martes, 13 de novembro de 2012

De cuando Nina Simone era “obscena” y Paul Simon “comunista”


Por: Fernando Navarro | 09 de noviembre de 2012
En 1971, el censor de turno que se encargaba de velar por la moralidad y la ética de la juventud española consideró que las canciones de Nina Simone Angel of the morning y Just Like a Woman, ambas de su disco Here Comes the Sun, tenían “un sentido fuertemente erótico”. Con respecto a la segunda, el censor señalaba como perniciosas las frases “y ella hace el amor justo como una mujer… toma como una mujer… sí lo hago, y hago el amor como una mujer”. Consecuencia: se denegó la edición en España de estas canciones de la reina Nina Simone.
El caso de Simone fue uno entre cientos que se dieron en la España bajo la dictadura de Franco con los discos musicales que venían de fuera de nuestras fronteras pero también con los que se creaban aquí. Llevo tiempo queriendo traer a este blog el libro Veneno, en dosis camufladas. La censura en los discos de pop-rock durante el franquismo (Editorial Milenio), un didáctico y estupendo manual para conocer cómo funcionó la censura franquista en el ámbito de la música. Su autor es Xavier Valiño, colaborador de varios medios musicales y autor de Ultrasónica, que ha plasmado en este libro su tesis doctoral sobre la censura musical española pero aportando no solo relevantes datos y archivos documentales sino también su visión como crítico musical.
Se puede decir que se trata del más valioso trabajo que se ha hecho al respecto (en España, son más abundantes los estudios de censura en cine y literatura) y que ayuda a conocer nuestro pasado cercenado por un reducido grupo de censores. Por eso, aunque sé que ya se ha hablado de este libro en El País, no quiero dejar de traer algunos de sus ilustrativos casos a La Ruta Norteamericana.
Según cuenta el propio Valiño, los censores musicales eran cuatro o cinco, no más, que “por unas pocas pesetas más, se dedicaban por las tardes a hacer horas extra censurando discos, a mayores de su trabajo por las mañanas haciendo lo propio con los libros”. Eran personas que, como explica Vicente Fabuel en el prólogo del libro, pertenecían a “un ente oscuro llamado Delegación Nacional de Propaganda que velaba entonces por la moralidad de los españoles con la eficacia que se presupone de cualquier dictadura”.
Con sabroso material documental, entre fotografías, portadas de discos censuradas, páginas interiores de elepés, edictos y leyes ministeriales, Veneno, en dosis camufladas alumbra en todos los frentes posibles para entender cómo de paranoica era la censura y el daño que hicieron para la cultura popular. Si este blog atiende a la música anglosajona, diremos que fueron muchos los discos y las canciones que se prohibieron o se mutilaron por cuestiones morales, políticas o sociales. Por eso, traigo este libro para compartir algunos ejemplos.
Los censores consideraron que el Imagine de John Lennon era, realmente, una canción negativa mientras varias de las canciones de Carole King de su magistral Tapestry eran inmorales. Por ejemplo, It’s too I feel the earth move es calificada como “canción ligera, aunque las palabras no son reprobables, su clímax, muy apasionado, puede hacer que la interpretación resulte fuerte”. Y en el caso de It’s too late se apuntó que “las palabras tienen doble interpretación, lo que lo hace peligroso”. Tremendo.
Igual de delirante y triste es comprobar cómo a los censores no les parecían procedentes algunas portadas. Conocida es la de The Rolling Stones y su Sticky Fingers, que relacionado como estaba con la masturbación lo tradujeron como Dedos pegajosos. La censura eliminó la portada que mostraba la entrepierna de un pantalón vaquero al que se le colocaba una cremallera real que se podía bajar y la sustituyó por unos dedos pegajosos saliendo de una lata de melaza. Tampoco la contraportada contó con el visto bueno y se obligó a diseñar una contra con una instantánea del grupo. Y la funda interior con los famosos calzoncillos se eliminó.
Otro ejemplo, de los tantos, es la portada internacional del álbum Force it, del grupo de rock UFO. A los censores no les gustó demasiado el apasionado encuentro en un baño repleto de grifos y mangueras de ducha. El resultado del paso de la censura por los legendarios UFO: una tosca desaparición de la pareja que era, menos en España, protagonista de la portada (Consulta la fotogalería de discos censurados).
Pero también hubo censura política, que podía ser tremebunda, como la que sufrió el disco de Paul Simon The Paul Simon songbook de 1965. Según el censor de turno, el tema A simple desultory phillipic, que también tuvo una versión con Simon & Garfunkel, “no hace alabanza alguna al comunismo pero su sola confesión la hace denegable”. A Judy Collins también la censuraron por nombrar la palabra “Che” en el poemario sobre la muerte de Che Guevara en la canción True stories and other dreams de 1973. Y a los chicos de The Band se les censuró su tema Smoke Signal, incluido en su álbum Cahoots de 1971, porque constituía “propaganda de droga” en la letra: “La doncella india plantará la semilla y cultivará una nueva variedad de señales de humo sobre tu cabeza…”.
Como dice Valiño, el principal objetivo del libro es dejar constancia del atropello de libertad del régimen franquista. “Algo que debe quedar en evidencia para su escarnio público, de forma que nunca más se nos prive de una cultura en libertad”. Decía George Orwell que, “si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír”. Queda claro, tras la lectura de este libro, que, si la música no sonó en la España franquista como fue originalmente compuesta y creada, fue porque había miedo a que esos sonidos efusivos, emotivos, trascendentales, liberasen las mentes de las personas a los que la tiranía quería controlar, incluso anular.
*** Del 16 de noviembre hasta el 10 de marzo podrá verse una exposición sobre este libro y las carátulas de las que habla en el Centro Galego de Arte Contemporánea.

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