Un cura católico, asesor religioso de RTVE, vetó en 1971 la exposición de
las teorías evolucionistas ante las cámaras y castigó a Félix Rodríguez de la
Fuente por mencionarlas
Todavía hoy, uno de cada cinco españoles rechaza la teoría de la evolución
Manuel Ansede 02/01/2014
- 12:13h
El 18% de los españoles cree que un Dios, se supone que el cristiano, creó
al ser humano tal y como es hoy en día. Es decir, casi uno de cada cinco
ciudadanos no acepta a estas alturas la evolución expuesta por Charles Darwin
en 1859, según un sondeo
internacional llevado a cabo por el British Council.
Los resultados no son casuales. Durante décadas, en España existió un
programa sistemático, impulsado por las autoridades eclesiásticas y
franquistas, para borrar de la opinión pública cualquier dato que pusiera en
duda el Génesis que pregona la Biblia: Dios creó a Adán, después a los animales
y, por último, a Eva a partir de una costilla de Adán, como “ayuda idónea para él”.
“La censura actuó contundentemente en los medios de comunicación de masas”,
explica el historiador de la ciencia colombiano Carlos Acosta.
Este investigador ha documentado uno de los mejores ejemplos para mostrar hasta
dónde llegó la ocultación de los avances científicos internacionales en España.
Buceando en un archivo, Acosta se encontró con una carta escalofriante, fechada
el 22 de marzo de 1971 y encabezada por el escudo franquista con el águila de
San Juan, el yugo y las flechas.
Iba dirigida a Félix Rodríguez de la Fuente,
el célebre divulgador ambientalista que sentaba delante del televisor a media
España para ver sus documentales de naturaleza. El autor de la carta era
posiblemente tan influyente como el naturalista, pero desde la sombra: era
Santos Beguiristáin, asesor religioso de Televisión Española.
“La Inquisición total”
Beguiristáin, sacerdote católico, había ganado peso en el régimen durante
la Guerra Civil fomentando la represión contra los que no apoyaron el golpe de
Estado de 1936. “Ahora ha llegado la ocasión de seleccionar la paja a un lado y
el trigo al otro… Y a los escapados, estén donde estén, los hemos de encontrar
para hacer justicia”, escribió
entonces. En 1971, el cura había ascendido hasta llegar a ser el
censor religioso de la televisión pública española. “Beguiristáin era la
Inquisición total”, subraya Acosta, del Centro de Historia de la Ciencia de la
Universidad Autónoma de Barcelona.
En su misiva, Beguiristáin se dirigía a Rodríguez de la Fuente con un “Mi
distinguido amigo”, para advertirle de que la evolución “es una teoría nueva” y
exigiendo que en televisión “matizase el pensamiento sin dar por seguro que la
evolución es un postulado científico”. Eso era por escrito, pero a la cara los
censores iban más allá, según detalla Acosta en una
investigación de 2008 que ahora rescata el periodista Antonio
Calvo en su
libro Odón de Buen: Toda una vida.
El 25 de marzo de 1971, Rodríguez de la Fuente escribió al paleontólogo
Miquel Crusafont una carta en la que le comunicaba que los jefes de Televisión
Española, entonces dirigida por Adolfo Suárez, le habían prohibido pronunciar
la palabra evolución ante las cámaras y repetir sus programas sobre antropología
o evolución. Para el divulgador, la postura del ente público era “tan rígida e
insólita” que en su último programa, consagrado al océano, la censura le había
eliminado dos frases que sugerían la evolución de los seres vivos en contra del
Génesis bíblico. Las peligrosas frases para la sociedad española
eran: “el mar, cuna de la vida” y “los cetáceos, mamíferos marinos que
regresaron al océano”.
Un capitán de fragata
Acosta ha catalogado unos 12.000 documentos del archivo de Miquel
Crusafont, fundador del Instituto Provincial de Paleontología de Sabadell y uno
de los pocos que públicamente defendía en España la evolución, aunque la
consideraba guiada por Dios. Crusafont guardaba los originales de toda la
correspondencia que recibía y una copia al carbón de lo que enviaba, así que su
archivo, en el Instituto
Catalán de Paleontología, es único para conocer los ataques a la
teoría de la evolución en España.
