venres, 25 de febreiro de 2011

La república de los coroneles


El carismático Nasser alzó la voz de Egipto en el exterior - A Sadat la paz con Israel le costó la vida - Mubarak solo pudo forjar la dictadura más denostada
GEORGINA HIGUERAS (ENVIADA ESPECIAL) - El Cairo - 12/02/2011
Sadat e Mubarak
 Entre los millones de egipcios que ayer tomaron las calles para echar a Hosni Mubarak y los que acudieron llorando a rendir homenaje a Gamal Abdel Nasser, muerto de un infarto el 28 de septiembre de 1970, se palpa el declive de un país que fue líder del mundo árabe y del movimiento de los No Alineados y orgullo de sus propios ciudadanos. Egipto languidecía hasta ayer dentro de un régimen represivo, corrupto e inoperante, con el que perdió su influencia internacional y se enfrentó a la ira de sus jóvenes.
Muchos egipcios lamentan estos días la falta en las actuales filas castrenses de un Nasser que les devuelva la ilusión. Nacido en Alejandría en 1918 y activista contra el dominio británico desde muy joven, Nasser fundó en 1949 los Oficiales Libres, una asociación de militares opuesta a Londres, al rey Faruk y a la corrupción y el desencanto reinantes en el Ejército egipcio tras la derrota en la primera guerra contra Israel, en 1948. El golpe de los Oficiales Libres, en 1952, acabó con la monarquía e instauró la república. De inmediato, Nasser, con su amplia sonrisa, su don de gentes y su decisión, quiso moldearla de acuerdo a su populismo, para lo que tuvo que desembarazarse del antiguo compañero de armas elevado a presidente, Mohamed Naguib.
Convertido en 1954 en primer ministro y presidente, el sueño de Nasser era lograr un Egipto independiente económicamente y aunar contra Israel y bajo el liderazgo de El Cairo a las divididas naciones árabes. Empezó por consolidar su mando político interno con un referéndum para una reforma constitucional que, al igual que las posteriores elecciones presidenciales, ganó casi con el 100% de los votos.
En la nueva república socialista, Nasser impulsó la reforma agraria iniciada en 1952, pero el desarrollo agrícola precisaba la construcción de una presa en el Nilo, la de Asuán, y ante la falta de ayuda internacional y de recursos propios optó por obtenerlos de la nacionalización del canal de Suez, la faraónica obra inaugurada en 1869, propiedad de Francia y Reino Unido. La osadía valió a Egipto otra guerra. La contienda contra franceses y británicos, a los que se unió Israel, se perdió en el campo de batalla, pero se ganó por el extraordinario diplomático que fue Nasser.
Pese a la represión y persecución de los Hermanos Musulmanes, Nasser mantuvo casi intacto su populismo hasta su muerte, debido a su distanciamiento de Europa y Estados Unidos y a encabezar, junto con Tito y Nehru, a los No Alineados. Además, llevó su panarabismo a una unión con Siria que duró muy poco. Personalmente, sin embargo, no logró recuperarse de su última derrota frente a Israel, en la llamada Guerra de los Seis Días, que destruyó la aviación egipcia antes siquiera de que despegara. Pero los egipcios se lo perdonaron y cinco millones de personas desfilaron ante su cadáver.
Anuar el Sadat, compañero temprano de Nasser tanto en la lucha contra los británicos como contra la monarquía, logró imponerse como nuevo presidente de Egipto tras la muerte del rais. Sadat heredó la pulsión panarabista y en menos de tres años articuló una nueva guerra contra Israel, la llamada del Yom Kipur, que casi estuvo a punto de ganar.
La derrota, sin embargo, le llevó a un giro total de su estrategia. Comenzó entonces para Egipto un cambio radical de alianzas bajo el reinado de un líder anodino. Sadat se desprendió de la alianza con la Unión Soviética para acercarse a Estados Unidos y se olvidó de sus divididos hermanos árabes para pactar una paz duradera con Israel. Alejado del socialismo, puso en marcha una liberalización de la economía para poner fin a los subsidios, pero el fuerte aumento del precio de los cereales desató en 1977 la llamada revuelta del pan, que le obligó a dar una cierta marcha atrás. Ganó el Premio Nobel de la Paz, pero la represión de los islamistas radicales y la "traición" de los acuerdos de Camp David le llevaron a la muerte durante un desfile militar en el que fue tiroteado por soldados radicales. Corría octubre de 1981.
Hosni Mubarak, que resultó herido en el atentado, heredó el mando y desde el primer momento quiso situarse entre sus dos predecesores. Su prioridad fue tanto la recuperación del Sinaí, lograda en 1982, como el restablecimiento de las relaciones con los árabes. Nadó siempre entre dos aguas, pero su inmovilismo las corrompió pronto. Con el paso de los años, el puño de hierro de su dictadura se fue cerrando de forma cada vez más ostentosa y dolorosa sobre su pueblo. A ello, se sumó la incapacidad económica que ha castigado a la absoluta mayoría de la población a una vida de trabajos múltiples por sueldos de miseria. El faraón, cada vez más alejado de su pueblo, no supo valorar las demandas de este y finalmente sucumbió ante una marea humana de protestas.
Egipto inicia una nueva andadura hacia la democracia en la que tal vez ya no sea necesario buscar entre las filas castrenses a su nuevo líder.

