venres, 23 de setembro de 2011

Las cenizas de Manolín el de Llorío


Fallece uno de los últimos maquis que luchó contra el franquismo desde las montañas asturianas
FÉLIX POBLACIÓN 17/09/2011 18:54 Actualizado: 17/09/2011
Cuando Franco dio el golpe de Estado 1936, Manuel Alonso González (1918-2011) estaba pescando truchas en el río Nalón. Desde ese día hasta el pasado viernes en que falleció, Manolín el de Llorío no ha dejado de luchar por las mismas ideas que defendió durante la Guerra Civil.
La paz de los vencedores lo arrojó como guerrillero contra el franquismo a las montañas de Asturias. Integrante de la partida conocida como Los Caxigales, se abasteció durante ocho años de los golpes económicos verificados en la aldeas del entorno. Solo cocinaba de noche, utilizando leña de avellano y fresno, la más adecuada para paliar la humareda. Imitaba como nadie el canto de la curuxa (lechuza), pues esa era el lenguaje convenido para entenderse con los enlaces. Un chivatazo acabó con El fugau en la cárcel en 1945. Condenado a muerte, se le conmutó la pena por la de veinte años de reclusión, que discurrieron en diversas prisiones del país.
A su regreso a su localidad natal, Pola de Laviana, Manolín el Presu convivió sin ningún rencor con sus vecinos. Para Vicente Gutiérrez Solís, otro histórico militante comunista que también sufrió la represión franquista y que actualmente preside la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Asturias (Cavastur), Alonso, "era un gran defensor de las libertades y un referente de la política de reconciliación nacional". Durante la Transición, Manuel Alonso González fue concejal de Laviana por el Partido Comunista.
Hasta el pasado mes febrero no se le ofreció a este anciano luchador antifranquista el justo homenaje público que le correspondía. No era el último maquis con vida entre nosotros, según dicen hoy algunos periódicos, pues en la localidad asturiana de Colombres todavía mantiene su aliento Felipe Matarranz, combatiente en la batalla del Mazucu, del que se habló en ste periódico. Para los dos, sin embargo y tal como ha sido la última voluntad de Alonso, no habrá mejor homenaje que el de dar a sus cenizas el reposo de los montes donde lucharon por la libertad. Manolín el de Llorío vivirá para siempre en la cueva El Raposu, del pico La Peruyera, muy cerca del pueblecito de El Condado. Que el canto de la curuxa lo acompañe.

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