Foto Colectania exhibe 76 fotos de un álbum, en parte inédito
TONI POLO BARCELONA 22/06/2011 08:30
Joan Colom (Barcelona, 1921) descubrió todo un mundo a través de las gentes deBarrio Chino de Barcelona. Entre 1958 y 1964, el fotógrafo realizó una serie de largo recorrido (algo insólito en la época) en la que, sin proponérselo, acabó creando un fresco del barrio con toda una carga social sincera, con ritmo, en movimiento, con personalidad. "No sabía que estuviera haciendo fotografía social, buscaba imágenes que me emocionaran", explicó ayer el artista en la presentación de la exposición en la sede de la Fundación Foto Colectania.
En 1973 le regaló un álbum que había confeccionado con las fotos de su curiosidad callejera a su amigo el crítico e historiador Josep Maria Casademont. Por entonces, Colom ya había dejado las calles del Barrio Chino y había vuelto a concentrarse en su trabajo como contable, ante la amenaza de una prostituta que decía querer denunciarle por haber publicado una imagen suya en el libro ilustrado Izas, Rabizas y colipoterras, de Camilo José Cela.
En 2004 el legado de Casademont fue adquirido por Foto Colectania, que desde hoy y hasta el 29 de octubre loexhibe en una muestra que se completa con la única filmación que hizo Colom, en 1960, en la que aquellos protagonistas de las fotos echan a andar. Además, los detalles originales de la puesta en página del álbum del artista ha sido respetada y reproducida en la edición facsímil del foto-libro, editado por RM.
La muestra exhibe 76 copias en blanco y negro, 74 de Joan Colom y las otras dos de Ignasi Marroyo, compañero de Colom en el grupo El Mussol, que lo captó mientras fotografiaba en las calles del barrio. El fotógrafo de 90 años y Premio Nacional de Fotografía 2002, que ayer recorrió emocionado la exposición, descubrió el Barrio Chino en 1958, sólo un año después de interesarse por la fotografía y aprender las principales técnicas.
Pasión y respeto
Sin acercar el visor a la cara para no interrumpir la escena y captar el instante sin ser descubierto por sus espontáneos personajes, "Colom se convirtió en un experto de tomar fotos con la cámara a la altura de la rodilla o del pecho", explicó ayer la comisaria de la muestra, Irene de Mendoza. Tapaba como podía la cámara cuando bajaba los domingos a pasear por el barrio y descubrir las relaciones al borde de la acera. "Siempre estuvo alejado de cualquier prejuicio, de posturas intelectuales", comentó De Mendoza, ante el asentimiento del propio Colom, sentado en primera fila.
"Retrató con pasión y con el máximo respeto la vida del barrio", añadió. "Alguna vez alguien me llegó a decir palabras muy fuertes", recuerda él. "Pero nadie me puso resistencia, al contrario, hubo quien se prestó a posar", dice, señalando una tira de tres fotos de un personaje afeminado que se exhibe sin problemas.
Ladrón de gestos
Es la excepción. El resto de imágenes se las robó al momento, a traición, para no alterar nada. Y no se perdió detalle: los vertiginosos tacones de las mujeres de buena vida esquivando los adoquines; las posaderas de esas mismas mujeres contoneándose casi por parejas, puesto que Colom creó el álbum según su criterio, colocando dos o tres fotos por página. Bustos poderosos de señoras apretadas, grandes curvas de otras y más protuberancias (en su mayoría femeninas) se intuyen tras los muros o los quicios de las puertas.
Las figuras humanas resisten otro tipo de detalles que dicen mucho de la época. "Gomas y lavajes", se lee en los rótulos que se cuelan tras las figuras humanas. "Era otra época", consideró ayer Colom, algo nostálgico. "La mayoría de esas calles ya ni existen: tiraron tres filas de bloques para crear la Rambla del Raval". Ahora, su histórica Leika ya no funciona. "Me regalaron una digital, pero todavía no me aclaro y aún no la he usado". Al tiempo. A las puertas de los 100 años, el autor sigue recordando su pasión entre archivos.
Ningún comentario:
Publicar un comentario