Del golpe de Nasser a la caída de Mubarak
1953. Se declara la República de Egipto tras un golpe encabezado por Gamal Abdel Nasser que logra derrocar al rey Faruk.
1954. Reino Unido retira sus tropas de Egipto.
1956. Nasser asume la presidencia y nacionaliza el canal de Suez. Guerra contra Francia, Reino Unido e Israel, que intentan derrocar a Nasser. 1967. Guerra de los Seis Días. Israel derrota a Egipto, Jordania y Siria.
1970. Muere Nasser y le sucede su vicepresidente, Anuar el Sadat.
1973. Guerra del Yom Kippur. Egipto y Siria atacan a Israel.
1978-1979. Acuerdos de paz de Camp David entre Egipto e Israel.
1981. Sadat es asesinado por islamistas radicales. Le sucede el vicepresidente Mubarak.
1995. El presidente sobrevive a un atentado en Etiopía.
2005. Los Hermanos Musulmanes obtienen el 20% en las elecciones generales.
2009. Histórico discurso de Barack Obama en El Cairo.
2010. El partido de Mubarak obtiene el 80% de los votos en las elecciones parlamentarias. Los candidatos de la oposición denuncian un fraude electoral y se retiran de la segunda vuelta.

Los 18 días de la revolución
25 de enero de 2011. Primera gran marcha contra Mubarak en el Día de la Ira. La represión provoca cuatro muertos.
27 de enero. El Nobel de la Paz Mohamed el Baradei llega a Egipto y se suma al movimiento anti-Mubarak.
28 de enero. Se recrudecen las movilizaciones. Mueren 70 personas. El Gobierno decreta el toque de queda y corta el acceso a Internet y los móviles.
29 de enero. Mubarak nombra vicepresidente al jefe del espionaje, Omar Suleimán.
31 de enero. El Ejército califica de legítimas las reivindicaciones y asegura que no va a disparar contra el pueblo.
1 de febrero. Un millón de egipcios protesta en la plaza de Tahrir. Mubarak anuncia que no se presentará a las elecciones presidenciales de septiembre, pero que dirigirá la transición hasta entonces.
5 de febrero. La cúpula del gobernante Partido Nacional Democrático dimite en bloque.
10 de febrero. En un discurso televisado, Mubarak insiste en permanecer al mando y rechaza las presiones del exterior.
11 de febrero. Suleimán anuncia que Mubarak dimite y cede el poder al Ejército.

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