Por: Fernando Navarro | 09 de
noviembre de 2012
En 1971, el censor de turno que se encargaba de velar por la moralidad y la
ética de la juventud española consideró que las canciones de Nina Simone
Angel of the morning y Just Like a Woman, ambas de su disco Here
Comes the Sun, tenían “un sentido fuertemente erótico”. Con respecto a la
segunda, el censor señalaba como perniciosas las frases “y ella hace el amor
justo como una mujer… toma como una mujer… sí lo hago, y hago el amor como una
mujer”. Consecuencia: se denegó la edición en España de estas canciones de la
reina Nina Simone.
El caso de Simone fue uno entre cientos que se dieron en la España bajo la
dictadura de Franco con los discos musicales que venían de fuera de nuestras
fronteras pero también con los que se creaban aquí. Llevo tiempo queriendo
traer a este blog el libro Veneno, en dosis camufladas. La censura en los
discos de pop-rock durante el franquismo (Editorial Milenio), un didáctico
y estupendo manual para conocer cómo funcionó la censura franquista en el
ámbito de la música. Su autor es Xavier Valiño, colaborador de varios
medios musicales y autor de Ultrasónica,
que ha plasmado en este libro su tesis doctoral sobre la censura musical
española pero aportando no solo relevantes datos y archivos documentales sino
también su visión como crítico musical.
Se puede decir que se trata del más valioso trabajo que se ha hecho al
respecto (en España, son más abundantes los estudios de censura en cine y
literatura) y que ayuda a conocer nuestro pasado cercenado por un reducido
grupo de censores. Por eso, aunque sé que ya se ha hablado
de este libro en El País, no quiero dejar de traer algunos de
sus ilustrativos casos a La Ruta Norteamericana.
Según cuenta el propio Valiño, los censores musicales eran cuatro o cinco,
no más, que “por unas pocas pesetas más, se dedicaban por las tardes a hacer
horas extra censurando discos, a mayores de su trabajo por las mañanas haciendo
lo propio con los libros”. Eran personas que, como explica Vicente Fabuel en
el prólogo del libro, pertenecían a “un ente oscuro llamado Delegación Nacional
de Propaganda que velaba entonces por la moralidad de los españoles con la
eficacia que se presupone de cualquier dictadura”.
Con sabroso material documental, entre fotografías, portadas de discos
censuradas, páginas interiores de elepés, edictos y leyes ministeriales, Veneno,
en dosis camufladas alumbra en todos los frentes posibles para entender
cómo de paranoica era la censura y el daño que hicieron para la cultura
popular. Si este blog atiende a la música anglosajona, diremos que fueron
muchos los discos y las canciones que se prohibieron o se mutilaron por
cuestiones morales, políticas o sociales. Por eso, traigo este libro para
compartir algunos ejemplos.
Los censores consideraron que el Imagine de John Lennon era,
realmente, una canción negativa mientras varias de las canciones de Carole
King de su magistral Tapestry eran inmorales. Por ejemplo, It’s
too I feel the earth move es calificada como “canción ligera, aunque las
palabras no son reprobables, su clímax, muy apasionado, puede hacer que la
interpretación resulte fuerte”. Y en el caso de It’s too late se apuntó
que “las palabras tienen doble interpretación, lo que lo hace peligroso”.
Tremendo.
Igual de delirante y triste es comprobar cómo a los censores no les
parecían procedentes algunas portadas. Conocida es la de The Rolling Stones
y su Sticky Fingers, que relacionado como estaba con la masturbación lo
tradujeron como Dedos pegajosos. La censura eliminó la portada que
mostraba la entrepierna de un pantalón vaquero al que se le colocaba una
cremallera real que se podía bajar y la sustituyó por unos dedos pegajosos
saliendo de una lata de melaza. Tampoco la contraportada contó con el visto
bueno y se obligó a diseñar una contra con una instantánea del grupo. Y la
funda interior con los famosos calzoncillos se eliminó.
Otro ejemplo, de los tantos, es la portada internacional del álbum Force
it, del grupo de rock UFO. A los censores no les gustó demasiado el
apasionado encuentro en un baño repleto de grifos y mangueras de ducha. El
resultado del paso de la censura por los legendarios UFO: una tosca
desaparición de la pareja que era, menos en España, protagonista de la portada
(Consulta la
fotogalería de discos censurados).
Pero también hubo censura política, que podía ser tremebunda, como la que
sufrió el disco de Paul Simon The Paul Simon songbook de 1965.
Según el censor de turno, el tema A simple desultory phillipic, que
también tuvo una versión con Simon & Garfunkel, “no hace alabanza
alguna al comunismo pero su sola confesión la hace denegable”. A Judy
Collins también la censuraron por nombrar la palabra “Che” en el poemario
sobre la muerte de Che Guevara en la canción True stories and other dreams
de 1973. Y a los chicos de The Band se les censuró su tema Smoke
Signal, incluido en su álbum Cahoots de 1971, porque constituía
“propaganda de droga” en la letra: “La doncella india plantará la semilla y
cultivará una nueva variedad de señales de humo sobre tu cabeza…”.
Como dice Valiño, el principal objetivo del libro es dejar constancia del
atropello de libertad del régimen franquista. “Algo que debe quedar en
evidencia para su escarnio público, de forma que nunca más se nos prive de una
cultura en libertad”. Decía George Orwell que, “si la libertad significa
algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír”. Queda
claro, tras la lectura de este libro, que, si la música no sonó en la España
franquista como fue originalmente compuesta y creada, fue porque había miedo a
que esos sonidos efusivos, emotivos, trascendentales, liberasen las mentes de
las personas a los que la tiranía quería controlar, incluso anular.
*** Del 16 de noviembre hasta el 10 de marzo podrá
verse una exposición sobre este libro y las carátulas de las que habla en el Centro Galego de Arte Contemporánea.
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