La muerte de Concha Carretero, histórica militante comunista y símbolo de
la lucha por la República, cierra una generación de mujeres que se jugaron su
vida por la libertad, la igualdad y la democracia
ALEJANDRO TORRÚS Madrid 05/01/2014 publico.es
El año 2014
arrancó con la muerte de
Concha Carretero, histórica militante comunista que perteneció a las
Juventudes Socialistas Unificadas y que se convirtió en símbolo de la lucha en
defensa de la II República. Murió a los 96 años sin poder ver cumplido su
sueño: la instauración de la III República Española. Su hijo, Jaime, señalaba
a Público desde el tanatorio donde se celebraba el funeral de
Carretero que su madre pertenecía a una generación de mujeres "que se
habían jugado su libertad y su juventud por la de todos los demás".
Como Concha
Carretero, cientos de mujeres de todos los territorios del Estado no dudaron en
enfrentarse a los militares, a la Iglesia y a esa parte de la sociedad civil
que se levantó en armas contra la República. Todas ellas perdieron su libertad
en la lucha. Otras muchas perdieron también su vida. Como señaló Jaime, hijo de
Concha, su madre "mantuvo el legado de toda esa generación hasta el
final" de sus días. Carretero era una de los últimos buques insignia de
una generación de mujeres cuyos nombres raramente aparecen en los libros de
Historia. No hay que olvidar que la historia siempre la escriben los vencedores.
Hacer una
lista con el nombre de estas mujeres sería imposible. No sólo se debería
incluir en ella a todas las que militaron activamente en política sino también
a todas esas mujeres, que con sus maridos e hijos mayores fusilados o
encarcelados, se dejaron el
alma para la supervivencia de los suyos. Esa lista debe incluir
nombres como el de Enriqueta Martín, que durante años estuvo caminando 34
kilómetros casi diarios, el camino de ida y vuelta hasta el pueblo vecino, para
introducir tabaco, harina y aceite de contrabando en su pequeño pueblo de
Granada para poder y alimentar a sus cuatro hijos. O el de Rosa Cañadas que,
con apenas 20 años, tuvo que limpiar casas, picar piedra y coser pantalones,
entre otras funciones, para sacar adelante a una familia de cinco hermanos cuyo
padre, alcalde de Guadalajara durante la República, había sido fusilado y todas
sus pertenencias requisadas.
Con la
instauración del régimen franquista la mujer fue calificada como una individua de
dudosa moral cuyos intentos de acceder a la ciudadanía en
condiciones de igualdad al hombre fueron castigados ejemplarmente con penas de
cárcel, exilio, silencio y uniformidad. Sobre ellas y sobre su no libertad, el
franquismo pretendió cimentar el nuevo régimen nacional católico. Ellas, sin
embargo, son también el pilar sobre el que se sustentan los logros femeninos en
defensa de la igualdad y contra la sociedad patriarcal, que hoy día se sigue
intentando imponer a la mujer. Su ejemplo, su legado y su lucha no deben quedar
atrás.
Aurora
Arnáiz. Primera catedrática de México
El caso de
Aurora Arnáiz es el ejemplo paradigmática del exilio intelectual forzoso que
sufrió España. Arnáiz, como Carretero, militó en las JSU, donde llegó a
desempeñar el cargo de responsable de la Cuestión Femenina. El cinco de marzo
de 1939, Arnáiz y su marido, José Cazorla, fueron detenidos y obligados a
permanecer aislados en una casa en Guadalajara por los partidarios de
la Junta de Casado. En cautividad, Aurora vio morir a su pequeño hijo Carlos,
gravemente enfermo, sin ningún tipo de ayuda médica. Con el final de la guerra,
Arnáiz logró cruzar la frontera francesa y desde allí viajó a Santo Domingo,
Cuba y, posteriormente, México, donde comenzaría una nueva vida. Su marido, sin
embargo, fue fusilado por el régimen franquista.
