas con
los gays porque eran muy abiertos y llamativos. Todo era diversión y juego para
la gente y se sentían cómodos con eso.
Supongo que cuando las lesbianas
empezaron a hacerse cada vez más visibles, los hombres se sintieron incómodos.
No era como con los gays. A ellos podían gastarles bromas, ignorarlos y cosas
así.
Creo que después del asesinato de Noxolo mucha gente tenía
mucho miedo. Es cuando la gente dijo que no se sentía a gusto saliendo por
la noche, no se sentía a gusto yendo a ciertos sitios. Los asesinos de Noxolo
siguen estando allí, en alguna parte. Lo que le pasó a Noxolo puede repetirse
porque no sabemos quiénes son.
Pero nosotras vamos a seguir luchando para
vivir en el tipo de sociedad en el que creemos. Vamos a trabajar mucho,
muchísimo para conseguirlo.
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