Kubati era ayer en Durango la viva imagen de la derrota, aunque es cierto
que no la del sincero arrepentimiento que exigen con razón y todo el derecho
del mundo las víctimas de tanta sinrazón y barbarie. Por eso importa poco la
literatura que ha acompañado tanto al comunicado del colectivo de presos de
ETA, como el RT de los dos folios de ayer.
Aitor Guenaga 04/01/2014 – eldiario.es
No son pocos los que ayer se acordaron en este nuestro país de Dolores González
Katarain, 'Yoyes'. Una mujer de armas dejar. Sobre todo al ver a un avejentado
José Antonio López Ruiz, 'Kubati', poniendo voz al acto -decir rueda de prensa
es casi un insulto al periodismo, que básicamente es preguntar- realizado ayer
por algo más de 60 expresos de ETA que acumulaban unos 1.500 años de cárcel, más
de 200 de ellos con una condena añadida y declarada ilegal por el Tribunal de
Estrasburgo.
Y acumulaban todos esos años tras sus espaldas no por la liberación de
Euskal Herria, no, tampoco por delitos políticos, qué va. Fueron condenados por
actos bárbaros como el que una buena mañana de azoka (feria) en Ordizia ejecutó
el ahora expreso Kubati, que disparó a Yoyes en presencia de su hijo Akaitz
porque ETA solo paga a "traidores" con la muerte, divisa habitual de
la organización durante toda su historia.
- ¿Tú eres Yoyes?
- Sí
- ¿Sabes quién soy yo?
- No
- Soy miembro de ETA y vengo a ejecutarte.
Sonaron varios disparos y luego el tiro de gracia en la cabeza, cuando
Yoyes tumbada en el suelo era ya cualquier cosa menos lo que luego diría la
dirección de ETA al reivindicar su asesinato, "una colaboradora en los
planes represivos del Estado opresor español", con los "planes
genocidas de las fuerzas de ocupación" y una "traidora al proceso de
liberación que el pueblo trabajador vasco lleva a cabo".
Yoyes fue una de las primeras mujeres (si no la primera) en alcanzar la
dirección etarra, sustituyendo a José María Beñaran Ordeñana, 'Argala',
asesinado en 1978 con un bombazo colocado por la guerra sucia del Batallón
Vasco Español. Y no tardó en darse cuenta, en 1979, de la deriva de la
Organización. "No quiero actuar en apoyo de una lucha que ha degenerado en
algo terrible, dictatorial y mítico, contrario a mis valores y sentires más
profundos y constantes en mi trayectoria".
Entre aquel 10 de septiembre de 1986 de Yoyes y este 4 de enero de 2014 de
Kubati median muchos muertos, mucho dolor, mucho silencio cómplice, muchos crímenes
aun por resolver en la Audiencia Nacional; pero media sobre todo una derrota
política y vital: la de quienes como Kubati empuñaron un arma para imponer
desde el terror una visión totalitaria de Euskadi incluso a quienes como Yoyes
evolucionaron a posiciones situadas en las antípodas de lo que representaba ya
para entonces la organización terrorista ETA.
El exdirigente de
ETA José Luis Alvarez Santacristina, 'Txelis', expulsado de ETA por
renegar de la lucha armada a finales de los años 90, fue uno de los que, tras
ser detenido en Francia en marzo de 1992 junto al colectivo Artapalo del que
formaba parte y que ordenó el asesinato de Yoyes, abandonó la organización
terrorista. Antes del asesinato, fue el que avisó a una amiga de la familia de
Yoyes que se anduviera con "mucho ojito". Pero después, hace un par
de años, intentó incluso pedir perdón directamente a los familiares de Yoyes
con un encuentro que nunca llegó a celebrarse.
Ayer Kubati, con el pelo encanecido y sin la dura mirada que tenía en la
fotografía policial en blanco y negro de su etapa más sanguinaria, alzó la
cabeza delante de las cámaras cuando leyo la frase en la que los presos
liberados gracias al fin de la 'doctrina Parot' admitían el daño causado:
"Del mismo modo que hemos sido receptores directos del sufrimiento
padecido y generado y así lo reconocemos".
No es suficiente. Claro que no. Pero quien leía estas líneas y aplaudía la
decisión del colectivo EPPK de asumir la legalidad penitenciaria que tanto han
combatido mientras estaban entre rejas, no olía a victoria, que diría el
coronel Kilgore (Robert Duvall) en la película Apocalypse Now de Coppola. Ayer,
en Durango no olía ni a napalm, ni a goma 2, ni a amonal.
Kubati era ayer en Durango la viva imagen de la derrota, aunque es cierto
que no la del sincero arrepentimiento que exigen con razón y todo el derecho
del mundo las víctimas de tanta sinrazón y barbarie. Por eso importa poco la
literatura que ha acompañado tanto al comunicado del colectivo de presos de
ETA, como el RT de los dos folios de ayer. Es de consumo propio. Inservible
fuera de su mundo. Y punto.
Releía ayer algunos de los pasajes del diario de Yoyes y
del libro que publicaron sus familiares y amigos tras su asesinato, 'Desde su
ventana'. Sería un atrevimiento decir qué pensaría Yoyes de todo lo que ha
pasado en el mundo de ETA y sus franquicias políticas en los dos últimos años.
Y no lo voy a hacer. Seguro que su hijo Akaitz, un doctor en Bioquímica de éxito,
afincado ahora en Miami, tendrá una opinión de todo ello. Yoyes dejó escrito en
su diario un 22 de septiembre de 1982, justo antes de que naciera Akaitz esto:
"Quizas pienses de mayor, en momentos de tristeza, en por qué te traje al
mundo, en que hubiera sido mejor no haber nacido. Quizas hasta me los
preguntes, temo mucho que no sepa contestarte y que sin embargo tengas razón en
renegar de este mundo tan injusto, tan terrible. ¿Qué te puedo decir? Que un día
sentí necesidad de amarte, que sin saber por qué empecé a echarte en falta, que
¿cómo se puede echar en falta loque nunca se ha tenido? Pues no es fácil de
explicar".
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