En el país
norteamericano, Arnáiz se convirtió en una respetada profesora de Derecho
Constitucional, antes lo había sido de Teoría del Estado, en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). De hecho, Arnáiz fue la primera mujer en
alcanzar el grado de catedrática en México. Autora de numerosas obras, la mayor
parte de ellas se centran en el campo del Derecho y la Ciencia Política, aunque
destaca, especialmente, el libro Feminismo y femineidad (México D.F.,
UNAM, 1978).
"Arnáiz
fue una de las mujeres con mayor protagonismo político entre la juventud
española de 1930, especialmente como dirigente de la JSU durante los primeros
meses de la Guerra Civil. Combinaba su formación en la mejor tradición liberal
de los años veinte con un firme compromiso político, canalizado por la vía del
socialismo. Era de un nivel intelectual más que considerable. ¿Su olvido?
Influyeron dos factores: su exilio en México y su condición de mujer",
señala a Público el historiador David Jorge, profesor de la
Wesleyan University (Connecticut, Estados Unidos).
Aurora
Bautista. La actriz cuyo pasado cayó en el olvido
Aurora
Bautista fue una famosa actriz durante la España de Franco llegando a trabajar
con Paco Rabal y Juan Antonio Bardem, entre otros muchos. De hecho, llegó a ser
considerada como una actriz insignia del franquismo, pero Bautista nunca estuvo
cerca de comulgar con el régimen. Lo que pocos conocen a día de hoy es que
Autora Bautista militó en las JSU durante la República y que luchó activamente
contra el golpe de Estado militar de julio de 1936.
Los caminos
de Bautista y Carretero se cruzaron en varias ocasiones. Se conocieron en la
fábrica de guerra y experiencias industriales de Madrid, donde ambas trabajaron
durante la guerra. Aurora frente al torno cilíndrico y Concha con el torno
automático. Las dos fueron detenidas el 6 de marzo de 1939, tras el golpe de
Casado, cuando intentaban recuperar el archivo de las JSU y las dos, tras pasar
por las dependencias policiales de Serrano y los Salesianos de Atocha,
terminaron en la cárcel de mujeres de Ventas.
Allí Aurora
Bautista y Carretero compartieron celda antes de ser puestas en libertad la
noche antes de la entrada de las tropas de Franco en Madrid. Concha pronto
caería de nuevo en manos de la policía, en una cita para reorganizar la JSU
clandestinamente y Aurora Bautista comenzó su alejamiento de la actividad
política y su pasado cayó en el olvido más profundo. La única actividad
política que se le conoció después fue su participación en la manifestación
pro-amnistía convocada a las puertas de la cárcel de Carabanchel el 27 de
noviembre de 1975. Aquella noche fue detenida y conducida a los sótanos de la
Puerta del Sol, junto a otra gente, entre otros el también actor Juan Diego. De
Sol fueron llevaron a las Salesas y aquella misma noche fueron puestos en
libertad.
"Bautista
asumió la derrota y el silencio que ésta implicaba si quería mirar hacia
adelante en la España de Franco. Pero, desaparecido éste, no pareció estar por
la labor de que se prolongara por más tiempo la ausencia de libertades. De ahí
su detención una semana después de la muerte de Franco", explica a este
diario el historiador David Jorge.
Matilde
Landa, la mujer que prefirió la muerte al bautizo
La historia
de Matilde Landa es
estremecedora. Dirigente del PCE, Landa formó parte durante la
Guerra Civil de la sección de información popular del subsecretariado de
Propaganda del Gobierno Republicano donde recorría la España republicana
organizando conferencias para levantar la moral a los combatientes
republicanos. Además, fue voluntaria en el Socorro Rojo Internacional, donde
colaboró en la evacuación de Málaga.
Condenada a
muerte tras la victoria de las tropas franquistas, Matilde ingresó en la cárcel
de Ventas de Madrid, donde permanecían alrededor de 10.000 presas. Desde
dentro, con el permiso de la directora de la prisión, compañera de la
residencia de estudiantes, montó la llamada Oficina de Penadas, que se encontraba
en su misma celda. Se trataba de una máquina de escribir en la que Matilde
escribía recursos para que sus compañeras no fueran fusiladas una vez
escuchados sus casos.
