Arqueólogos argentinos reconstruyen la barraca de un emigrante de Bouzas
JOSÉ LUIS ESTÉVEZ - El País - 02/01/2010
La Boca del Riachuelo, barrio portuario de Buenos Aires, es una de las imágenes que suelen venir a la mente cuando se piensa en los lugares señeros de la capital argentina. El club de fútbol que toma el nombre de la barriada, Maradona y las casas de madera pintadas que construyeron los emigrantes genoveses en el siglo XIX se han convertido en las señas de identidad de La Boca. Lo que muchos no saben es que entre los primeros asentamientos de la zona (a un kilómetro del famoso Caminito) se encontraba una barraca que el empresario gallego Francisco de la Peña y Fernández, procedente de Bouzas, construyó en el año 1774. Todavía se conservan los cimientos de aquel primer emplazamiento que en los siglos posteriores dio lugar a la construcción del complejo de naves que hoy se llama Barraca Peña, en honor a su creador.
En los últimos tiempos, el Ministerio de Cultura de Buenos Aires se ha decidido a recuperar una zona que es historia viva de la ciudad y la barraca está en camino de convertirse en un museo, aunque su estado actual todavía es precario. El arqueólogo Marcelo Weissel Alvárez, cuyos apellidos delatan el doble origen alemán y gallego, está al frente del proyecto de rehabilitación del complejo y explica el interés del ayuntamiento porteño por convertir la barraca en un centro de interpretación de la historia del Riachuelo, una zona que fue decisiva para la construcción de la Buenos Aires actual.
Weissel ha reconstruido la historia de la barraca y apunta que Peña y dos de sus hermanos llegaron al entonces Virreinato del Río de la Plata con la intención de comerciar con cueros y otros enseres. Sirvió inicialmente como almacén y así lo indican los restos de cueros encontrados. Curiosamente la barraca de origen gallego acabó en manos de la familia alemana Bunge, cuando una de las hijas de Francisco Peña, Genara, se casó con el entonces cónsul de Prusia Carlos Bunge. Pese a ello la barraca conservó el apellido gallego que la distingue. La zona en la que se ubicaba la barraca fue creciendo poco a poco y a principios del siglo XIX comenzaron a llegar muchos genoveses que se establecieron en las inmediaciones.
En 1865 el ferrocarril llega al Riachuelo y la Barraca se convierte en un lugar de recepción de mercaderías de ultramar y de la cuenca del Río de la Plata. Las construcciones que sobreviven son de esa época y fueron diseñadas por Emilio Vicente Bunge, quien llegaría a ser intendente de Buenos Aires a finales de ese siglo. El complejo se compone de un antiguo almacén, un galpón para prensar y almacenar lana y otro con diversos usos. Esa fue la edad de oro del comercio lanar y una etapa básica para la construcción de un país que en las primeras décadas del siglo XX llegó a ser uno de los más avanzados del mundo.
Durante la primera mitad del siglo pasado la Barraca fue gestionada por el ferrocarril y posteriormente es expropiada por el Gobierno de Perón. La ola de privatizaciones que vivió Argentina durante la etapa del presidente Carlos Menem también llegó a este complejo que acabó en manos de una empresa hormigonera, que todavía está instalada junto a los terrenos que ocupa la Barraca. A finales de 2006 volvió a manos públicas y ahora pertenece al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Si los planes del equipo de Marcelo Weissel salen adelante, en unos años el lugar puede llegar a convertirse en un punto importante para explicar la historia de la capital argentina desde el mismo lugar en el que comenzó a crecer la ciudad.
El arqueólogo explica que bajo las baldosas de la Barraca Peña se esconde el ADN de Buenos Aires. Se ha encontrado numerosa documentación que permite reconstruir la historia de esta zona. El propio Weissel dirige el equipo que encontró hace un año los restos de un barco mercante español del siglo XVIII en la cercana zona de Puerto Madero, uno de los lugares más exclusivos de la Buenos Aires actual. Los voluntarios que trabajan en la Barraca han solicitado que el barco pueda ser trasladado hasta el complejo para formar parte del futuro museo que se construirá en la zona. La decisión todavía no está tomada pero sin duda que sería un importante espaldarazo para la recuperación definitiva de la Barraca Peña.
De lo que apenas se sabe nada es del origen de aquellos primeros gallegos con espíritu emprendedor que pusieron los cimientos para la creación de una de las capitales más importantes de Latinoamérica. Queda pendiente una investigación sobre los Peña que dan nombre a la barraca. Buenos Aires fue construida por los gallegos prácticamente desde el principio, frente a los que pensaban que la influencia gallega comenzaba con los grandes fenómenos migratorios de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
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