El historiador Francisco Moreno Gómez
rinde homenaje a la cualificación y combatividad de los soldados republicanos
en su libro 'Trincheras de la República. La gesta de una democracia acosada por
el fascismo'
RAFAEL GUERRERO Sevilla 20/12/2013 publico.es
Treinta y cinco años de dedicación
continuada a la investigación hacen de Francisco Moreno Gómez uno de los
historiadores españoles más solventes y rigurosos a lo largo de sus múltiples
trabajos sobre los maquis, sobre la guerra y la represión en su provincia natal
de Córdoba y ahora sobre la guerra pura y dura en un libro denso -Trincheras
de la República. La gesta de una democracia acosada por el fascismo,
editorial El Páramo- donde rinde homenaje a la cualificación y la combatividad
de los soldados republicanos.
Moreno Gómez es catedrático de
instituto ya jubilado y pertenece a esa importante saga de investigadores que
ha tirado del carro de la historiografía al margen del academicismo
universitario. Considera que las estimaciones sobre las víctimas tanto de la
guerra en los combates como de la represión se quedan cortas porque sigue sin
aflorar la cifra exacta de desaparecidos. "En los frentes de batalla
pudieron morir no menos de 300.000 combatientes en toda España y, tan sólo
en la provincia de Córdoba, he podido documentar casi 12.000 víctimas de esa
catástrofe humanitaria causada por el golpe militar franquista. Pero son datos
mínimos, el máximo no se sabrá nunca. De ahí la enorme importancia de
investigar, como sugiere el Comité de Desapariciones Forzadas de la ONU".
No es habitual en la historiografía
actual que se reconstruyan batallas, pero Francisco Moreno lo hace aportando
mucha información, incluso planos de situación que facilitan el entendimiento
sobre la evolución de las campañas bélicas. Una de ellas -no muy conocida- es
la última gran batalla de la contienda española, que se libró entre las
provincias de Córdoba y Badajoz, entre enero y febrero de 1939, cuando
nadie dudaba ya de que la guerra civil estaba perdida para la República. En
efecto, en la batalla de Córdoba-Extremadura intervinieron más de 160.000
combatientes (92.500 del ejército republicano y 72.000 del bando franquista).
Hubo 30.000 bajas y 10.000 muertos: 8.000 militares republicanos y 2.000
sublevados. Moreno Gómez explica así el sentido de aquella postrera gran
batalla: "Los republicanos rompieron el frente, lo que causó gran alarma
en el cuartel general franquista. La República quiso demostrar que no se
rendía dando ejemplo de coraje y dignidad". El historiador cordobés
recuerda la clave de la victoria franquista y se muestra categórico: "Cuando
las fuerzas se equiparaban, la ayuda extranjera de Hitler y Mussolini deshacía
el empate. De no haber sido por la ayuda del Eje Roma-Berlín, Franco no gana la
guerra. La cualificación y la combatividad de los republicanos no ha sido
valorada en su justo término".
El autor se detiene en determinados
episodios de la guerra civil como el que sigue a la caída de Málaga en poder
de las tropas franquistas en febrero de 1937. La ciudad se convirtió en una
auténtica ratonera, donde decenas y decenas de personas eran fusiladas cada
noche en las tapias del cementerio de San Rafael, que alberga el segundo
conjunto de fosas comunes más importante de Europa con casi 5.000 esqueletos,
después de Sebrenica, en Bosnia Herzegovina. "Se organizaban matanzas
de prisioneros todas las noches. Decían: A ver que salgan los de la
celda 21 y cargaban el camión rumbo al cementerio". Pero no sólo eran
asesinados los malagueños, sino también los andaluces llegados semanas y meses
antes a una ciudad colapsada que duplicaba su población por la presencia masiva
de refugiados huyendo de la represión rebelde. Moreno documenta bastantes
ejemplos de llegadas de grupos de falangistas de pueblos del occidente andaluz
en manos golpistas "que iban a cazar a sus paisanos", para detenerlos,
llevárselos a sus localidades de origen y allí matarlos. "O por el camino
de vuelta, como pasó con un grupo de republicanos de Morón, que fueron
fusilados en La Puebla de Cazalla".
La "carretera de la muerte"
Las cien mil personas, en su mayoría
civiles, que se encaminaron apresuradamente hacia Almería por la carretera de
la Costa durante los días siguiente a la toma de Málaga, tenían plenamente
justificados sus temores y padecieron el ataque continuado de los sublevados: por
aire bombardeados y ametrallados por la aviación italiana y desde el mar
cañoneados por la marina rebelde. El médico canadiense que auxilió con su
ambulancia a cientos de huidos por aquella "carretera de la muerte"
considera que aquello fue el mayor crimen de guerra en España, más que las
matanzas de Badajoz y que el bombardeo de Guernica. "Estamos hablando de
casi cinco mil muertos", comenta Francisco Moreno, aclarando que "en
la República nunca se ametralló a los civiles que huían de los pueblos por
miedo a la represión, cosa que el franquismo hizo masivamente en Málaga,
pero también en 1938 en el cierre de la bolsa de La Serena y en Don Benito
(Badajoz), y durante la evacuación de de Tarragona en enero de 1939, como bien
recogió Robert Capa en sus fotos. Es la criminalidad de guerra de que se ocupa
la justicia universal".
Otro aspecto
de la guerra escasamente abordado en el que se detiene moreno Gómez es el de los
"niños o hijos de la noche", un original fenómeno de grupos de
guerrilleros que hacían peligrosas incursiones nocturnas al otro lado del
frente, en la retaguardia enemiga para realizar acciones de sabotaje, para
liberar detenidos, para robar ganado y víveres y para ataques sorpresa.
"Formaron en todo el frente -dice Moreno Gómez- el 14º cuerpo guerrillero,
estructurado y comandado por el jienense Domingo Hungría, que tenía su sede
principal en Villanueva de Córdoba, con sedes también en Granada, Badajoz,
Alcalá de Henares, y un centro de entrenamiento en Benimámet (Valencia)".
Estos grupos de guerrillas, que progresivamente fueron recibiendo apoyo de
técnicos extranjeros, principalmente soviéticos, efectuaron acciones de guerra
importantes, como la voladura de un tren militar cargado de soldados italianos
y la liberación de 300 presos republicanos en el fuerte de la localidad costera
granadina de Carchuna. Los guerrilleros del frente sur (entre Córdoba y
Extremadura) sumaron durante la contienda 239 sabotajes, 17 emboscadas, 6
incursiones, 87 trenes descarrilados, 112 vehículos destruidos y 2.300 bajas
enemigas, entre muertos y heridos, con tan sólo 14 muertos propios, según
precisa el investigador Francisco Moreno en su libro Trincheras de la
República. Asegura que la voladora de un puente en la carretera de
Peñarroya y Córdoba inspiró al mismísimo Hemingway para el argumento de su novela
Por quién doblan las campanas.
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