Unos 2.000 niños mueren al día por enfermedades asociadas
a la carencia de agua y saneamientos seguros
La mejora del abastecimiento humano se debe acompañar de
la mejora de los ecosistemas hídricos
Es necesario extender el saneamiento a un ritmo de
660.000 personas por día hasta 2015
Casi 800 millones de personas no tienen acceso seguro a fuentes de agua
potable; 2.500 millones no disponen de servicios de saneamiento (alcantarillado
y depuración, básicamente); y 2.000 niños mueren al día por enfermedades
asociadas a estas dos carencias. Estos datos volvieron a resonar durante la
celebración, el pasado 10 de diciembre, del Día Internacional de los Derechos
Humanos. Organizaciones como Ongawa
Ingeniería para el Desarrollo Humano y End Water Poverty advirtieron del largo
camino que queda para superar la “pobreza hídrica” que viven muchas personas y
que también afecta al medio ambiente.
Desde Ongawa, María del Mar Rivero recordaba que aunque el acceso al agua
potable y al saneamiento aparecen mencionados, entre otros, en el Pacto
Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 que
recoge el derecho a un nivel de vida adecuado y a la salud, “no es hasta el 10
de julio de 2010 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoce el
derecho al agua y al saneamiento como derechos esenciales”. En el lado positivo
hay que mencionar que en las dos últimas décadas más de 2.000 millones de
personas han accedido a agua potable segura.
Reducir a la mitad el porcentaje de la población mundial que no dispone de
este servicio era uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las
Naciones Unidas. Según esta última organización, en 2010 la proporción de
población con acceso a ese tipo de fuentes llegó al 89% (76% en 1990). “Esto significa
que la meta relativa al agua potable se logró cinco años antes de la fecha
programada, a pesar del crecimiento significativo de la población”, relatan en
el informe de 2013, publicado en el
mes de junio, sobre el estado de cumplimiento de los ODM.
Sin embargo, la propia ONU reconoce en dicho informe que le inquieta “la
calidad y la seguridad de muchas de las fuentes mejoradas de agua potable”, y
advierte de que la cantidad de personas sin acceso seguro a este bien podría
ser dos o tres veces superior a las estimaciones oficiales. Además, dicho
acceso no se logra de manera uniforme en todas las regiones, ya que en el
Cáucaso y Asia central la cobertura cayó del 89% en 1990 al 86% en 2011. Y hay
algo más: el 38% de los 6.200 millones de personas que usan fuentes mejoradas
de agua potable no cuenta con la comodidad de disponer de este recurso por
cañerías en su hogar ni con los beneficios para la salud y económicos
asociados.
Vertido químico no río Songhua (China) |
Casi 2.400 millones de personas tienen que dedicar mucho tiempo y energía
en filas situadas en lugares públicos donde se suministro de agua y acarrear
pesadas cargas al hogar que a menudo solo satisfacen las necesidades esenciales
de agua potable. End Water Poverty señala que las mujeres del hemisferio sur
emplean 200 millones de horas al día para colectar agua y caminar una media de
seis kilómetros diarios con 20 litros sobre sus cabezas. La ONU quiere aportar
aquí algunos datos positivos, como el porcentaje de personas que deben utilizar
agua de superficie sin tratar, que cayó del 6% en 1990 al 3% en 2011. “De todos
modos –prosiguen en el informe de los ODM–, más de 180 millones de personas
deben recurrir a ríos, arroyos, estanques o lagos para satisfacer sus
necesidades diarias de agua potable”.
Pero el objetivo marcado para 2015 está a medias de conseguir, ya que la
gran deficiencia siguen siendo esos 2.500 millones de personas sin saneamiento
adecuado de las aguas. En 1990 algo menos de la mitad (49%) de la población
contaba con este servicio, y según los ODM la cobertura debe extenderse al 75%
para cumplir con la meta. El nivel actual es del 64%. A pesar de que cada día
nacen más personas en hogares con inodoros conectados a redes de alcantarillado
y depuración, hay que “extender los servicios de saneamiento a aproximadamente
660.000 personas al día hasta 2015”, concluye el informe.
María del Mar Rivero enfatiza que “el derecho humano a la salud, a la
alimentación o a la educación, se ven afectados directamente cuando no se
respeta el derecho humano al agua y al saneamiento, por lo que no se puede
hablar de garantizar cualquiera de ellos sin agua o sin saneamiento”. Entre
otras consecuencias, las enfermedades de transmisión hídrica (especialmente las
diarreas), las causadas por un saneamiento inadecuado o aquellas derivadas de
una alimentación deficiente “suponen un coste económico en medicinas y cuidados
que afectan gravemente a las familias y, en definitiva, a los Estados”,
recuerda la representante de Ongawa.
Problema social y ambiental
Tanto el acceso al agua potable como el saneamiento
de este recurso están plenamente vinculados a la protección de nuestro entorno,
tanto que la propia ONU los incluye dentro del objetivo general número 7:
“Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”. Por este motivo, Sandra
Postel, directora del Global Water
Policy Project, critica que “los avances logrados en la satisfacción
de las necesidades humanas de agua no han estado acompañados lamentablemente de
progresos análogos en la satisfacción de las necesidades de los ecosistemas”.
Postel expresa esta postura en la edición de 2013
del informe La situación del
mundo. ¿Es aún posible lograr la sostenibilidad?,
coordinado por el Worldwatch Institute y
publicado en España por Fuhem Ecosocial e Icaria
Editorial. Para esta investigadora estadounidense los beneficios en hectáreas
regadas, kilovatios hora generados y personas abastecidas se han conseguido “a
costa de grandes perjuicios para unos 470 millones de personas que dependen de
los ríos y que habitan aguas abajo de las grandes presas, así como de la
calidad y productividad de ecosistemas de agua dulce que proporcionan servicios
muy valiosos”.
En su aportación a La situación
del mundo, Sandra Postel enumera varias iniciativas repartidas por todo el
mundo y realizadas por Administraciones, empresas y ONG que conjugan el
servicio a las personas con la protección de los ecosistemas. Y también se
dirige a los habitantes del planeta, en especial a los del mundo más rico:
“Fabricar una camisa de algodón requiere 2.500 litros de agua, pero si mil
millones de personas comprasen dos camisas menos cada uno, el ahorro de agua
sería suficiente para satisfacer las necesidades alimentarias anuales de 4,6
millones de personas”. También hay efectos positivos si optamos por una dieta
más ecológica (“todos los días comemos mil veces más agua de la que
bebemos”) y un transporte más sostenible (“llenar el depósito de un coche
requiere13 litros de agua por cada litro de combustible”). “La buena noticia es
que apenas hemos comenzado a utilizar nuestro ingenio y capacidad inventiva
para enfrentarnos a este desafío”, aventura Postel.
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