Hans Magnus Enzensberger presenta en Madrid 'Hammerstein o el tesón'
PAULA CORROTO Madrid 12/06/2011 08:00
Tiene unos ojos azules cristalinos y un pelo rubio casi blanco. Esa es la primera impresión. Luego viene la verborrea. El escritor e intelectual Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, Alemania, 1929) no para de hablar en una mezcla de español y alemán atropellado. Bajo una de las carpas de la Feria del Libro de Madrid busca los conceptos para explicar las razones de su último libro, Hammersteino el tesón (Anagrama), una bio-grafía novelada del general Kurt von Hammerstein, el hombre que abandonó el ejército germano en 1933 al darse cuenta de las verdaderas intenciones del nuevo canciller Adolf Hitler.
"Este caso es bastante especial. Él no estaba en una posición normal. Formaba parte del ejército, pero sus hijas militaban en el Partido Comunista y tenían relaciones con judíos. Era una situación muy delicada, por lo que tuve que tener mucho cuidado con los detalles y matices", comenta Enzensberger sobre un personaje del que oyó hablar por primera vez hace más de cuarenta años. "Quise esperar al momento justo para contar la historia. Las cosas, normalmente, necesitan cierta paciencia", explica.
Una novela documental
El escritor buceó en la vida del general a través de los familiares que aún quedaban vivos. Tardó en encontrar a aquellos que tuvieran cartas, diarios o fotografías de él y aquella época. Toda una documentación que luego puso a disposición de los lectores en una edición que en Alemania ya ha superado los 100.000 ejemplares vendidos y que en Francia ha sido considerada como una de las mejores novelas del año.
Con lo que se encuentra el que adquiera esta "novela documental" llena de diálogos imposibles entre el escritor y algunos de los personajes reales es con el desmoronamiento de la República de Weimar y con una serie de decisiones bajo las que también se ocultaban miedos, celos y envidias que llevaron a Hitler al poder. Por sus páginas pululan Kurt Von Schleicher, el predecesor del führer en la cancillería, o Paul Von Hindenburg, presidente de la República encargado de ratificar a Hitler como canciller. Entran en juego los conservadores, los inci-pientes nazis, pero también los que abrazan la utopía comunista.
Kurt Von Hammerstein era un hombre que se encontraba entonces entre dos fuegos: era conservador, pero transigió ante las ideas políticas de sus hijas. Y siempre se opuso con firmeza a las intenciones de Hitler. Como el propio novelista, lo que siempre rechazó fue el dogmatismo de las ideas.
El peligro de la hagiografía
Enzensberger resopla cuando se le pide su opinión sobre el general. "Siempre se cometen dos errores cuando se narra la vida de un héroe. Uno de ellos es tomar demasiada distancia y restarle emoción al relato. Y el otro error es identificarse con el héroe, lo que te puede llevar a escribir una hagiografía. Hay que tener una afección controlada", sostiene.
El éxito de su libro en Alemania refleja el interés que todavía despierta en este país su pasado. Sus delitos y faltas. No obstante, para el escritor ya ha transcurrido el suficiente tiempo como para guardar cierta distancia. "En Alemania la gente ya está cansada [del nazismo y del Holocausto]. No puedes decirle a una persona de 20 años que debe sentirse culpable por todo aquello. No tiene sentido. Debe asumir una herencia, porque la herencia no distingue entre las cosas buenas y las malas. Por otro lado, ahora ya no hay nazis en Alemania. Los que se denominan neonazis no tienen ni idea de lo que fue el nazismo", admite Enzensberger.
A pesar de la complejidad de la época de Hammerstein, con esta historia el escritor alemán no ha pretendido tampoco trazar un paralelismo con la situación actual de crisis de valores. "Son dos épocas muy distintas. En realidad, ¿dónde está la crisis en España? No hay que exagerar las dificultades. Ahora no estamos en una situación tan extrema como la de los años treinta", argumenta el intelectual, que tacha a la juventud actual de "tierna". "A los jóvenes de hoy les cuesta imaginar cómo fueron los años treinta o cuarenta en Europa. No lo llevan en la piel. Por eso no son violentos y utilizan una retórica muy ingenua", culmina Enzensberger.
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