C.P. - Público - 24/02/2010
El periodista británicoJimmy Burns Marañón (1953) documenta en Papá espía (Debate) las intrigas de su padre, Tom Burns, para que Franco no se involucrara en la II Guerra Mundial.
¿Por qué marcó tanto la Guerra Civil en Inglaterra?
Desde la revolución rusa no ocurría algo que podía determinar el futuro de Europa. Parte de la intelectualidad pensaba que la solución pasaba por apoyar el marxismo-leninismo y denunciar al fascismo.
Su padre no opinaba así.
Pertenecía a la minoría de los católicos ingleses que, al contrario que en España, se movían fuera del establishment. Cuando estalló la Guerra Civil se quedaron impresionados con la persecución religiosa. Apoyaron a Franco, pero lucharon contra Hitler y eran churchillianos. Sé que a algunos españoles les puede costar entender un personaje así, pero mi libro está escrito con objetividad anglosajona: contar la historia tal y como pasó, no como nos hubiera gustado que ocurriera.
Churchill decidió no intervenir en España.Su decisión le costó cara a los republicanos. Cuando le visitó el embajador republicano Azcárate dijo "Sangre, sangre, sangre, no quiero más sangre". Pensaba que si los aliados intervenían España viviría otra baño de sangre.
Su padre intuyó que Franco no uniría su destino al de Hitler.
Franco se consideraba sobre todo un español. Veía la historia de España en términos de cruzadas, conquistadores e imperio. Un nacionalcatolicismo lejano al nazismo.
Franco y Hitler chocaron en Hendaya.
La reunión fue un desastre. Dentro del franquismo había pro nazis, pero también anglófilos, a los que sobornó Inglaterra para asegurar la neutralidad. Cuando EEUU entró en la guerra, Franco jugó las cartas aliadas.
Cuenta que la inteligencia británica infiltró un topo en Hendaya.
Identificado como agente T. Allí sólo había siete personas. He deducido que el topo sólo pudo ser el barón de las Torres, traductor y jefe de protocolo de Franco.
Dice que Franco toleraba el espionaje inglés.
Lo único que preocupaba a Franco, que era un pragmático y un oportunista, era mantenerse en el poder. Mientras británicos o alemanes, cuyas embajadas eran vigiladas, se limitaran a pelearse entre sí sin socavar su poder, no había problema.
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