Caixafòrum valoriza la omnipresente y desconocida obra de Enric Sagnier
ROBERTA BOSCO - Barcelona - 14/09/2011
La imagen en blanco y negro inmortaliza el impacto de la bala disparada por un guardia civil contra uno de los espejos del American Bar del antiguo hotel Colón, en la esquina del paseo de Gràcia con la plaza de Catalunya. Era julio de 1936 y el hotel, hasta entonces punto de encuentro de artistas, intelectuales e bohemios, estaba a punto de convertirse en la sede del PSUC, antes de ser destruido por las bombas y finalmente derribado en 1942. El hotel Colón es una de las obras desaparecidas del arquitecto Enric Sagnier, uno de los grandes artífices de la Barcelona moderna, si bien -hasta ahora- la historia no le ha recordado como se merece. Le hace justicia la exposición La ciudad de Sagnier. Modernista, ecléctica y monumental, abierta en Caixafòrum de Barcelona, desde hoy hasta el 8 de enero.
A través de fotografías, de la época y actuales, mapas y tan solo algunos planos, ofrece una mirada de 360 grados a la intensa trayectoria de Sagnier, que entre 1881 y 1931 construyó más de 450 edificios. "En su época fue muy valorado, ganó muchos premios y Pío XI le concedió el título de marqués por la cantidad de colegios e iglesias que construyó gratuitamente. Sin embargo, quizá por la ley del péndulo, a medida que subía la fama de Gaudí, su obra iba quedando en la sombra. De hecho, la Casa Milà se la ofrecieron a él y finalmente la encargaron a Gaudí porque era más barato", recuerda su nieto Antonio Sagnier, quien se ha propuesto recuperar y divulgar la figura del arquitecto y sus obras.
"Sagnier era muy consciente del valor simbólico de la arquitectura. Sus edificios son muy singulares y diversos: casas, hoteles, oficinas, bancos...", explica Julià Guillamon, comisario de la exposición con Santi Barjau, a quien se debe la catalogación de los edificios del arquitecto que, por la falta de un archivo documental, se siguen descubriendo. "A algunas familias les construyó la vivienda, el despacho, el colegio de los hijos e incluso el panteón", añade el nieto.
El mapa del Eixample con las casas de Sagnier da fe de su omnipresencia, así como de su colaboración con los mejores constructores y artesanos de la ciudad, como el escultor Josep Llimona, el pintor Antoni Utrillo, el orfebre Lluís Masriera y los vidrieros Giralt y Granell, autores del vitral que decora la casa Garriga-Nogués, actual sede de la Fundación Godia. Aunque no fuese tan catalanista como los demás arquitectos modernistas, fue uno de los fundadores del Cercle de Sant Lluc y tuvo un gran sentido del Estado, que se plasma en una arquitectura monumental e icónica, capaz de reflejar el seny de la burguesía catalana. "Quizá no fue un gran innovador estructural, pero incorporó todas las novedades tecnológicas y los nuevos materiales, como el hormigón", indica Barjau.
Entre sus obras más emblemáticas se encuentran el templo del Tibidabo y el Palacio de Justicia. Este severo edificio, que se construyó en hierro -como dictaban las nuevas tendencias-, fue revestido en piedra para explicitar "el peso de la justicia", tal como se lee en la memoria del edificio, uno de los rarísimos escritos del arquitecto que se conservan. Como prueba de su espíritu ecléctico, en un registro diametralmente opuesto, se sitúan el desaparecido Club Marítimo, más conocido como "la botella de Calisay" y el Chalet del Pinar, vivienda del banquero Arnús, un ejemplo de arquitectura fantástica, con torres, almenas, pináculos, gárgolas, logias y galerías.
La muestra de Caixafòrum se completa con la Ruta Sagnier, un itinerario guiado por los 15 edificios más representativos del arquitecto, que saldrá de la plaza de de Catalunya todos los sábados y domingos a las 11.00 horas mientras dure la exposición.
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