La historiadora israelí Idith Zertal analiza en el ensayo 'La nación y la muerte' la victimización de Israel desde el Holocausto
L. P. - Público - 17/02/2010
"Israel vive encarceladoen la paranoia holocáustica de un gueto al borde de la destrucción", escribe Shlomo Ben-Ami en el prólogo de La nación y la muerte. La Shoah en el discurso y la política de Israel (Gredos, 2010) de Idith Zertal. La ensayista israelí, nacida en un kibutz, pasa unos días en la ciudad condal dando conferencias. Desde el mirador del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, donde presentó su libro, Zertal manifestó un tímido optimismo con el futuro de Israel: "Si albergo alguna esperanza para la sociedad israelí es gracias a Tel Aviv, una ciudad parecida a Barcelona, abierta y cultural. Allí las cosas empiezan a cambiar. La pena es que a pocos kilómetros está el infierno".
En La nación y la muerte, la pensadora analiza la historia de Israel, centrándose sobre todo en el periodo comprendido entre dos asesinatos: el de Yosef Trumpeldor en 1920 y el de Isaac Rabín en 1995. La muerte, su utilización por los dirigentes de Israel y el sentido de sacrificio son las piedras angulares de un volumen valiente y abrumador. En el territorio donde nació la autora, la muerte es el ingrediente principal de la identidad colectiva. Y eso ha generado una "victimización" que otorga una inmunidad moral para matar o morir en favor de una patria.
Zertal entiende que el "uso y abuso del Holocausto por parte de la nación israelí empuja la legitimización de un estado judío en Palestina", convirtiendo lo sucedido en Auschwitz en arma y escudo a la vez.
Memoria y olvido
Esta historiadora está muy lejos de la definición de Ernest Renan, que dijo que "una nación es un grupo de personas que miente constantemente sobre su pasado". Ella es de las que considera que una nación debe construirse sobre la verdad, por cruda y sangrante que sea. Conocedora del pasado de su país, le gusta contar un chiste antes de ahondar en el tema del uso de la memoria: "Reunión de dirigentes de un estado totalitario. Uno dice que sobre el futuro lo sabemos todo. Los otros dicen que el problema está en el pasado por cambiar continuamente".
Afincada en Suiza, donde imparte clases en el Instituto de Estudios Judíos de la Universidad de Basilea, explica que las memorias colectivas están "controladas por definición porque son un concepto organizado". La memoria necesita olvidos, y en este sentido, la ensayista asegura que "cada sociedad necesita sus amnesias para que dialoguen con la memoria. En España sucede lo mismo. Hubo un pacto de silencio porque se necesitaba una transición pacífica".
Desencantada con la política, y con los políticos, lamenta que en las urnas ganen las posiciones antiguas y extremas. "Hemos perdido la posibilidad de hablar entre nosotros de una manera civilizada. El concepto de paz es mesiánico y los de izquierdas son unos utópicos", argumenta antes de enlazar sus palabras, una vez más, con la victimización.
Y es que una de las conclusiones del ensayo que nos ocupa es que los políticos israelíes siempre agudizan el discurso del Holocausto en momentos de crisis. "Es como si los judíos hubiéramos nacido para ser exterminados. Reproducimos sin parar la catástrofe de Auschwitz. La esencia sionista era la de terminar con esa mentalidad, pero en vez de convertirnos en actores políticos del mundo, nos hemos transformado en víctimas".
El libro, tachado de polémico en muchos países, se publicó en Israel en el año 2002. "Fue durante la segunda intifada. La gente que defendía la paz se evaporó y la izquierda fue la vencida", afirma esta heredera de la filósofa Hannah Arendt, de la que precisamente acaba de presentar en Israel la traducción al hebreo de su obra capital, silenciada durante más de 60 años. Vehemente y humilde, Zertal resta importancia a su trabajo y asegura: "No soy la más valiente. Hay gente que defiende a los palestinos mucho más que yo. Personas que luchan desde Israel. Yo lo hago desde mi casa suiza y con un cargo universitario".
A la espera de un cambio
En Israel todavía no se estudia el genocidio armenio por razones geopolíticas. En las escuelas, palabras como nakba (referente a la catástrofe palestina) están prohibidas. Aun así, la historiadora confía en las nuevas generaciones de estudiantes y en los profesores universitarios que han empezado a cambiar la narración del Holocausto en sus aulas. "Muchos estudiantes ya no admiten una voz única para explicar el pasado", dice esperanzada.
Aunque no le gustan los contactos con los periodistas, sabe que la promoción de sus libros es importante: "Todo ayuda para cambiar las cosas en Israel". El mes que viene viajará a Polonia para presentar La nación y la muerte en Varsovia y Cracovia. Y aprovechará para visitar Auschwitz. Será su segunda vez y no lo quiere evitar.
"Para avanzar, los judíos deben abandonar la mentalidad de la víctima y del gueto", asegura Ben-Ami para cerrar el prólogo del que es el ensayo más vendido de Idith Zertal. Algo con lo que ella está algo más que de acuerdo.
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