Fue el gran investigador de los movimientos obreros en Cataluña y España
JOAN B. CULLA I CLARÀ 10/09/2011
Tal vez venir al mundo en Barcelona en julio de 1936 le predestinó. Sin duda, fue todavía más determinante haberlo hecho en un barrio popular, en un medio social obrero (su padre regentaba una modestísima taberna) y crecer, durante la posguerra civil, entre trabajadores a los que el franquismo no había conseguido extirpar ni la conciencia de clase ni una catalanidad que, a menudo, se resumía en el recuerdo mitificado de los expresidentes de la Generalitat Francesc Macià y Lluis Companys. En todo caso, fue de ahí de donde Josep Termes i Ardèvol, Pep para todo el mundo, extrajo su vocación de historiador contemporaneísta. Él mismo lo confesaba en una magnífica entrevista publicada por la revista L'Avenç hace apenas dos meses: "En el fondo, yo he hecho historia por nostalgia ambiental. Nostalgia del ambiente en que nací".
Después de tres años cursando Farmacia por aquello del primum vivere, los sucesos universitarios de 1956 lo empujaron irremisiblemente a la Facultad de Letras de la Universidad de Barcelona, y también a un activismo político que pronto se concretó en la afiliación clandestina al PSUC, el partido comunista ortodoxo, en cuyas filas permanecería, como militante siempre inquieto y respondón, hasta 1974. Entretanto se había licenciado en Historia y emprendido una fecunda línea de investigación sobre el obrerismo libertario hispánico, tarea de la que cabe destacar dos frutos mayores: su tesis doctoral, Anarquismo y sindicalismo en España. La Primera Internacional (1864-1881), de 1972, y el monumental (1.072 páginas) volumen de síntesis Història del moviment anarquista a Espanya, 1870-1980, que llegó a las librerías a principios de este verano.
No fueron esos sus únicos intereses historiográficos. En las postrimerías del franquismo, cuando en algunas aulas universitarias barcelonesas se escuchaba decir que el catalán era "la lengua de la burguesía", y en otras tantas salas de profesores cundían sobre el catalanismo aquellas "interpretaciones de clase" que Termes, con su mordacidad menestral, calificaba de "marxistas-lerrouxistas", él fue el primer historiador académico que exhumó y reivindicó la heterogeneidad de orígenes del catalanismo y, dentro de ellos, el grosor de la veta popular. Lo hizo, entre otros textos, en Les arrels populars del catalanisme (1999) o La catalanitat obrera. La República Catalana, l'Estatut de 1932 i el Moviment Obrer (2007).
Revisionista (en el buen sentido del término, claro) de las visiones maniqueas sobre la Guerra Civil -aquí, es de referencia obligada su libro de 2005 Misèria contra pobresa. Els fets de la Fatarella-, estudioso también del crucial fenómeno de la inmigración en la Cataluña del siglo XX, la dimensión cívica que quiso dar a su trabajo le han valido reconocimientos como la Creu de Sant Jordi o el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes de 2006.
Pep Termes fue durante medio siglo un empedernido cliente de librerías de lance, lo que le permitió acumular un fondo de más de 20.000 libros, folletos, carteles y colecciones de prensa, formidable biblioteca que, por fortuna y por mediación de La Caixa, pasó a formar parte del Museu d'Història de Catalunya.
Siendo como era alérgico a todos los dogmatismos y a todas las escolásticas, no puede decirse en rigor que Pep Termes haya tenido discípulos, seguramente porque no quiso tenerlos. Ahora bien, su larga y movida trayectoria profesional por diversas universidades catalanas -la de Barcelona, la Autónoma de Bellaterra que contribuyó a poner en marcha, otra vez la de Barcelona y, finalmente, la Pompeu Fabra- sí le permitió irradiar ampliamente un magisterio, o tal vez sea mejor decir una influencia historiográfica, que ha ayudado a varias generaciones de colegas más jóvenes a arrumbar corsés ideológicos, a romper tabúes corporativos, en definitiva, a ventilar, a airear la profesión.
"Para mí, historia y vida han ido muy juntas", decía Termes en la entrevista a L'Avenç antes citada. Desaparecido cuando aún podíamos esperar de él algunos lustros más de lucidez analítica, persisten su obra y la gratitud de quienes hemos disfrutado de él como director de tesis, interlocutor estimulante o amigo.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.
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