El MoMa abre sus puertas a los murales de Diego Rivera
ISABEL PIQUER Corresponsal en Nueva York 10/11/2011
Unha muller mira a obra 'Fondos congelados' |
En el contexto económico actual, ver los murales de Diego Rivera sobre la Gran Depresión que el MoMa comisionó en 1931 y que a partir de esta semana vuelven a exponerse en el museo neoyorquino, tiene algo de déjà vu. "Hasta que no resolvamos las profundas diferencias económicas en EEUU, estas imágenes seguirán siendo parte de nuestro paisaje mental", reconocía el director del MoMa, Glen Lowry, en la presentación de la muestra.
La exposición reúne, por primera vez en 80 años, cinco "murales portátiles", frescos dedicados a la Revolución Mexicana y la vida en Nueva York durante la Depresión, que Rivera creó para el MoMA en 1931-32. "La historia de esta comisión ilustra la función fundamental que Rivera jugó en las discusiones sobre el papel social y político del arte público durante la crisis económica en EEUU," dice la comisaria, Leah Dickerman.
En 1931 Rivera era la figura más visible del muralismo mexicano, un arte público a gran escala que surgió en los años veinte, tras la Revolución. Dado que los murales, por definición, son intransportables, el MoMa decidió traer al artista, que vino acompañado de Frida Kahlo, e instalarle en un estudio improvisado en una galería vacía del edificio original del Museo para permitirle crear nueva obra.
Rivera añadió luego tres murales sobre Nueva York. La industrialización de la ciudad, los proyectos colosales paralizados por la crisis, la intensidad de sus millones de habitantes le inspiraron para ilustrar el sistema de clases y de poder de EEUU. "Quiso devolver la mirada crítica que tenía de México hacia EEUU", explica Dickerman.
Nueva York es, en ojos de Rivera, objeto de fascinación y crítica. El pintor anticipó las centrales hidroeléctricas que se instalarían años más tarde en el East River en Energía eléctrica, donde los obreros, metidos en las entrañas de la maquinaria, recuerdan la mano de obra que da vida, a costa de la suya, a la ciudad moderna. En Fondos congelados, el más ambicioso y controvertido de los paneles neoyorquinos, mezcla su apreciación por la arquitectura vertical de Manhattan con una durísima visión de sus desigualdades económicas. Ante los rascacielos emblemáticos, la mayoría completados a los pocos años de su llegada, grúas y armazones de acero recuerdan el boom de la construcción. Y su coste. Bajo una estructura acristalada, duermen hileras de hombres desposeídos.
Rivera recibió entonces el famoso encargo del Rockefeller Center. En la muestra se ven algunos de los materiales relacionados con el proyecto, incluidos los dibujos preparativos para El hombre en la encrucijada, y fotografías del mural en curso. Rivera fue despedido del proyecto y su fresco destrozado meses después porque el artista se empeñó en incluir a Lenin entre sus retratos.
Y hablando de déjà vu. En marzo, el gobernador republicano de Maine, Paul LePage, ordenó que se quitara un mural del Departamento de Trabajo, realizado por una artista local, Judy Taylor, en la que narraba la historia laboral del estado, por considerarlo favorable a los sindicatos.
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