domingo, 24 de xaneiro de 2010

"No todos los exiliados fueron grandes escritores"


Autor de A la intemperie. Exilio y cultura en España (Anagrama).

LÍDIA PENELO - Público - 22/01/2010

Jordi Gracia (Barcelona, 1965), catedrático de literatura española en la Universidad de Barcelona, estaba insatisfecho. Tras leer cientos de páginas sobre el exilio, llegó a la conclusión de que no puede existir una horma única para contarlo. Y decidió reunir en un ensayo a todos los "derrotados" del mundo cultural, los que se marcharon y los que se quedaron en la España franquista. El resultado es A la intemperie. Exilio y cultura en España (Anagrama).

¿Cree que su libro puede resultar incómodo en algunos sectores?

Javier Cercas cree que es el relato más incitador y provocador de todos los que he escrito. Creo que puede levantar mal tono porque intenta desbloquear la visión compacta de un fenómeno lleno de individualidades y criterios distintos. El relato del exilio se ha formulado demasiadas veces de una manera homogénea.

¿Su fórmula ha sido la de despolitizar el exilio?

Pretendía romper el patrón trágico del exilio. Cargarme la explicación clásica de drama crónico. Algunos se quitaron la etiqueta de exiliados por la de transterrados. Sert, Salazar, Buñuel vivieron momentos de plenitud en el exilio. Para ellos fue mejor estar fuera que vivir en la España de Franco.

Sorprende lo conectados que estaban entre ellos.

Claro, quería acabar con la idea de que el olvido y el maltrato del exilio duró todo el franquismo. Desde los años sesenta, hubo publicaciones que documentan que estaban conectados. Ya en los cincuenta se restablecieron los canales privados de comunicación entre los exiliados y los que se quedaron en España. Desde el interior leían los poemarios de Pedro Salinas o Juan Ramón Jiménez.

¿Así que el franquismo hizo concesiones?

No quiero rebajar la faceta destructiva del franquismo, pero los movimientos totalitarios siempre tienen que soportar disidentes. Más allá de la revista Ínsula, existía Índice, Destino Todos querían construir un futuro democrático. Parece magia que casi la totalidad de los exiliados publicara en una revista dirigida por Cela.

Algunos, como Max Aub, se quejaron de haber caído en el olvido...

Cuando a los exiliados les llegó el momento de volver se les pasó el turno. No hay olvido, sino decepción o falta de sintonía. Aunque poetas como Cernuda y Juan Ramón Jiménez se continuaron leyendo, narradores como Sender o Max Aub, no consiguieron sumar lectores. El gran drama de Rosa Chacel es que no ha tenido lectores. Era una señora terrible, de una amargura crónica. De la misma manera que hemos aceptado que entre los fascistas hay autores buenos, no todos los que se exiliaron fueron grandes escritores.

Se muestra muy duro con "la izquierda con carné".

Sí, porque la izquierda comunista ha patrimonializado el exilio. Por ejemplo, Alfonso Guerra en 2002 montó una exposición en la Fundación Pablo Iglesias para justificar el olvido del exilio. Pero lo hizo cuando ya era un político prejubilado, cuando estaba en activo no sacó el tema.

También dedica un capítulo a lo que llama "democracia caníbal"

Había que construir un futuro. Los carteles electorales necesitaban un joven simpático, alguien que no recordara la guerra. Con ese objetivo se ocultaron muchas cosas. Recordemos que el PSOE no existía en la resistencia...

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