Conversación con cinco mujeres gitanas, emancipadas y feministas
"Si los medios de comunicación nos estereotipan y se ríen de nosotras,
hagamos medios de comunicación gitanos"
La falta de referencias no estereotipadas condiciona la construcción de la
personalidad del gitano que quiere identificarse como tal
Mario Munera / Queralt Castillo – Madrid 03/01/2014 – eldiario.es
Son las seis de la tarde y empiezan a llegar. Cinco mujeres, gitanas,
emancipadas e independientes, Y sobre todo, defensoras de su cultura, sus orígenes
y su historia como gitanas. Patricia Caro, Soraya Giménez, Pepi Fernández,
Araceli Cañadas y Gina llegan dispuestas a desmontar el imaginario que se le
atribuye al pueblo gitano, y más concretamente, a sus mujeres.
El último informe de la Fundación del Secretariado Gitano junto al Centro
Nacional de Innovación e Investigación Educativa (CNIIE) arroja unos
datos desalentadores: "Sólo el 62,7% ha completado como máximo
la educación primaria, sólo el 24,8% ha logrado el título de graduado de la ESO
y únicamente el 7,4% ha logrado finalizar la educación secundaria no
obligatoria (bachillerato y formación profesional de grado medio)". En el
informe se esgrimen varias posibles causas para intentar dar una explicación a
este fenómeno: la reciente incorporación de los gitanos y las gitanas a la
aulas, las responsabilidades familiares (por pedimiento, casamiento y
responsabilidades o de otra índole), la disponibilidad de los recursos económicos
y el nivel sociocultural de los padres, entre otras.
Estas cinco mujeres son críticas con esas conclusiones. Para Patricia Caro,
estudiante de psicología e integrante de la asociación Gitanas Feministas por
la Diversidad, los datos "no son representativos". Tampoco Pepi Fernández,
trabajadora social, tiene la misma percepción que el informe: "la realidad
que se pinta en el estudio es muy mala, pero la situación no es así. A día de
hoy hay muchos gitanos y gitanas, y más gitanas, de hecho, con estudios
superiores".
Araceli Cañadas, doctoranda en la Universidad de Alcalá, donde imparte la
asignatura "gitanos de españa, historia y cultura", arremete contra
el argumento que intenta explicar el fracaso escolar del alumnado gitano a
partir de la reciente incorporación de este pueblo a las aulas. "El primer
documento conocido hasta el momento donde se habla de la llegada de los gitanos
a España data de 1425, estamos hablando del siglo XV", exploca. "¿Estamos
diciendo que en seis siglos, la comunidad gitana sólo se ha dedicado a leer la
mano y a delinquir? Es ilógico... Habrá una parte de la población gitana que
haya ido a la universidad, desde siempre, pero son los gitanos invisibles
porque no se quiere mostrar esa realidad".
Para Cañadas, la situación actual del pueblo gitano es mucho mejor que la
de hace treinta años, pero aún hay mucho trabajo por hacer: "la educación
en general es muy mala y si ya hablamos de temas de interculturalidad y de respeto
al diferente, la cosa se complica...pero para todo el mundo. Es un problema de
cómo está montado el sistema educativo, que en general no sabe manejar la
interculturalidad".
Una identidad negada se traduce en no saber quién eres ni cómo funciona el mundo.
"A todo el mundo le cuesta mucho trabajo saber quién es. Incluso puede ser
que te mueras y no lo sepas. ¿Qué es ser gitano? ¿Y español? ¿Y europeo? ¿Qué
es ser mujer? ¿Qué es ser hombre? La identidad es algo que cada uno tiene que
trabajar", reflexiona Cañadas. "La diferencia que hay entre la
identidad gitana y las demás, es que si tú quieres profundizar en tu identidad
paya, tienes argumentos, libros, documentos, profesores etc. Pero si tú quieres
profundizar en tu identidad gitana careces de un corpus bibliográfico o
documental, careces de una tradición académica... En esos momento, te vuelven a
remitir a esos esquemas fijos y estereotipados, y te encuentras entre eso o la
nada". Araceli sabe de qué habla. Hace 20 años intentó empezar unos
estudios de doctorado sobre la comunidad gitana pero no fue posible, desde la
universidad se le aconsejó que no lo hiciera. Sin darse por vencida,
actualmente está haciendo un doctorado sobre el análisis sociolingüístico del
habla de los gitanos de Madrid, el gitañol.
