Por: Lorenzo Calonge | 24 de enero de
2014
"La llaman la montaña que devora a los hombres, pero es más bien la
montaña que devora a las mujeres". Raúl de la Fuente es el director de Minerita,
corto documental candidato al Goya
que narra la violencia que sufren mujeres y niñas en el entorno de la mina de
Cerro Rico (Bolivia), a 4.700 metros de altura, por unos hombres que,
conscientes de su condena de muerte por culpa de unas condiciones de trabajo
extremas (su esperanza de vida no llega a los 45 años), las agreden y las
violan con total impunidad. "De todos los sitios en los que he estado,
este es el menos apto para la vida", sentencia el realizador.
Lucía, de 40 años, Ivone, de 16, y Abigail, de 17, son las protagonistas de
un relato angustioso al pie de una mina que mata a jóvenes dentro y estrangula
a mujeres fuera. Cada una sobrevive y escapa como puede, abandonadas en su
desgracia. Las tres viven en la bocamina, en casetas de adobe minúsculas y en
algunos casos teniendo que beber el agua contaminada que sale de los túneles.
La mayor de ellas, Lucía, trata de espantar a los agresores haciendo
explotar dinamita y saliendo a la carrera, aunque asegura que ya no tiene
miedo. Todo lo contrario que Ivone, que, además de huir de los mineros, también
debe hacerlo de su padre alcohólico. "Cuando él está en casa, yo me
marcho. También pega a mi mamá. Le odio", confiesa en el filme. "Es
una chica fuerte, con mucho carácter, que vive con un temor constante. En la
grabación pronunció al menos 20 veces la palabra miedo. Ella aguanta allí por
su madre, que está coja de una pierna, y sus hermanas, pero le gustaría irse a
Brasil", explica De la Fuente. Nunca falta en su bolsillo una piedra con
la que defenderse.
La estrategia de Abigail es mimetizarse con los mineros. Como las dos
anteriores protagonistas, se gana la vida guardando el material de los
trabajadores, pero ella también entra en la mina por las noches, durante 12
horas (hay unos 13.000 niños mineros en todo Bolivia, según la ONG
Cepromin). Antes lo hacía con bastante frecuencia y ahora solo
esporádicamente, cuando necesita un dinero extra, a espaldas de la organización
con la que pasa el resto del día estudiando, enlazando la mina con los libros
en jornadas interminables que casi se juntan la una con la otra. Su sueldo, eso
sí, es cinco veces inferior al de un trabajador, aunque, puestos a ser
optimistas, en la actualidad cobra. En el pasado, una deuda con los
propietarios de la mina por un robo de los materiales que la familia de Abigail
custodiaba le obligó a trabajar gratis durante una temporada.
Y con ella se metieron Raúl de la Fuente y Axel O'Mill, responsable de
sonido, para grabar el momento más sobrecogedor del corto dentro de esas
galerías ruinosas, enfangadas, pestilentes, completamente oscuras, apenas
alumbradas por un pequeño foco que cuelga del casco de la joven, que carga
centenares de kilos de piedras en su vagoneta. "Entramos la noche
siguiente a la muerte de dos jóvenes por un escape de gas. Las galerías están
llenas de líquido y barro, y algunos túneles son muy estrechos, por eso
necesitan que entren niños. Por supuesto, las medidas de seguridad son nulas.
Estuvimos unas tres horas dentro, pero no sé... En realidad pierdes la noción
del tiempo. Traté de abstraerme del lugar concentrándome en las aspectos
técnicos de la grabación, hasta que ella dijo: 'No toquéis ahí, se puede caer
todo'. Esa frase fue como una bofetada de realidad. Ahí decidimos salir lo más
rápido posible. Si aquello se caía, estábamos muertos", recuerda el
director de Minerita.
La idea inicial también incluía acceder a la mina con ellos, pero la
desconfianza que generó entre los trabajadores su presencia les obligó a
desistir. "Las mujeres nos recibieron con cautela. Agradecían que se
contara su historia, sin embargo, también sabían que eso suponía un riesgo para
ellas. Ivone, por ejemplo, no quería participar. Axel le convenció cantándole
un tango a ella y a su madre. Rodamos con cuidado para no ponerlas más en
peligro. Tratamos que los mineros no estuvieran cerca. Aun así, la tensión era
inevitable. Teníamos pensado quedarnos tres semanas, pero al final nos fuimos
un poco antes", cuenta De la Fuente.
Esta historia de cine tuvo su inspiración y prólogo hace cuatro años en un reportaje escrito (con fotos y audio)
de Dani Burgui y Ander Izagirre sobre los niños mineros de Cerro Rico,
en el que ya aparecía Abigail dentro de la montaña, y que fue premiado en 2010
por Manos Unidas como la mejor información del año sobre los países del Sur.
"Se había escrito mucho sobre el supermacho minero que se juega la vida,
pero se había contado poco sobre la situación de muchas mujeres: violadas y
agredidas, y de las situaciones de incesto. Son víctimas con una gran
determinación para salir adelante y que no esperan nada de las autoridades ni de
Europa", concluye Burgui.
En un futuro no muy lejano, a Raúl de la Fuente le
gustaría organizar en Potosí, la ciudad a las faldas de Cerro Rico, un pase
privado para Lucía, Ivone y Abigail, las tres heroínas de Minerita. Y
tal vez con la compañía de un Goya.