El historiador colombiano, ahora sin fondos para seguir estudiando el
archivo, ha encontrado una decena de cartas sobre el veto a la palabra evolución
en Televisión Española. Acosta distingue dos niveles en la censura: mencionar
la teoría de la evolución estaba prohibido en la radio y en la televisión en
España en 1971, pero la situación era diferente en el ámbito académico. “La
paleontología no fue proscrita y la censura no se manifestó directamente sobre
el grupúsculo de cinco o seis científicos que hablaban en España sobre la
evolución. Aunque, en general, la evolución no se impartió ni en los colegios
ni en las universidades hasta finales de la década de 1960”, señala Acosta.
Aparentemente, el ataque a Rodríguez de la Fuente nació por un artículo
incendiario del geógrafo y capitán de fragata Juan María Bonelli publicado en
la revista religiosa Roca Viva. “Cuando se intenta convencernos de que
un pez, aburrido de pasearse dando vueltas en el agua, decidió fabricarse unas
patas y salir a dar un paseo por los aledaños de la costa, el señor Rodríguez
de la Fuente deja de ser un científico para convertirse en un hombre fogoso,
dotado de fértil fantasía, que imagina y da como ciertas todas las ficciones de
su mente acalorada”, escribía Bonelli, un personaje importante en el régimen
franquista, como demuestra el hecho de que cuatro años después recibiera la
Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, la mayor distinción de
la dictadura.
“Mentes pusilánimes”
“No es lícito que la televisión española lance al aire programas en donde
se enseñen y se den como científicas, probadas y seguras teorías que –por el
contrario– son una ficción e insostenibles por falsas […]. No es lícito sembrar
el error y ofrecer como verdad lo que [es] peligroso, peligroso es camino
seguro para llegar a un ateísmo pseudocientífico”, clamaba Bonelli. El
inquisidor de Televisión Española, Santos Beguiristáin, envió ese texto
antievolución a Rodríguez de la Fuente, llamándole al orden.
Las consecuencias llegaron en seguida. El programa del divulgador,
Planeta Azul, que se emitía en horario de máxima audiencia, los lunes a las
21:30, fue relegado a los domingos a las 19:00. El 27 de marzo, Crusafont,
indignado, escribió a Rodríguez de la Fuente para informarle de sus deseos de
“contestar como es debido a [las] sandeces” de Bonelli y calificaba el ataque
como “algo repulsivo y desagradable hasta el extremo”.
El 9 de abril, Crusafont envió un par de cartas al director de la revista
católica Roca Viva y al director adjunto de Televisión Española,
Luis Ángel de la Viuda, para pedir que dejasen en paz a Rodríguez de la Fuente,
describiendo la evolución “como un hecho archicomprobado”. En línea con sus
creencias religiosas, Crusafont escribe entonces que la evolución de las
especies prepara “el advenimiento del Hombre como el ser más perfecto de la
Creación” y critica a las “mentes pusilánimes” que temen a la ciencia.
Un cura al mando de la televisión
La última misiva del enfrentamiento epistolar es del director adjunto de
Televisión Española. “La carta está llena de frases políticamente correctas y
contradictorias, con las que se defiende una supuesta neutralidad de TVE en
relación con el contenido de sus programas culturales”, explica Acosta en su
investigación, publicada en la revista Actes d’Història de la Ciència i de
la Tècnica. “Pero De la Viuda hacía lo que su asesor religioso le decía.
Beguiristáin era el que tenía el poder”, remarca.
Para Acosta, “este evento de censura político-religiosa sobre
las ideas científicas en la España franquista no debe quedarse en la mera
cuestión anecdótica, más o menos amarillista y estereotípica de la dictadura”,
sino que merece una interpretación histórica. “A pesar de que el sistema
educativo estaba controlado por el régimen del nacionalcatolicismo, parece ser
que el poderoso brazo de su censura se dejó sentir de manera mucho más fuerte
sobre los medios de comunicación”, reflexiona el historiador. Con este
contexto, sorprende menos que, más de cuatro décadas después, casi uno de cada
cinco españoles todavía no acepte la evolución de las especies.
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