domingo, 31 de xaneiro de 2010

La primera víctima de ETA


Begoña Urroz, de 22 meses, falleció abrasada en 1960 por una bomba colocada en la estación de ferrocarril de Amara (Guipúzcoa). Décadas después se descubrió que ése fue el primer atentado mortal de ETA. Su madre rompe ahora 50 años de silencio y habla a EL PAÍS

JESÚS DUVA- El País- 31/01/2010

"Una tía mía, Soledad Arruti Etxegoyen, trabajaba en la consigna de la estación de Amara, en San Sebastián. Yo solía ir a ayudarla para ganarme unas pesetillas. Aquel día dejé a mi niña con ella mientras yo iba a un comercio cercano a comprarle unos zapatitos para ir a Navarra. Cuando volví, había un lío tremendo. ¡Había estallado una bomba! Mi hija estaba abrasada y otras personas, entre ellas mi tía, heridas. Fue horrible". Jesusa Ibarrola Telletxea, a sus 83 años, se mantiene lúcida y fuerte. Pero no puede reprimir el llanto porque conserva en carne viva el recuerdo de aquella tragedia pese a que ha transcurrido ya medio siglo de lo que luego, mucho tiempo después, se ha sabido que fue el primer atentado de ETA con resultado de muerte.

Begoña Urroz Ibarrola, un bebé de apenas 22 meses, la primogénita de Jesusa, inauguró así una lista en la que hasta hoy figuran más de 850 nombres escritos con sangre por ETA a lo largo de su historia. Durante 50 años, los Urroz han rumiado su dolor con discreción, en solitario y en silencio. Un silencio que ahora han roto por primera vez, gracias a la decisión de esta madre octogenaria.

Ocurrió minutos después de las siete de la tarde del lunes 27 de junio de 1960. A esa hora deflagró una maleta incendiaria depositada en uno de los armaritos de la consigna de la estación de Amara. La reseña que el atentado mereció en los periódicos de la época se limitó a la publicación de una escuálida nota del Ministerio de la Gobernación en la que daba cuenta de la explosión de cinco artefactos: uno en un furgón del tren correo Barcelona-Madrid, entre los municipios zaragozanos de Quinto y Pina de Ebro, y los otros cuatro en otras tantas consignas de Barcelona, Madrid y San Sebastián (una en la estación del Norte y otra en la de Amara).

En la estación del Norte donostiarra resultó herido de levedad Carlos Íñigo Acevedo, domiciliado en Pasaia. Pero el de Amara fue el más grave de una cadena de atentados inusual hasta entonces bajo la férrea dictadura del general Francisco Franco. Además de la niña Begoña Urroz Ibarrola, con quemaduras en el 90% de su cuerpo, también resultaron heridos por este último artefacto el joven estudiante Valeriano Bakaikoa Azurmendi, de 15 años, que regresaba a San Sebastián tras pasar unos días de vacaciones con unos familiares de Rentería; la encargada de la consigna, Soledad Arruti, de 60; Pascual Ibáñez Martín, de 29 años; Francisco Sánchez Bravo, de 42, y María García Moras, de 49.

El comunicado del ministerio que entonces dirigía el general Camilo Alonso Vega concluía diciendo que "con estos hechos se ha pretendido dar cumplimiento a las consignas terroristas que elementos extranjeros, en cooperación con separatistas y comunistas españoles, vienen propugnando insistentemente". Punto. Ésa era toda la explicación. ¿Pero quiénes eran esos misteriosos elementos extranjeros? ¿Quiénes eran esos separatistas y comunistas que estaban tras esa oleada de bombas? Las autoridades no aclararon nada ni ese día ni los siguientes... (...)

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