“A la gente como tú deberían arrojarla por el balcón cuando nace” (Laila,
de 26 años de edad, recordando las palabras de un compañero durante su época
escolar)
Carlos Sanguino - Responsable del trabajo sobre diversidad afectivo-sexual
en Amnistía Internacional España 27/11/2012 - 06:00h- Eldiario.es
Manifestación contra o Día do Orgullo Gay en Riga (Letonia) |
Laila es transexual y cuando estaba en el colegio un compañero
le solía decir que era rara, que no merecía vivir, que deberían tirarla por el
balcón. En una ocasión le pegaron hasta que perdió el conocimiento. Sus padres
le dijeron que tal vez era culpa suya, por provocar. La machacaron tanto que
intentó suicidarse, aunque felizmente no lo consiguió. No denunció.¿Para qué?
La policía no le iba a hacer caso.
Laila es una de esas personas valientes
gracias a las que Amnistía Internacional puede documentar
las violaciones de derechos humanos que transexuales sufren en su país,
Bulgaria.
A nuestra Europa le queda un largo camino por recorrer para combatir
la violencia contra este colectivo. El Observatorio sobre Transexualidad (
TMM por sus siglas en inglés) cifra en al menos 64
el número de personas transexuales asesinadas en los últimos cuatro años en 11
países europeos. Nuestros gobiernos son responsables de esto. Por no prevenirlo
y porque los crímenes en ocasiones no se investigan bien. Aquí no valen las
excusas.
Hay personas en Europa y todo el planeta discriminadas y
asesinadas por ser transexuales. Desde 2008, han muerto más de 1.000 en todo el
mundo. Cifras escalofriantes, pero podría haber muchas más. No hay registros de
estos crímenes en todos los países. Así que este número es sólo la punta del
iceberg.
¿Cantar en un grupo musical? No, si te llamas Angel
y vives en Croacia. Le estamparon una botella en la cabeza por ser trans. Fue a
la policía a denunciarlo y le dijeron fue “cuando vas así vestida, estas cosas
pasan”. Estas cosas pasan. Claro.
No solo hay asesinatos. En la mayoría de los países europeos las
personas transexuales no pueden obtener reconocimiento legal de su género a menos que cumplan ciertos requisitos
que incluyen diagnóstico psiquiátrico, esterilización o tratamiento quirúrgico.
Esas prácticas son discriminatorias.
¿Trabajar? No tan rápido. Anna es trans y
trabajadora sexual en Turquía. Le gustaría dedicarse a otra cosa, pero le miran
raro y no le ofrecen nada. Da mala imagen, dicen. En 2011 un supuesto cliente
la violó y luego la amenazó por teléfono. “Ahora eres mía: no te dejaré en paz
nunca”.
Si eres como Laila, Angel o Anna eres una enferma mental. O eso
dice aún hoy la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de
Psiquiatría, que consideran la transexualidad una enfermedad. En Amnistía
Internacional creemos, como muchas otras organizaciones, que esa
clasificación estigmatiza y vulnera los derechos humanos de las personas
transexuales. Proponemos que se elimine. Y, además, que estas personas tengan
acceso a servicios de salud inmediatamente.
Trabajar, estudiar y cantar
sin miedo a que te peguen o te maten. Algunos tenemos mucha suerte, ¿no es así?
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