En poco
tiempo se convirtió en la reclusa más carismática. La joven comunista se había convertido
en un símbolo de dignidad y resistencia para sus compañeras reclusas. Un amigo
de la familia, cercano al régimen franquista, intercedió para que no fuera
ejecutada. A cambio, el régimen la condenó a 30 años de prisión que debían
cumplirse fuera de la península. Fue entonces cuando trasladaron a Landa a
Mallorca. Era el mes de agosto de 1940.
Landa se
convirtió entonces en el objetivo propagandístico de la Iglesia balear. Su
conversión al catolicismo sería una gran arma propagandística y minaría la
moral de los vencidos. No bastaba con vencer. Había que humillar y convertir a
los derrotados. Matilde fue apartada del resto de presos y sólo podía hablar
con Bárbara Pons, de Acción Católica, quien se encargaba de que finalmente
aceptara la conversión al catolicismo.
Allí, el
régimen franquista le ofreció a la dirigente comunista mejoras en la
alimentación de los hijos de las presas del penal de Mallorca a cambio de su
bautismo y conversión al catolicismo. Matilde eligió sus principios. El 26 de
septiembre de 1942, día que estaba prevista la ceremonia de bautismo, Landa se
precipitó por la terraza hacia el patio interior de la prisión. Prefirió la
muerte a renunciar a sus convicciones ideológicas.
Minutos
antes de su suicidio, Landa escribió una carta a su hija donde, de manera
encubierta, se despedió de ella rogándole perdón. La ceremonia de su bautizo ya
estaba preparada: "Hoy es el gran día, dicen. Doña Bárbara, otras señoras
de Acción Católica y las monjitas andarán relamiéndose con el triunfo. El dolor
del pecho no me deja pensar, Carmencilla (...). No puedo ver sin llorar los
rostros de esos niños a los que amenazan con dejar sin leche si yo no me
convierto. Tú sabes, Camencilla, lo mucho que me preocupan los niños, los más
desgraciados, con sus corazoncitos, tan sensibles y tan a merced de los
caprichos de los mayores. No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme
(...). Quien sobra soy yo (...). Espero que me sigas queriendo y que te
acuerdes de mí a pesar de lo que te cuenten, a pesar de lo que voy a hacer. Que
tú, mi niña, mi chiquitina, y esos pobres niños me perdonéis", escribió
Landa antes de su suicidio en una carta que recoge Antoni Tugores en la obra Víctimes
invisibles.
Otilia
Castellví. Presa en los campos nazis
Otilia se
enroló en las filas del Partido Obrero de Unificación Marxista cuando apenas
cumplió la mayoría de edad, porque pensaba que desde este partido era posible
"seguir luchando contra las injusticias". Modista de profesión,
Castellví sufrió la represión por partida doble: las checas republicanas cuando
el POUM fue ilegalizado y la represión franquista. Cuando acabó la guerra,
Otilia cruzó la frontera francesa, donde fue detenida y condenada a la cárcel.
Una pena que cumplió en diferentes campos de concentración hasta que consiguió
huir a Alemania, donde vivió como costurera casi toda la II Guerra Mundial.
Finalmente, Otilia consiguió huir a Venezuela donde permaneció hasta 1956,
cuando regresó a España.
Durante
su estancia en Alemania dejó varios escritos que fueron recogidos en la obra De
las checas de Barcelona a la Alemania nazi (Acantilado). Entre ellos, se
encuentra esta reflexión: "¡La guerra! ¿Qué maldito egoísmo inspira a los
hombres tanto egoísmo? ¿Dónde está la civilización? ¿Quién juzgará a los
criminales que, de lejos y con frialdad, perpetraban miles y miles de crímenes?
¡Qué absurdos! ¡Cuánto cinismo!".
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