Todas están de acuerdo con el problema que supone la búsqueda de la
identidad de una misma. Ellas han salido del estereotipo, han vencido esas
barreras invisibles pero muy presentes a los que debe enfrentarse el pueblo
gitano y en el camino, se han encontrado a ellas mismas sin perder sus orígenes
u obviar sus tradiciones. Soraya Giménez, que trabaja en el Instituto de
Cultura Gitana, insiste en la importancia de los tiempos de maduración.
"Todo tiene tiempos de maduración. A día de hoy, las cosas han cambiando y
la causa gitana está gestionada jurídicamente en el estado. Hay un Instituto de
Cultura, un Consejo estatal...y son esos los mecanismos que ayudan a normalizar
al cuestión gitana. Con esta base, nos toca a los gitanos y gitanas trabajar,
porque no sirve de nada continuar quejándose. Si los medios de comunicación nos
estereotipan y se ríen de nosotras [En referencia al Programa "Palabra de
Gitano" que emite la cadena Cuatro], hagamos medios de comunicación
gitanos y luchemos. En realidad es un problema de autoestima".
Una autoestima que, según ellas, no se trabaja en las aulas, sino todo lo
contrario. El sistema educativo intenta homogeneizar colectivos y suprimir las
diferencias en lugar de sacarles provecho para enriquecerse culturalmente.
"Yo he visto en algunas clases, como el profesor o profesora le dice al niño
o niña gitana que se duerma, que mientras no la líe, ya todo está bien, porque
esa es la imagen que se tiene del pueblo gitano... como si siempre estuvieran
causando problemas en clase, cuando en realidad no es así", dice Gina,
estudiante de trabajo social.
Y este es un punto de inflexión clave en el avance o retroceso de la
comunidad gitana. En ocasiones, las bajas expectativas que se tienen del
alumnado gitano condicionan de manera definitiva su fracaso en los estudios.
"A eso se le llama el efecto Pigmalión", puntualiza Patricia. El
efecto Pigmalión en el ámbito escolar se traduce en la influencia que los/as
profesores/as tienen sobre el alumnado en función de las expectativas que se crean
y de cómo se los trata en base a ellas. También Pepi ha presenciado escenas
grotescas donde una directora de colegio aseguraba, aún a día de hoy y con
total impunidad, que "no sé porqué pero a los gitanos les cuesta más
aprender". Y eso es más que racismo. "Es fascismo", sentencia
Patricia. "Al sistema le viene muy bien que los gitanos estemos en una
franja social de la que no podamos salir".
Con un enfoque adecuado, clases menos numerosas y profesionales más
formados/as en temas de interculturalidad y respeto al diferente eso no pasaría.
"En los pueblos es diferente que en las ciudades. El maestro está más
implicado con el alumnado. En las ciudades eso no se da porque las clases son
colmenas y cúmulos de guetos", asegura Soraya, que ha crecido en un pequeño
pueblo de Zaragoza.
¿Cómo hacer entender a la sociedad que Pepi, Soraya, Patri, Gina y Araceli
no son excepciones? Araceli lo tiene claro: "cuando una cree en sí misma,
es capaz de todo". Pepi apuesta por el uso de las redes sociales para
denunciar las imágenes negativas que desde algunos medios de comunicación y
colectivos se proyecta de la comunidad gitana. El pueblo gitano debe tratar de
fortalecer su autoestima, retarse a logros, conseguirlos (con la dureza que eso
supone) e ir conquistando metas. Madurar y salir de la zona de confort. Para
ello, sin embargo, aún habrá que romper muchos techos de cristal y
"deshacerse del suelo pegajoso", como dice Soraya.
Hay iniciativas en marcha que fomentan ese autoconocimiento para cambiar
percepciones. Una de ellas es la primera asociación de feministas gitanas
"Asociación de gitanas feministas y por la diversidad", aún en estado
embrionario o la iniciativa Edukaló, que lucha contra el absentismo escolar del
alumnado gitano, promovido desde la Federación Autonómica de Asociaciones
Gitanas.
Sólo mediante la formación, la desaparición de los estereotipos, la lucha
por una autoestima en alza y el reencuentro con una identidad en ocasiones
perdida, el pueblo gitano ocupará un lugar sin prejuicios en la sociedad, lejos
de la imagen manida y rancia. Y ellas tienen mucho que decir, porque pisan
fuerte y porque como repite Pepi: "Nosotras valemos".
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