Algunas organizaciones relacionan la baja participación
con el hecho de convocar los comicios a diario
CRISTINA F.
PEREDA Washington 25 OCT 2012 - 20:39 CET
A diferencia de las principales democracias del mundo, Estados Unidos
celebra sus elecciones en día laborable. Cada cuatro años, el primer martes
después del primer lunes de noviembre, los ciudadanos buscan un hueco en su
jornada laboral para acudir a las urnas, una condición que ha sido juzgada en
repetidas ocasiones como causa de los niveles de participación más bajos de los
países occidentales.
EE UU ocupa el puesto 138 de 172 países en porcentaje de participación
electoral. Poco más de la mitad del electorado estadounidense, un 57%,
participó en las últimas elecciones. El porcentaje ha crecido constantemente
desde 1996, cuando apenas un 49% emitió su voto. En las polémicas elecciones de
2000, cuando el Tribunal Supremo acabó declarando ganador a George W. Bush
frente a Al Gore, participaron el 51% de los votantes; tres años después,
ascendió al 56%.
Sin embargo, la tradición ha podido con cualquier intento de modificar una
ley de 1845 que estableció la fecha de las convocatorias, a pesar de que los
votantes ya no dependan de carros de caballos para acercarse a la sede
electoral. Hace casi dos siglos que se eligió el segundo día de la semana por
un solo motivo: la mayor parte del electorado debía desplazarse a la capital
del condado para emitir su voto en un trayecto que podía durar al menos un día.
Como el sábado y el domingo no se podía viajar por motivos religiosos, se hacía
en lunes y el martes quedaba reservado para votar. Noviembre fue el mes
seleccionado porque había terminado la temporada de la cosecha.
Jacob Soboroff, director de la campaña “Why Tuesday?”
-¿Por qué en martes?- ha presentado en repetidas ocasiones un proyecto de
ley para modificar las normas y permitir que las elecciones se
convoquen en fin de semana. Y para demostrar el “sinsentido” de mantenerlas en
martes, siguió durante meses a los candidatos a las primarias republicanas para
preguntarles ellos cómo mejorarían los niveles de participación del electorado.
¿Qué descubrió? Que Rick
Santorum no sabe por qué las elecciones siguen celebrándose en
martes, que Newt Gingrich tampoco
-y no considera que el día elegido suponga un problema para la participación- y
que Mitt Romney -ganador de
las primarias- apuesta por tener candidatos que “sean interesantes e interesen
al electorado” para animarles a votar.
Cuatro años antes, el todavía candidato y senador por el Estado de
Illinois, Barack Obama, defendía que lo más
importante es facilitar la participación de los ciudadanos. El ahora
presidente y aspirante a la reelección hablaba de las opciones de voto por
correo o el voto en persona por adelantado -como el que emitirá este jueves en
Chicago- como ya han aprobado numerosos estados. Otros también ofrecen la
posibilidad de registrarse para votar -la inscripción en el censo es
obligatoria en EE UU- en el mismo día de las elecciones. Sin embargo, diversas
organizaciones advierten que hasta 15 estados prohíben esta última opción, por
lo que millones de personas que no pueden ausentarse de su trabajo, ni cumplen
los requisitos para votar por correo, ven restringido su derecho a voto.
Según una
investigación de The New York Times, además, el voto por
correo es uno de los métodos menos fiables para participar en unas elecciones,
ya que las papeletas tienen más posibilidades de quedar anuladas. Cerca del 20%
de todos los votos se emiten por correo -bien porque el votante decide
participar por adelantado o porque reside fuera de la ciudad donde se registró-
y según el diario, este método se ha triplicado desde los años 80. En algunos
estados como Washington y Oregón, casi la totalidad del voto se realiza por
correo -97% y 98%, respectivamente. Pero a pesar de los beneficios que supone
para la población, en otros estados diferentes organizaciones denuncian que el
retraso en la llegada de las papeletas o su rechazo por supuestos errores
pueden tener un impacto importante en el resultado final de las elecciones.
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